Salud de primera
El Congreso de EE UU examinó con rubor la semana pasada un informe del Instituto de Medicina que confirmaba algunas de las sospechas que tenían algunos legisladores. Según este estudio, en EE UU, un país multirracial, los ciudadanos de raza negra, los hispanos y otras minorías tienden a recibir un peor trato sanitario que los blancos y, según el estudio, no es algo que tenga que ver con el dinero o con el tipo de seguro que les cubra. El informe asegura que muchas veces los médicos, presionados por el tiempo y las aseguradoras, toman decisiones basándose en el estereotipo del paciente y los prejuicios.
Algunos médicos tienden a pensar que las minorías no toman tan en serio la salud y no siguen las instrucciones que se les dan o, al menos, no tanto como los blancos. No hay ninguna evidencia aún que dé base a esta sensación y el informe señala que todo ello puede ser un problema de falta de comunicación porque muchas veces los pacientes (a los que en algunos servicios médicos se les denomina clientes) no hablan inglés. Desde el Instituto de Medicina se recomienda que se apoye y se den fondos adecuados a la Oficina de Derechos Civiles en el Departamento de Salud y que se den cursillos a los médicos que tratan con pacientes cuya primera lengua no es el inglés. Para esta institución, los cambios son necesarios porque el efecto de esta disparidad redunda en un peor tratamiento de las enfermedades de las minorías étnicas, lo que finalmente se asocia con un mayor porcentaje de mortalidad entre la población afroamericana.
El informe ha levantado ampollas en uno y otro lado del Congreso, pero lo peor para los estadounidenses es que se ha juntado con una mala noticia relacionada con esta cuestión. Y es que hacía apenas unos días de este informe varios periódicos empezaron a publicar algo de lo que ya eran conscientes algunos de los receptores del Medicare (servicios médicos para la población más humilde y pensionistas): algunos médicos que tratan a los mayores empiezan a no aceptar enfermos por el recorte de la partida presupuestaria destinada a este concepto. El problema es muy serio porque, como dijo el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en una de sus últimas intervenciones, hay que preparar los Presupuestos para hacer frente al envejecimiento de la población, que llegará a sus máximos a partir de 2010, cuando los hijos del baby boom lleguen a la jubilación.
Sin embargo, ni el presidente George Bush ni su equipo parece que estén trabajando en la solución. Bush sigue prometiendo recortes de impuestos a empresas y los demócratas ya están empezando a impacientarse porque con tanta rebaja fiscal y un Presupuesto tan determinado a proteger el país de agresiones externas apenas queda nada para la gestión del Estado. De hecho, este año se han recortado del Presupuesto para el Medicare 300 millones de dólares (345 millones de euros) sobre la propuesta que la Oficina Presupuestaria del Congreso (un órgano no afiliado políticamente) había hecho. Aunque la profesión médica se encuentre en el ojo del huracán, la realidad es que los gastos en sanidad no hacen más que crecer por los adelantos en estos campos y el envejecimiento de la población, sin que desde el Gobierno sea lo suficientemente realista como para ver que ésta no es manera de garantizar el mínimo sanitario en el país más poderoso del mundo.