Washington admite que la captura de Bin Laden será "muy difícil"
Después de casi tres semanas de bombardeos ininterrumpidos, Estados Unidos admite ahora que la captura de Osama Bin Laden será una tarea difícil y quizás inalcanzable. Su objetivo ahora es el derrocamiento del régimen de los talibán y estrechar el cerco económico a la red de Bin Laden en todo el mundo. Para lograr sus objetivos, Washington emplea las mortíferas bombas de racimo en su ofensiva sobre Afganistán.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, reconoció ayer que "será muy difícil capturar o matar" al millonario de origen saudí Osama Bin Laden. Rumsfeld reconoció que el presunto responsable de los atentados del 11 de septiembre "tiene todo un pelotón de lugartenientes bien instruidos, con cuentas bancarias en unos 50 o 60 países y, a su vez, Al Qaeda no es más que una de sus redes".
El reconocimiento de Rumsfeld contrasta con el optimismo expresado por su mayor aliado, Reino Unido. Su primer ministro, Tony Blair, aseguraba ayer, en una entrevista a The Daily Telegraph, que el resultado más probable de la guerra en Afganistán es la muerte de Osama Bin Laden.
Descartada prácticamente su captura, el objetivo aliado se centra ahora en cerrar las fuentes de financiación del millonario saudí y en derrocar al régimen que le cobija. "Sí creo que habrá un Afganistán postalibán. Eso es más fácil que encontrar a una sola persona. Estamos preparados para seguir tanto tiempo como se requiera para derrocar al régimen de los talibán", admitió el secretario de Defensa estadounidense.
Plan de la ONU
En esa dirección centra también sus esfuerzos Naciones Unidas. La organización ha diseñado un plan para el futuro de Afganistán que incluye administrar el país interinamente durante un año y crear una especie de Gobierno provisional de 12 ministros, que asumirían la presidencia de forma rotatoria.
El plan -todavía un borrador- ha sido discutido y negociado con Londres y Washington y otorga a la ONU el papel de autoridad transitoria y de supervisor de la nueva Administración.
La ONU tendrá que convencer a los múltiples implicados en el proceso afgano. La opositora Alianza del Norte rechaza la participación de los talibán en este Gobierno de transición. Los líderes de las demás etnias y grupos religiosos apuestan por construir un Gobierno en torno al antiguo monarca, relegando así el papel de la Alianza del Norte. Pakistán, cuyo apoyo es clave para el éxito de la ofensiva estadounidense, se opone a cualquier iniciativa que no sea liderada por esta fuerza opositora.
Pero el primer paso para que este plan u otro plan sea posible, es acabar con el actual régimen de Kabul. Estados Unidos volvió a utilizar ayer las mortíferas bombas racimos (explosivos que se abren mientras caen para soltar otras 200, con un efecto incendiario y lanzando esquirlas en todas las direcciones) en su ofensiva, centrada ahora en el norte de Kabul. La ONU y organizaciones humanitarias han criticado duramente su uso.
Un alto oficial de la Marina reconoció ayer su sorpresa por la capacidad de los talibán para resistir hasta ahora los fuertes bombardeos con aviones y misiles por las fuerzas estadounidenses y británicas.
Los talibán vienen denunciando las numerosas muertes de civiles que están produciendo sus ataques sobre el país y solicitaron el envío de una misión de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) para que inspeccione los destrozos causados por los ataques.
"Los aviones de Estados Unidos han comenzado a destruir viviendas, escuelas, mezquitas, hospitales, oficinas del Gobierno y hasta las tiendas de los nómadas", aseguraron.
Los informadores en la zona no son capaces de comprobar las acusaciones de uno y otro bando.
Mientras tanto, Washington sigue adelante con su batalla para controlar los envíos con esporas de la bacteria del carbunco con escaso éxito.
Las autoridades reconocieron ayer que un repartidor del correo del Departamento de Estado estaba afectado por la enfermedad, así como una trabajadora de la cadena de televisión NBC.