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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Duisenberg se prejubila

Wim Duisenberg puso fecha ayer, décimo aniversario del Tratado de Maastricht, a su retirada como presidente del BCE. Se irá el día de su 68 cumpleaños -9 de julio de 2003-, dentro de 17 meses, y tres años antes de que finalice su mandato. El primer presidente del BCE ha hecho bien en despejar incertidumbres sobre su retirada porque, en teoría, facilita una transición ordenada a la sucesión.

A pesar de que le puede maniatar ante decisiones de gran calado, con esta especie de prejubilación Duisenberg da plazo suficiente para negociar a los países interesados en promover candidatos. Pero sobre la presidencia del BCE pesa el pacto no escrito entre Francia y Alemania cuando Duisenberg asumió el cargo, en 1998, por el que no finalizaría su mandato y sería relevado por un francés. Tal arreglo, nunca reconocido por el BCE, fue entonces descrito por Francia como 'pacto de caballeros', pero es visto por muchos como 'compromiso sucio'. Si tal acuerdo entre las dos primeras potencias existe, el escepticismo sobre el BCE aumentará y no será nada bueno para el euro.

Esto es especialmente significativo para Jean-Claude Trichet, el nombre más citado como sucesor, que tiene pendiente una investigación judicial por la crisis del ex banco estatal Crédit Lyonnais. A nadie se le escapa que el largo plazo hasta la salida de Duisenberg proporciona tiempo para que los jueces decidan sobre la responsabilidad del gobernador del Banco de Francia en el caso. Trichet, brillante intelectual, dotado de astucia política y experto en la comunicación con los mercados -la gran carencia de Duisenberg-, podría ser un buen presidente. Pero el riesgo de su llegada antes de que los jueces decidan es demasiado alto. Por eso, al hoy candidato francés le beneficia el anuncio de Duisenberg. Además, en mayo finaliza el mandato del vicepresidente del BCE, Christian Noyer, y París se ha apresurado a decir que no es necesario que le sustituya otro francés. Si se está jugando así con el periodo presidencial, es una irresponsabilidad.

Duisenberg anuncia que deja el puesto tras la compleja puesta en marcha del BCE y con la exitosa implantación del euro en su haber. Sin embargo, sigue sin consolidarse la independencia y credibilidad del BCE y una política de información clara a los mercados, inversores y ciudadanos, aunque hay que reconocerle los avances dados los últimos meses. Durante su mandato, el euro perdió más del 26% de su valor frente al dólar y la misión de contener la inflación aún no ha dado sus frutos, mientras que la economía se ha estancado. Pero tal vez su mayor error haya sido minusvalorar los efectos sobre la zona euro de la crisis de EE UU cuando ésta ya era evidente. A su sucesor no le va a faltar trabajo.

Rodrigo Rato, presidente de turno del Ecofin, dijo ayer que el futuro presidente del BCE se elegirá en función de la calidad de los candidatos 'y de los acuerdos políticos'. Es deseable que la autoridad monetaria de 300 millones de europeos no salga de pactos espurios.

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