Bush afrma la ley antiterrorista con una dura restricción de libertades
Pese a las críticas recibidas desde las asociaciones de derechos civiles, el presidente de EE UU, George Bush, puso ayer la firma definitiva a la nueva ley antiterrorista. Con ella, Washington refuerza los poderes de las fuerzas de seguridad para combatir el terrorismo a costa de restringir las libertades individuales. En Kabul, los talibanes ejecutaron públicamente a un asesor del antiguo monarca.
La ley permite a las autoridades retener durante siete días a los inmigrantes sospechosos de estar involucrados en terrorismo sin acusarles de ningún cargo. Asimismo, autoriza las escuchas telefónicas y la interceptación de correo electrónico sin orden judicial, facilita el intercambio de información entre los organismos públicos y endurece los controles bancarios para combatir el lavado de dinero.
EE UU quiere cercar las fuentes de financiación de los terroristas. Según The New York Times, el banco de inversión de EE UU Carlyle puso fin a sus relaciones con los familiares saudíes de Bin Laden.
La nueva legislación ha suscitado fuertes críticas entre las asociaciones de derechos civiles pero Bush apeló a las necesidades legales de "un país en guerra".
La Administración busca así demostrar su decisión de que no se repitan los atentados de septiembre y tranquilizar a una población que, tras el impacto de aquellos ataques, vive ahora bajo la amenaza del carbunco. Ayer se detectaron esporas de la bacteria del carbunco en unas oficinas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
La ofensiva militar en Afganistán, mientras tanto, no registra grandes avances. Los bombardeos volvieron a causar ayer más daños colaterales, de nuevo afectaron a otro establecimiento de la Cruz Roja en la capital afgana, lo que eleva el número de muertos civiles, al menos a 28 personas.
El régimen talibán ejecutó ayer al comandante Abdul Haq, asesor del antiguo rey afgano Mohamed Zahir Shah, bajo la acusación de espiar para Estados Unidos. Los talibanes ejecutaron públicamente a Haq, con un tiro en la nuca, pocas horas después de su captura.
Los líderes religiosos del régimen de Kabul proclamaron un edicto en septiembre que establece la pena de muerte para los culpables de colaborar con Washington y sus aliados.
La ejecución de Haq supone un serio revés para los planes de formar un eventual Gobierno de consenso tras la caída del régimen integrista. Este Gobierno se formaría entorno al antiguo monarca y sería el resultado de un acuerdo alcanzado con la fuerza opositora Alianza del Norte. No es el único obstáculo para derrocar a los talibanes, dado que los planes militares de la Alianza están estancados. EE UU está apoyando con agresivos bombardeos su ofensiva, pero los opositores afganos no logran superar la fuerte resistencia demostrada por los talibanes.