La debilidad de Duhalde amenaza con un nuevo estallido social
La popularidad del presidente Eduardo Duhalde está cayendo en picado. El último sondeo de opinión conocido no le asigna más del 12% de intención de voto en el caso de elecciones anticipadas. Es probable que ese porcentaje haya caído mucho más tras su exabrupto del pasado viernes, cuando se aumentó 15% su sueldo al tiempo que anunciaba problemas para pagar a los funcionarios este mes.
El episodio ha sido muy revelador del estado de disgregación del Gobierno argentino. Las agudas contradicciones sociales están devorando la capacidad del gabinete de unidad nacional para elaborar un plan económico que permita un comienzo de solución a la situación de Argentina.
Atenazado entre las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Tesoro de EEUU, de un lado, y la desesperación que gana a las más amplias capas de la población debido a la inflación, el paro, la congelación de los depósitos bancarios y la parálisis económica, por el otro, Duhalde está paralizado.
La presión de las petroleras, que han subido el precio de sus productos, lo ha hecho retroceder y nadie sabe si aplicará finalmente el impuesto del 20% a las exportaciones. La resistencia del sector agropecuario le ha inhibido de aplicar una retención similar a sus exportaciones. Sin respuestas frente a las peticiones de los industriales y con negativas a discutir aumentos de salarios con los sindicatos, el Gobierno tampoco termina de hilvanar un dificilísimo acuerdo con las provincias y aprobar el Presupuesto para 2002, base de cualquier principio de discusión seria con el FMI. Las protestas sociales se multiplican y amenazan con un nuevo estallido social, más si Duhalde cumple su advertencia de recurrir a la represión policial.
Elecciones generales
En este contexto, algunos gobernadores del peronismo discuten públicamente la necesidad de anticipar las elecciones previstas para septiembre de 2003.
En la misma línea se orienta el ex presidente Carlos Menem, quien insiste en ser candidato nuevamente a pesar del repudio popular a su figura. El notable incremento de los precios de las últimas semanas amenaza con desbordarse y dar paso a una espiral hiperinflacionaria. El Banco Central ha prestado más de 6.000 millones de dólares a los bancos contra títulos públicos devaluados, una gran fuente de inflación. Si este proceso avanza, la situación del Gobierno se haría muy difícil y la salida sería anticipar las elecciones.