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Las cajas de ahorros frenan su expansión y se centran en vigilar gastos y riesgos

Las cajas de ahorros han frenado este año su ritmo de expansión. Las 15 principales entidades abrieron un total de 418 oficinas, prácticamente la mitad de las que inauguraron el año anterior. Es una señal de cierto agotamiento del sector, que se centrará el año que viene en el control de costes, en potenciar las áreas de control de riesgos ante la perspectiva de Basilea II y en ofrecer productos y servicios con mayor potencial de crecimiento para sortear el estrechamiento de márgenes y la desaceleración del negocio.

La desaceleración económica ha acabado dando la razón al gobernador del Banco de España, Jaime Caruana. El responsable del banco supervisor vaticinó en una asamblea de la CECA, celebrada en abril, tensiones en el crecimiento futuro de los resultados como consecuencia de los excesos cometidos en los años de expansión y reclamó al sector "automoderación" tanto en la inversión crediticia como en la renta variable, como en los costes de los servicios centrales y de la red de sucursales.

El mensaje del gobernador sonó entonces algo exagerado. El sector exhibía todavía buenos resultados e índices de rentabilidad y sólo unos pocos veían en aquel momento nubes en el horizonte.

Pero los acontecimientos se confabularon para dar la razón a los más pesimistas. Los sucesos ocurridos en septiembre, con el consiguiente empeoramiento del panorama internacional y nacional, acabaron por trasladarse al negocio.

El descenso de los tipos de interés ha reducido los márgenes financieros. La volatilidad de los mercados de valores ha recortado los ingresos por operaciones financieras y las comisiones procedentes de fondos de inversión. Y el menor tirón de la demanda ha desacelerado el crédito. Además, bancos y cajas han tenido que responder a las exigencias de mayores dotaciones para hacer frente a los riesgos.

De acuerdo con los datos del tercer trimestre, la mitad de las cajas registró menores ganancias y previsiblemente el año 2001 acabará con menores ganancias de las registradas el año anterior. Sería la primera vez desde 1990 en que se da esta circunstancia.

Todo ello ha cambiado considerablemente el escenario en el que las entidades desarrollaban su actividad y está condicionando los planes de actuación previstos para 2002.

Líneas de actuación

Así, en una encuesta realizada entre las principales entidades, sus portavoces destacan el control de gastos, el impulso a las áreas de control de riesgos y la especialización en productos y servicios con mayor potencial de crecimiento como los objetivos principales para 2002. Aunque, lógicamente, la estrategia varía de unas cajas a otras, los puntos señalados arriba coinciden prácticamente en la totalidad de las cajas consultadas.

También tónica común es que la expansión de la red de sucursales, uno de los aspectos prioritarios hasta hace poco en el diseño de las líneas de actuación de casi todas las cajas, apenas destaca entre los objetivos planteados para el año que llega.

Ya en 2001, las aperturas de oficinas realizadas por las mayores, La Caixa y Caja Madrid, nada tienen que ver con las realizadas un año antes.

La Caixa abrió en 225 sucursales en 2000, más de la mitad de las que ha inaugurado todo el sector este año. Aunque la caja catalana sigue siendo la que más crece, las aperturas descienden un 30% respecto a las realizadas un año antes.

El caso de Caja Madrid es también llamativo. La entidad madrileña tiene incluso puesto en marcha un plan para aprovechar la red de la aseguradora Mapfre para vender productos del banco sin abrir más sucursales. De hecho, de las 59 aperturas que figuran en el cuadro, 39 corresponden a la red de Mapfre.

Caja España, una de las más que más rápidamente ha ampliado su red, ha decidido aplazar su plan de crecimiento en Levante, donde había previsto abrir este año 20 sucursales, para dejarlo en sólo ocho nuevas oficinas.

Otras, como Bancaja, cuyo ritmo de expansión ha pasado de abrir 67 oficinas en 1999, 55 en 2000, 37 en 2001 y 20 previstas en 2002, ha optado por reforzar la estrategia multicanal, una apuesta firma de otras entidades como Ibercaja, que potenciará los canales más automatizados como la banca electrónica, telefónica, cajeros, wap, etc.

"Hemos invertido mucho en tecnología en los últimos años y ahora hay que explotar al máximo su potencial desde el punto de vista comercial", destaca el portavoz de una entidad.

Defensa de márgenes

El estrechamiento del margen financiero consecuencia del fuerte descenso de los tipos de interés es otro de los aspectos que más preocupa a los cajeros. "2002 será un año complicado en el que tendremos que esforzarnos por la defensa de los márgenes para mantener la rentabilidad", señalan fuentes del sector. Pero "el precio no será determinante", aseguran.

Eso implica que no tienen previsto abaratar mucho más los créditos ni mejorar la remuneración del pasivo para atraer más recursos de clientes.

La mayoría defiende que el único mecanismo es mejorar la relación con el cliente con una oferta más amplia de productos y servicios de mayor valor añadido.

En este contexto se explican los acuerdos de Unicaja, Bancaja, Caixa Galicia y Caja España con la aseguradora CGNU para la venta de seguros o la especialización de muchas cajas en el segmento de inversión o de empresas, una manera de diversificar el negocio.

 

Bajo el síndrome del euro, la reforma, las fusiones y Basilea II

La desaceleración de la actividad económica y su incidencia en la cuenta de resultados se produce en un momento delicado para el sector, que vive con distintos frentes abiertos: el euro, la reforma legislativa, las fusiones y las nuevas exigencias de capital de Basilea II.

La introducción de la moneda está exigiendo un esfuerzo considerable por parte de las cajas, que afrontan un coste no sólo económico, sino también en términos de esfuerzo laboral que les ha impedido acometer otros proyectos, según fuentes del sector.

Un frente que puede quedar cerrado en 2002 es la prevista reforma del sector, con la que esperan afrontar su modernización y zanjar definitivamente el debate abierto sobre su naturaleza jurídica. Las críticas crecientes a la injerencia política en estas entidades hace que las cajas clamen por la prevista limitación de la presencia de cargos públicos en los órganos de gobierno, un proyecto que se incluirá en la Ley Financiera en su trámite parlamentario. Otro de los pilares de esta modernización es la mejora de los mecanismos de capitalización para permitir que las cajas amplíen sus recursos propios y mejoren sus condiciones de acceso a los mercados. Es aquí donde se inscribe la esperada mejora de la regulación de las cuotas participativas.

Esta mejora de las herramientas de capitalización engancha de lleno con la perspectiva de las nuevas exigencias de capital de Basilea II, que está obligando a las cajas a potenciar sus áreas de control del riesgo e implantar nuevos métodos de control.

Además, el hecho de que estén menguando las fuentes tradicionales de ingresos, que los márgenes se estrechen y la necesidad de reducir el gasto hace que se viva de nuevo bajo el síndrome de las concentraciones. Y, aunque despacio, ya se mueve alguna ficha.

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