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La Eurocámara reclama un estatuto para fomentar la movilidad laboral

Una quimera. Así puede definirse la libre circulación de los trabajadores a la vista de los últimos datos sobre movilidad laboral en Europa. Según la Comisión Europea, sólo un 0,4% de los trabajadores comunitarios trabaja en un país distinto al de origen. Una cifra que ha causado estupor en el Parlamento Europeo, que ha pedido la creación de un Estatuto del Trabajador Europeo que ayude a cambiar la situación.

Varias décadas después de la aprobación del tratado constitutivo de la UE, la libre circulación de trabajadores sigue siendo un ideal. Así, según la última comunicación realizada por la Comisión Europea sobre la movilidad laboral en Europa, sólo un millón y medio de europeos -el 0,4% de la población en activo- trabaja en un Estado miembro distinto al de origen. De ellos, además, un 0,2% termina regresando a su país.

Los datos han sido recibidos con sorpresa por el Parlamento Europeo, que ha realizado un informe en el que reclama a Bruselas la creación de un Estatuto del Trabajador Europeo que corrija esta situación y facilite la movilidad laboral dentro de la UE. El contenido de esa propuesta debería pasar, según el informe de la Eurocámara, por la creación de un sistema paralelo europeo de Derecho Laboral y de protección social que constituya una opción "sencilla y justa" para los trabajadores "permanentemente muy móviles", como los trabajadores transfronterizos o las personas enviadas con frecuencia a destinos a través de las fronteras.

La Eurocámara hace especial hincapié en la necesidad de promulgar un régimen fiscal que no penalice, sino más bien todo lo contrario, la movilidad laboral. El denominado paquete fiscal, que intentará atenuar los profundos desfases que existen entre los Estados miembros, deberá estar listo antes de finales de 2002.

En cualquier caso, según la Eurocámara, el objetivo de la política sobre movilidad de los trabajadores no debe ser "únicamente para determinadas categorías poco frecuentes de trabajadores altamente cualificados", sino para todos los sectores del mercado laboral. La propuesta se mueve, sin embargo, en terreno pantanoso, puesto que la cámara europea es consciente de que un impulso a la movilidad transnacional podría poner en peligro el desarrollo de las regiones menos favorecidas. Se temen, en pocas palabras, los posibles efectos de una fuga de cerebros que potencie el desequilibrio interregional.

El Parlamento recuerda que las barreras que dificultan la movilidad transnacional son múltiples. La principal afecta a las pensiones, la fiscalidad, las prestaciones sociales y los salarios. Según la Eurocámara, en la mayor parte de los estados las pensiones no son transferibles de un Estado a otro y no existen las deducciones fiscales para las cotizaciones abonadas a instituciones de otro país.

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