La voz de los más pequeños
Hay bolsistas con mucha casta que niegan la mayor. No saben estar fuera del mercado, aunque así lo aconsejen las circunstancias, y buscan en todo momento situaciones nuevas para matar el aburrimiento. Lo que sucede con los valores de tamaño pequeño o mediano en las últimas semanas tiene mucho que ver con esta situación.
La pesadez de los grandes valores de la Bolsa española es suplida, aquí y ahora, por los movimientos y la agitación alrededor de los títulos de baja capitalización. Al olor de las opas que nunca llegan se han montado auténticos castillos de naipes. La fantasía, en fin, juega aquí una baza principal para contento de los operadores y bolsistas más dinámicos.
Los grandes gestores de fondos miran atónitos esta situación, porque ellos no pueden entrar en el juego. Los fuertes volúmenes que manejan elevarían de manera sustancial el precio de muchas de estas acciones y también provocarían fuertes retrocesos a la hora de vender. Son valores muy estrechos, que, con harta frecuencia, se convierten en ratoneras de las que resulta muy difícil salir.
Las opas sobre Enaco e Iberpistas han provocado un efecto contagio a más de una docena de valores medianos. Los bancos pequeños, las compañías de alimentación, algunas inmobiliarias y otras tantas industriales con diferentes actividades han levantado una magnífica polvareda y resucitado el viejo asunto de la opamanía. Los analistas recomiendan mucha cautela, pero el mercado, como siempre, es soberano y no escucha mensajes que vayan en contra de la actuación en estos valores.
La situación coincide, claro está, con un abatimiento renovado de los valores líderes debido a la tensión en Argentina y al mal de altura que se observa en los mercados de acciones estadounidenses desde que la Fed cambió el sesgo de los tipos.