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Tribuna
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El reto de la Universidad virtual

Internet no es una moda pasajera. Tiene poco más de cinco años de vida y sólo estamos en la antesala de lo que será en el futuro, pero ya es una herramienta que utilizan 500 millones de personas en el mundo y es de uso intenso y cotidiano para 100 millones. Al tiempo, está transformando el modo de informarnos, educarnos, trabajar, disfrutar o relacionarnos.

Internet está aquí para desarrollarse y quedarse y nos transporta desde la sociedad industrial a la sociedad de la información, y esperemos que también lo haga hacia la sociedad del conocimiento, ya que su reto no es sólo traernos un mundo donde la información ha dejado de ser un bien escaso, sino lograr que esa información, accesible y procesada, se transforme en conocimiento para todos. Democratizar el acceso a ese conocimiento es la clave del desarrollo personal, social y empresarial futuro.

Los ciudadanos tienen en Internet la mejor herramienta para formarse y actualizar permanentemente su propio conocimiento, y, con ello, un instrumento para triunfar en la competitiva sociedad actual. Por eso, acceder al conocimiento a través de la Red se ha convirtiendo en una de las estrellas puntocom y en uno de sus mercados con más futuro y mejor rentabilidad.

Con su tecnología Internet está revolucionando los modelos de formación. Este tipo de enseñanza (e-learning) tiene ventajas decisivas para combatir la dispersión de los alumnos, la incompatibilidad de horarios o la necesidad de completar la formación en un periodo corto de tiempo. Para las empresas ofrece además ventajas adicionales, como su capacidad para entrenar a gran cantidad de empleados y su menor coste.

æpermil;se es un proceso que empieza a llamarse pomposamente el Campus Virtual y que en algo sí se parece a un campus universitario. Utilizando como interface un ordenador, el profesor está en el puesto de trabajo o en casa, y el alumno o el profesional goza de libertad de horarios para marcarse su propio ritmo de trabajo. æpermil;sas son las diferencias, ya que por lo demás es posible contar con la mayoría de los servicios que ofrece una universidad presencial: prácticas, documentación, foros y tutores que supervisan al alumno.

Para las empresas la llave de ese futuro está ya disponible y empieza a abrir la puerta. Son muchas las que ya cuentan con una intranet que hoy se está usando fundamentalmente como medio de comunicación entre los empleados, pero que se puede utilizar como campus para la difusión del conocimiento, apoyándose en el desarrollo de las telecomunicaciones y en la banda ancha, como soporte. Ese uso es todavía muy reducido, pues sólo una de cada 10 empresas medias y grandes están apuntada a la formación online en España, pero su desarrollo será espectacular en pocos años.

Y como la tendencia es hacia los tutores propios, en vez de hacia la subcontratación del servicio, el paso siguiente, que ya es una realidad en algunas grandes empresas españolas, será la creación de escuelas propias, donde los empleados podrán acceder a una gigantesca oferta de conocimientos, rompiendo barreras físicas.

Las universidades corporativas están en ese horizonte. Las grandes empresas acumulan una riqueza de conocimiento y experiencia en su campo que supera a los que pueden tener los departamentos de muchas universidades tradicionales, y ese conocimiento estará a disposición de la sociedad, y no sólo de los empleados.

Las universidades corporativas competirán con las demás universidades, puede que no expidan títulos académicos, pero sí conocimiento y, probablemente, hasta cobren por ello, rentabilizando parte de las inversiones. Internet es una revolución y sólo estamos en su antesala, pero las universidades corporativas forman ya parte de esa revolución y han dejado de ser una quimera. Están en el horizonte, y es un horizonte que se alcanzará antes de lo que se piensa.

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