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CRâNICA DE MANHATTAN

<i>El FBI no logra armar el puzzle</i>

Los estadounidenses llevan casi dos meses recibiendo mensajes terroríficos cada mañana. Un día es el fiscal general, John Ashcroft, anunciando que tiene "evidencias creíbles pero no concretas" de que se prepara otro atentado terrorista "para las próximas 48 horas". Otro día es el gobernador californiano, Gray Davis, diciendo que puede haber ataques contra los puentes de su Estado "en los próximos siete días" y en plena "hora punta". A ello se suma el bombardeo incesante con noticias, avisos y especulaciones sobre los ataques con carbunco. Y lo peor de todo es la percepción generalizada de que el FBI no tiene ni idea sobre el alcance, el origen y la naturaleza exacta de esta ofensiva bioterrorista.

La agencia federal de inteligencia ha prometido un millón de dólares de recompensa para quien entregue pistas que permitan detener a los culpables de los ataques con carbunco. Pero su director, Robert Mueller, reconoció el viernes que esto "no ha generado tantas pistas como habríamos querido".

El FBI cree que los ataques con carbunco pueden estar relacionados con los atentados del 11 de septiembre y tener como promotor a algún país u organización extranjeros. Pero también está enviando citaciones judiciales a numerosos laboratorios de dentro de EE UU, porque no descarta que los ataques hayan sido lanzados por agentes locales (la lista de sospechosos incluye desde grupos de supremacía blanca y antiabortistas hasta asociaciones extremistas que rechazan de plano la autoridad del Gobierno federal).

Tras semanas de investigaciones, cuatro muertes por carbunco respiratorio y decenas de casos de exposición o contaminación en Washington DC, Nueva York, Nueva Jersey y Florida, el FBI sólo ha conseguido detener a una persona en Trenton (Nueva Jersey). Pero han tenido que conformarse con dejarle retenido a manos del Servicio de Naturalización e Inmigración porque por ahora no es posible presentar cargos formales que lo relacionen con los ataques con la bacteria del carbunco.

Además, algunos congresistas han empezado a acusar a la agencia federal de inteligencia de no compartir información con las autoridades sanitarias y con otros departamentos de seguridad. Y el Centro de Control y Prevención de Enfermedades se quejó de que sus agentes le bloquearon el acceso a la carta con carbunco enviada al senador Tom Daschle. Con lo cual la imagen del FBI se degrada por momentos. Mueller dice que su agencia afronta "un enorme puzzle y necesitamos que alguien nos eche una mano para calibrar cuán grandes son las piezas, de qué color son y cómo encajan entre sí".

Los ciudadanos siguen dando muestras de encendido patriotismo cuando se trata de la guerra contra el terrorismo fuera de las fronteras de Estados Unidos. Pero empiezan a estar hartos de la sensación de peligro permanente que reina dentro del país. Según un sondeo de la revista Newsweek, sólo un 46% de los estadounidenses cree que el Gobierno tiene un plan sólido para lucha contra el bioterrorismo. Un dato que seguramente seguirá bajando si el FBI no consigue pronto alguna pista decisiva que ayude a resolver el puzzle.

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