Un bache en los resultados
Tras siete años consecutivos de fuerte crecimiento, los beneficios de las empresas cotizadas retrocedieron en 2001. El ritmo medio de incremento de casi el 20% anual logrado entre los años 1994 y 2000 no parecía sostenible, pero los analistas aún confiaban a comienzos del ejercicio pasado en que se lograran incrementos superiores al 10% tanto para el año pasado como para éste. Sin embargo, la concatenación de dos crisis -la del 11 de septiembre y la argentina- ha convertido en inevitable el bache en los resultados que ya se veía venir trimestre a trimestre y que ayer quedó certificado.
La mayoría de las empresas, con todo, ha mantenido el tipo ante la adversidad. Por cada una que ve empeorar sus resultados, hay casi dos compañías que los mejoraron en un año en que la coyuntura ha sido particularmente difícil. Un dato adicional obliga a relativizar la caída del beneficio de las empresas cotizadas vistas en su conjunto: el impacto de una sola empresa marca el signo negativo.
La entrada de Repsol YPF en pérdidas en el cuarto trimestre -que supone una caída del 57,8% en el resultado del ejercicio- como consecuencia de las cargas extraordinarias por la crisis argentina ha sido decisiva. Sin incluir en el cómputo a la petrolera hispanoargentina, los beneficios de las empresas del Ibex crecerían un 6,5% en el conjunto del año, pero con Repsol YPF caen un 3,31%. Lo mismo puede decirse con respecto a las empresas del conjunto del mercado continuo. Para las grandes compañías españolas ha sido claramente mayor el impacto de la devaluación del peso y las medidas asociadas a la crisis argentina que el de la desaceleración económica, acentuada con los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos. Ante la adversa coyuntura y el castigo bursátil, algunas empresas han preferido darse un año de tregua y bajar así considerablemente el listón del crecimiento futuro.
Habrá quienes digan que las empresas no se han esforzado en dar buenos resultados porque la Bolsa ya las había castigado y quienes defiendan que el castigo responde precisamente a que los resultados se veían venir malos. Es posible que haya un poco de ambas cosas. La impresión es que la crisis ha llevado a las empresas a mostrarse particularmente conservadoras. Eso pone al alcance los objetivos, ya de por sí modestos en muchos casos, que se han ido marcando para este año 2002 que comienza y que, en términos macroeconómicos, viene marcado por la incertidumbre y la esperanza de recuperación.
En términos de beneficio por acción, los resultados de 2001 han supuesto un bache aún mayor que el aparente, pues la caída llega a ser del 6%. Por esa razón, desde el punto de vista bursátil, la perspectiva de una mejora en las cifras de resultados durante este año y el próximo resulta decisiva de cara a una recuperación de las cotizaciones.