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Las Bolsas del euro

El tigre celta ignora la recesión

El elevado peso de la vieja economía ha hecho de la Bolsa de Dublín un oasis ante la inestabilidad de los mercados

Como país tradicionalmente católico que es, Irlanda tiene en su crecimiento demográfico un arma para mantener la economía a flote. La demanda interna es uno de los motores económicos del país y una de las características que destacan los analistas a la hora de mantener sus perspectivas de crecimiento para Irlanda muy por encima del de la media de la Unión Europea. Ello, unido al carácter tradicional de los sectores que componen su mercado, inclina a los expertos a pensar que la Bolsa de Dublín puede comportarse muy bien en los próximos meses.

'La recuperación en Estados Unidos está al alcance de la mano, pero será más suave que agresiva, con unos tipos de interés que se mantendrán muy bajos durante un tiempo más largo de lo habitual. Irlanda reiniciará pronto su crecimiento estructural basado en la fuerte demografía, lo que supone un tema clave para la inversión', explican los analistas de NBC Stockbrokers, una sociedad de valores irlandesa.

Calificada como el tigre celta, la economía irlandesa inició un profundo proceso de desarrollo a mediados de los año noventa, caracterizado por el fuerte ritmo de crecimiento económico derivado tanto de la fortaleza de su demanda interna como de las exportaciones. Clave para esto último ha sido la voluntad del Gobierno irlandés de atraer la inversión al país a través de la bonificación fiscal a las empresas. Irlanda tiene actualmente los impuestos más bajos para las empresas de toda la Unión Europea. Gracias a ello, grandes grupos transnacionales, como Intel o Gateway, se han instalado en el país como vía para adentrarse en el mercado europeo. En 2000, Irlanda registró un crecimiento del PIB del 7,5% y, a pesar de la desaceleración, se espera que los datos de 2001 superen el 6% de crecimiento.

Este desarrollo, similar al de economías del sureste asiático, como Corea y Hong Kong, ha tenido su correspondencia en el mercado de valores irlandés. La Bolsa de Dublín registró en 2000, año del pinchazo de la burbuja tecnológica, una revalorización del 14,05%, la mayor de toda Europa. El año pasado, ejercicio de inestabilidad donde los haya, el índice general del parqué dublinés cerró con una caída de tan sólo el 0,27%, de nuevo, la menor de Europa. 'La economía irlandesa se encuentra ahora en su decimocuarto año de ajustes estructurales derivados del cambio de paradigma desde el intervencionismo europeo al modelo de liberalismo anglosajón', apuntaban los analistas de Goodboy Stock Brokers en un informe de finales del año pasado. 'Los bajos impuestos a las empresas, el acceso al mercado de la zona euro y una mano de obra muy productiva serán de nuevo un imán para las inversiones, a medida que se recupere la confianza industrial'. Esta casa de valores sitúa el crecimiento del PIB irlandés en el 4,9% este año, aunque matiza que cualquier revisión será para elevar el objetivo. NBC Stockbrokers, por su parte, calcula crecimientos del PIB irlandés cercanos al 7% en 2002.

La peculiaridad económica irlandesa -fortaleza de la demanda interna e imán para la inversión extranjera- convierte a su mercado de valores en una opción a tener en cuenta a la hora de diversificar las inversiones por toda la Unión Europea. Al contrario que en otras plazas del continente, en Dublín el peso lo llevan los sectores de la denominada vieja economía, principalmente encarnada en el sector financiero, con grupos bancarios como el Allied Irish Banks, el valor de mayor peso de este mercado. 'La sobrevaloración sigue afectando a los sectores de la nueva economía y creemos que aquellos sectores valorados desde el punto de vista de la vieja economía demostrarán ser una mejor inversión', apuntan en NBC Stockbrokers. 'Bank of Ireland, Irish Life and Permanent y Allied Irish Banks ofrecen ingresos atractivos, dada la fuerza competitiva de que disponen en un mercado, el irlandés, caracterizado por un crecimiento estructural que se apoya en el crecimiento demográfico', añaden.

No todo son, sin embargo, parabienes en el sistema financiero irlandés. El que una vez fue el paraíso del inversor, institucional y particular ha visto en las últimas semanas caer en picado su mercado de valores, hasta acumular un descenso superior al 13% en lo que va de año y convertirse en una de las peores plazas del mundo y, sin duda, en la peor de la Unión Europea. Este castigo de los inversores no tiene tanto que ver con las perspectivas económicas del conjunto de la economía del país, como con hechos puntuales que han empañado la confianza de los inversores en las compañías irlandesas.

El más sonado ha sido, sin duda, el de Allied Irish Bank, cuyo consejo de administración difícilmente olvidará el nombre de John Rusnak, operador de su filial estadounidense Allfirst Financial y principal sospechoso de maquillar con movimientos ficticios unas pérdidas de 785,6 millones de euros ocasionadas al operar con divisas. El 6 de febrero, fecha de la publicación de la noticia, los títulos de Allied Irish Bank se desplomaron un 16% y con ellos -al ser el valor con más peso de la Bolsa- el índice general del parqué dublinés, que a punto estuvo de repetir los mínimos que tocó tras los atentados del 11 de septiembre. Esta semana, un diario financiero de Londres informaba en sus páginas de que el Royal Bank of Scotland está considerando la compra del Allied Irish Banks o bien de su filial estadounidense. La noticia no ha sido confirmada por ninguna de las dos entidades, pero ha servido para que el banco irlandés recupere en unas cuantas sesiones buena parte de lo perdido tras hacerse público el fraude.

'La credibilidad de los gestores del banco se ha visto dañada, pero las pérdidas de 750 millones de dólares en Allfirst deben ser consideradas como lo máximo que perderá el banco', afirman en Goodboy Stockbrokers. Los analistas recomiendan comprar el valor.

El de Allied Irish Banks no ha sido, sin embargo, el único escándalo que ha sacudido el mercado de valores irlandés. La farmacéutica Elan, la cuarta mayor compañía del país, está siendo investigada por la SEC, el regulador de los mercados estadounidense, por inflar sus resultados de 2001. Elan, que cotiza también en Estados Unidos a través de ADR, ha visto caer a la mitad el precio de su acciones en el último mes. Paralelamente, Fyffes, la mayor compañía frutícola, ha acusado a un holding denominado DDC de operar con información privilegiada cuando vendió su participación en la compañía hace dos años.

Todos estos episodios han socavado la confianza inversora en el mercado de valores de Dublín, más aún cuando la sombra de Enron planea sobre todas las compañías del mundo. Pese a ello, el optimismo de los analistas en torno a la Bolsa irlandesa no decae, sobre todo ante las perspectivas de recuperación en Estados Unidos de cara al segundo semestre de este año. Citigroup, por ejemplo, sitúa el índice Iseq dublinés en 6.000 puntos en un plazo de 12 meses, cerca de un 20% por encima de los niveles actuales. Las apuestas parecen claras. El sector bancario aparece en todas las quinielas junto con el sector de alimentación, donde grupos como Fyffes o Kerry Group, exportador internacional de alimentos, gozan de recomendaciones de compra. Ambas compañías mantienen la fortaleza en sus resultados a pesar de la desaceleración económica.

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