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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dragados da el salto en la UE

Dragados dio ayer el primer paso importante en el esperado proceso de internacionalización y aumento de tamaño de las constructoras españolas. La compañía ligada al SCH ha llegado a un acuerdo de fusión por adquisición del grupo Hollandsche Beton Groep (HBG), de Holanda, una compañía de igual tamaño que la española. La operación, que coloca a la empresa que preside Santiago Foncillas como tercer grupo de construcción y servicios europeo -tras los franceses Bouygues y Vinci- y entre los siete primeros en la actividad de construcción pura, mejora sustancialmente su posición en los mercados europeos, donde Dragados y HBG tienen una muy beneficiosa complementariedad.

Si hubiesen cerrado el pasado año juntas, la compañía fusionada habría logrado unas ventas de 10.811 millones de euros (1,79 billones de pesetas) y un beneficio operativo antes de extraordinarios (Ebit) de 515 millones de euros, con una plantilla de 70.000 personas en los cinco continentes. Aunque considerables, estas cifras quedan aún lejos del líder Bouygues, lo que da idea del potencial de crecimiento de la nueva empresa.

La opa emprendida por Dragados puede calificarse de valiente. Va a desembolsar 756 millones de euros, que cubrirá con crédito, desinversiones y, tal vez, aplazando algunos proyectos de inversión. Ello supone 21,25 euros por acción, lo que representa un prima del 60% sobre la media del cierre de la acción de HBG en las últimas 30 sesiones y de un 57% respecto al cierre del pasado lunes. La elevada prima no fue bien acogida por la Bolsa, que penalizó a la empresa española con una caída del 8,25%, al tiempo que el valor de HBG se disparaba en Amsterdam un 52%, hasta aproximarse a la prima que pagará Dragados. El mercado interpretó que la prima es excesiva, pero también, y sobre todo, empezó a descontar la apuesta de los últimos meses porque Dragados iba a protagonizar una importante operación. En opinión de algunos analistas, el hecho de que la compra se haga en metálico y no mediante canje de títulos ha decepcionado a muchos inversores, que esperaban beneficiarse de una operación así hace tiempo.

La compra también tiene doble lectura interna. Por una parte, es la gran operación pendiente de Santiago Foncillas, de 72 años. El presidente de Dragados y su mano derecha, Demetrio Ullastres, llevaban tiempo tras una fusión que la destacara a la cabeza del sector español. Un vez desactivada su intención de formar un gran grupo nacional con FCC y tras la fallida fusión con Sacyr, los gestores pusieron el punto de mira en el resto de Europa. HBG, que fue varias veces opada sin éxito - su compra también fue estudiada por otras constructoras españolas-, ha sido finalmente la diana conseguida por Foncillas, quien además de presidir la nueva empresa logra que se siga llamando Dragados, continúe siendo una empresa española y que su centro de decisiones esté en España.

La compra de Dragados debe servir de detonante para que el resto de grandes constructoras españolas desempolven sus proyectos para ganar tamaño. Pero todo indica que una fusión nacional ya no es respuesta suficiente. Si acaso, un paso intermedio. Es hora de pensar en términos comunitarios. El sector español vive un momento dulce. La crisis de crecimiento de 2001 no le ha afectado, ha crecido en beneficios y ha resistido los avatares bursátiles sin sobresaltos, apoyado tanto en la obra pública como privada, pero también en la creciente diversificación hacia los servicios. En este sentido, Dragados vuelve con esta operación a un segmento de muy altos márgenes y en el que HBG pisa fuerte en el mundo. Se trata de la actividad que da nombre a la constructora española, el dragado.

Se trata, por tanto, y si no surgen inesperadas sorpresas de última hora, de un buen movimiento europeo para una empresa española. Debe aportar dinamismo, competitividad y mercados. A la vez que coloca a Dragados a otro nivel, imprescindible en el contexto continental, es un paso más en la europeización de las empresas españolas. æpermil;stas, como ha ocurrido en el caso de Altadis, están perdiendo el temor a las fusiones transnacionales, porque no se puede perder el tren.

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