Precios fuera de control
La euforia manifestada por el Gobierno ante el aparente control de los precios en el mes de diciembre último puede trocarse en lamento si se confirman los malos augurios de organizaciones de consumidores y los cálculos de los expertos sobre el comportamiento de los precios en este mes de enero. La caída de la inflación hasta una tasa anual del 2,7% en diciembre pasado, que esconde una variación anual del núcleo duro de los precios del 3,6%, puede mudarse en una tasa muy superior al 3% de nuevo, despertando los fantasmas inflacionistas de hace sólo un año y presionando de forma peligrosa la negociación de los convenios colectivos y el resto de los costes de producción. æscaron;nicamente el cambio puntual de ponderaciones del IPC, con la inclusión de rebajas y mejoras de calidad, pueden aliviar en parte este tirón de enero.
En este más que probable rebote de la inflación hay una responsabilidad muy repartida. Desde el Gobierno hasta el más modesto de los comerciantes. Si éstos han aprovechado la llegada de una nueva moneda para encubrir una fuerte subida de los precios amparados en un redondeo cómodo que facilite las operaciones, el Ejecutivo ha puesto en marcha subidas de impuestos en el momento menos oportuno. Las alzas impositivas (tabaco, alcohol, gasolina, butano) provocan de inmediato una reacción defensiva de los agentes económicos que se traduce en una subida del resto de los precios. Si la gasolina sube un 10%, pongamos por caso, el café o la caña suben otro 10% como reacción conductista.
El Gobierno siempre justificará sus aumentos de impuestos en aras de mantener el equilibrio presupuestario, mejor instrumento de política económica para contribuir al control de la inflación. Pero debió buscar otro momento, teniendo en cuenta además que carece del más mínimo sistema para controlar los precios en una economía libre como la europea.
Pero más culpabilidad tienen las esferas periféricas de la Administración. Los gobiernos autonómicos y locales han desoído los llamamientos a la moderación y han empezado subiendo los precios de los transportes públicos una media del 10%. ¿Cómo pedir moderación siendo ejemplo de la exageración? Sea como fuere, España puede proseguir un año más con un diferencial de precios con la UE superior a un punto y seguir perdiendo poder de venta en el exterior en el ejercicio que más falta hace para recuperar el pulso del crecimiento.