Negocios con los organismos multilaterales
Enrique Fanjul plantea la necesidad de hacer un mayor esfuerzo en la Administración para reforzar la participación de empresas españolas en proyectos de los organismos internacionales
De acuerdo con ciertas estimaciones, los préstamos que conceden los bancos multilaterales de desarrollo (como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, etcétera) ascienden a 50.000 millones de dólares al año (58.000 millones de euros). Con ellos se financian proyectos que podrían movilizar una suma adicional de 50.000 millones de dólares, procedentes de otras fuentes de financiación. En total, pues, 100.000 millones de dólares (116.000 millones de euros) para proyectos que se inician cada año.
Estos datos ponen de relieve la importancia que ha alcanzado la actividad de los organismos multilaterales, actividad que supone unas oportunidades de negocio muy atractivas. Los principales países industrializados prestan gran atención a estas oportunidades y apoyan a sus empresas que aspiran a trabajar con esos organismos.
España, sin embargo, ha tenido una participación reducida de sus empresas en la contratación de proyectos financiados por organismos internacionales.
Diversas razones explican esta situación. España cuenta con pocas empresas de consultoría (una parte sustancial de los proyectos que financian los organismos multilaterales son de consultoría: asesoramiento, asistencia técnica, formación, reforma institucional). Estas empresas, además, son por regla general relativamente pequeñas. No hay entre el tejido empresarial e institucional español el suficiente conocimiento acerca de la actividad y las oportunidades que ofrecen los organismos internacionales. También hay desconocimiento acerca de cómo se debe trabajar con ellos. Faltan contactos con entidades de otros países (en el caso de los programas de la UE con frecuencia son recomendables las alianzas con empresas de otros países europeos).
Aumentar la participación española en los proyectos de los organismos multilaterales es un objetivo reiteradamente proclamado por nuestra Administración comercial desde hace tiempo. Pero el hecho cierto es que, más allá de las declaraciones genéricas, queda mucho por hacer.
Una primera manifestación de nuestras carencias es el desconocimiento sobre el estado del tema. Aparentemente no existe mucha información acerca de las empresas que trabajan regularmente con los organismos internacionales, de los proyectos que son adjudicados y realizados por empresas españolas o del personal de nacionalidad española que ha sido contratado y trabaja en los organismos internacionales.
Un aspecto de particular importancia es el del personal. España debe reforzar su política, en primer lugar, para el personal que ha sido contratado directamente por estos organismos. Habría que hacer un esfuerzo para saber quiénes son, establecer unos canales regulares de comunicación con ellos, con el fin de sensibilizarlos y conseguir su apoyo para las empresas españolas. Por otra parte, España debe también reforzar su política para el personal enviado por la propia Administración española como representación oficial. Es importante definir bien su perfil: que sean personas adecuadas y dispuestas a apoyar a las empresas.
Parece conveniente hacer un esfuerzo para definir una política sólida y bien razonada que tenga como objetivo promover una mayor participación de empresas e instituciones españolas en los proyectos de los organismos internacionales. Para ello puede ser útil estudiar a fondo el estado actual de la cuestión: qué empresas e instituciones españolas tienen una participación regular en este mercado, cuáles son los problemas con que han tropezado.
También puede ser útil estudiar las experiencias de otros países de nuestro entorno: ¿qué hacen las Administraciones de Francia, Italia, Estados Unidos... para ayudar a sus empresas a ganar contratos de organismos internacionales? Es muy probable que estudiando esas experiencia se obtuvieran ideas de interés.