El desencanto con Toledo cunde en Perú ante la persistente crisis laboral
Recesión, desempleo y pobreza siguen siendo los males que aquejan a Perú. La receta mágica del presidente Alejandro Toledo para crear 300.000 empleos anuales se estrella con las dificultades de la crisis. El nerviosismo social desembocó la semana pasada en la primera jornada nacional de protesta desde que Toledo preside el país. El Gobierno revisa a marchas forzadas sus optimistas previsiones económicas hechas al inicio de legislatura.
La sociedad se impacienta. Aproximadamente, el 48% de la población vive en la pobreza. La tasa de paro oficial no es excesivamente alta, 9,7%, pero el subempleo afecta a más de la mitad de los trabajadores. La disciplina presupuestaria impuesta por Toledo para sanear las cuentas públicas impide apreciar grandes resultados a corto plazo, frustrando las expectativas de una población angustiada tras una década de dictadura encubierta, con Alberto Fujimori.
El compromiso de sanear las cuentas públicas mediante la disciplina fiscal ha provocado una fuerte caída de la inversión pública. En el tercer trimestre, la inversión cayó un 26,3%. El punto de partida era complicado, la contracción del consumo y el elevado nivel de deuda externa (52% del PIB) han recortado sustancialmente la capacidad de gasto social del Gobierno.
"La gente estaba esperando resultados, pero éstos no se han producido", apunta Mirtha Muñiz, analista del Banco de Crédito. Dadas las dificultades de recaudación, el Ejecutivo confía en las privatizaciones. El programa trazado por el ministro de Economía, Pedro Pablo Kuzcynski, prevé este año ingresos de 500 millones de dólares (553 millones de euros, 92.250 millones de pesetas) y de 700 millones (774 millones de euros, 129.150 millones de pesetas).
Los expertos dan a estas ventas la clave de la recuperación. "La realización del proyecto de privatizaciones es vital, es imprescindible que se lleve a cabo", afirma el economista jefe del BBVA para América Latina, Adolfo Albo. "El programa de privatizaciones supondrá una aportación importante para los ingresos fiscales y una redistribución del gasto a favor de las partidas sociales", opina Caja Madrid.
La situación no es fácil para el Gobierno. Toledo juró el cargo el pasado 28 de julio, en plena recesión. El país pasó de crecer un 3,6% en 2000 a una contracción cercana al 4% a principios de año. La Administración aún sitúa en cifras positivas las perspectivas para 2001: 0,2%. Algunos expertos son más optimistas incluso, el banco Weise Suda-meris estima un crecimiento del 0,5% y Caja Madrid pronostica un 0,3%. El Banco de Crédito prevé crecimiento nulo y el BBVA pronostica una contracción del 0,1%.
Pacto con el FMI
Pese a las protestas sociales, la percepción internacional es de una gran confianza en el nuevo Gobierno peruano. Toledo ha recibido en una misma semana el respaldo del FMI y del Banco Mundial. En general, las manifestaciones del jueves pasado fueron pacíficas y se saldaron con la promesa de diálogo entre Administración y trabajadores. La sociedad espera también que el Congreso, donde el Gobierno no tiene mayoría suficiente, colabore y no trunque la política de reformas estructurales.
El Banco Mundial también ha manifestado su confianza en el futuro de Perú y avaló la emisión de bonos que prepara el Gobierno, la primera emisión significativa en 73 años. Con el FMI, el Gobierno se ha comprometido a lograr un crecimiento del 3,5%-4% del PIB en 2002. Sobre el déficit fiscal, el Fondo acepta que no se cumplirá con el objetivo del 1,5% del PIB (se prevé que sea del 2,4%) y se pacta un objetivo realista para 2002, 1,9%. El Gobierno pide tiempo para hacer realidad las promesas que anhelan sus 26 millones de ciudadanos. Los primeros resultados empiezan a despuntar. El programa A Trabajar, creado por el Gobierno para promover el empleo temporal, ha llegado a Lima, donde la pobreza afecta al 39% de los habitantes.