Los resultados empresariales recortan las valoraciones bursátiles
Enero ha dejado un sabor agridulce. No respondió a las expectativas de mejora pregonadas por algunos, pero tampoco mantuvo el pesimismo registrado a mediados de mes. Un sentimiento, en todo caso, muy confuso. Las últimas noticias tampoco han animado, precisamente, a los inversores.
Que los mercados de acciones se agarran a cualquier clavo ardiendo para mejorar precios y volúmenes es algo que nadie cuestiona. Que el inversor final sigue ausente, asustado y atrapado a precios sensiblemente más altos que los actuales, es algo muy conocido en la Bolsa. ¿Quién tira del carro ante estos hechos?
Las operaciones por cuenta propia de las sociedades de valores y Bolsa y los históricos operadores a corto plazo son, una vez más, los protagonistas. Están obligados, más los primeros que los segundos, a mantener encendida la llama de los mercados, porque es su negocio.
En los últimos días se han producido una serie de acontecimientos que han contribuido a aumentar los niveles de volatilidad de los índices y de los valores que más ponderan. Las contradicciones han sido determinantes en este proceso. Lo mejor lo han encontrado los expertos en el crecimiento inesperado del 0,2% del PIB de Estados Unidos durante el último trimestre de 2001. Lo peor, en unos resultados empresariales pésimos, aunque la terminología que usan los analistas no sea, precisamente, ésta. Para no mentar la bicha, los profesionales de la inversión hablan de resultados mejores o peores de lo previsto. Estos palabros son extrapolables a otras variables, incluido el PIB.
Son resultados pésimos, pero mejores de lo esperado. Como el PIB, que arroja un crecimiento raquítico, pero suficiente para que el término recesión desaparezca de los informes durante alguna temporada.
Los mejores analistas van más lejos, porque siempre separan el trigo de la paja. Aborrecen la parafernalia y los castillos de fuegos artificiales. Analistas que han lanzado el guante: ¿están caras o baratas las Bolsas a los niveles actuales?
Hay consenso. Las Bolsas de Estados Unidos no pueden justificar sus actuales valoraciones, excesivamente altas, con los resultados empresariales conocidos y las cifras mínimas de crecimiento. En Europa los precios están más ajustados, pero el dinero prefiere Estados Unidos.