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EL PULSO EXTERIOR
Columna
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Europa del Este, un mercado de oportunidades

José Manuel Fernández Norniella expone cómo la crisis argentina ha demostrado que las empresas españolas deben ampliar mercados y apuesta por la expansión hacia Europa del Este

El cambio más trascendental que ha experimentado la economía española, en la última década, ha sido la progresiva apertura a los mercados internacionales. Un impulso que ha permitido a España convertirse, por primera vez en su historia, en el sexto inversor mundial en el exterior.

Iberoamérica, nuestro gran destino inversor, ha sido y es una opción estratégica de éxito para las empresas españolas que, en muchos casos, han alcanzado desde este continente volumen, experiencia y categoría transnacional suficiente para acometer proyectos en el resto el mundo. No obstante, los últimos acontecimientos vividos en Argentina sirven como elemento de reflexión sobre la necesidad de diversificar exportaciones e inversiones en el exterior para minimizar el lógico riesgo de vulnerabilidad que acompaña a todo proceso de globalización económica.

La inminente ampliación de la Unión Europea a los países del Este -a finales de 2002 deben concluir las negociaciones con los candidatos que estén preparados-, brinda al tejido empresarial español una oportunidad para diversificar sus ventas e inversiones en el exterior. En última instancia, la incorporación de los Estados candidatos -Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa y Rumania- supondrá una expansión considerable del mercado de la Unión Europea, al aumentar un 34% el área de cooperación e integrar a 105 millones de personas.

Los países del Centro y Este de Europa, desde la perspectiva de los intercambios comerciales, están crecientemente integrados con la UE. En 2000, el 51% de las ventas al exterior de los países candidatos ha tenido por destino a los países miembros de la Unión, mientras que un 70% de sus importaciones han procedido de sus futuros socios comunitarios.

Por su parte, las relaciones comerciales y los procesos de inversión de la economía española con los Estados candidatos del Este y Oriente de Europa se han intensificado notablemente en los últimos tres años. En particular, los flujos de exportación y la inversión de España en estos países suponían, en 1997, el 1,9% y el 0,2% del total, respectivamente. En el año 2000, el 2,5% y 1,9% de las exportaciones y de la inversión española, respectivamente, se dirigió ya hacia los países candidatos.

De estos datos se desprende, pues, que en los últimos años las empresas españolas han realizado un significativo esfuerzo con el propósito de fortalecer sus vínculos con los países de Europa Central y Oriental. Sin embargo, dadas las cuantiosas posibilidades que entraña la próxima ampliación, al empresariado español le queda todavía un largo camino por recorrer.

Energía, construcción, infraestructuras, agroalimentario y turismo son los sectores que ofrecen mayores oportunidades para las empresas españolas en esta área geográfica. El tejido empresarial español debe aprovechar este momento para invertir en la zona, no sólo porque ahora sea más barato, sino porque, además, las empresas de estos países están modernizándose, renovando sus equipos productivos y tecnológicos, y buscando socios financieros y comerciales.

A la presidencia española del Consejo Europeo le ha tocado desempeñar un papel determinante en la ampliación comunitaria. Durante el primer semestre de 2002 deben cerrarse capítulos tan decisivos como la agricultura, la política regional e instrumentos estructurales, las disposiciones financieras y presupuestarias y la reforma institucional. Con toda seguridad, a finales de 2002 habrán concluido las negociaciones de adhesión con algunos de los países candidatos. Esta circunstancia determina que el momento actual sea decisivo para expandir las relaciones comerciales y de inversión españolas con los futuros Estados miembros.

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