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Sólo la banca de España, Italia y Portugal abre oficinas en la UE

La reducción del empleo y de la red de sucursales ha sido una tendencia general en toda la banca europea. Sólo dos países, Alemania y Holanda, aumentaron el empleo en el sector entre 1990 y 2000, y sólo tres países, España, Portugal e Italia, ampliaron la red de sucursales en ese periodo, según un informe de La Caixa.

La reestructuración vivida por el sector financiero europeo en la última década se ha caracterizado por un fuerte ajuste del empleo y la reducción de la red de oficinas bancarias en la práctica totalidad de los países. Sólo Italia, España y Portugal tienen más oficinas bancarias en la actualidad que a comienzos de los noventa; y sólo Alemania y Holanda, más empleo. Son datos llamativos de un informe elaborado por el servicio de estudios de La Caixa en el que se ofrece una comparación de la evolución de los servicios bancarios en la UE.

La excepción alemana, que ha creado más de 62.000 empleos en el sector, tiene que ver con la bancarización de la antigua RDA. El mayor recorte de empleo en cifras absolutas se produce en Reino Unido (más de 70.000), como consecuencia del proceso de reducción de costes que abordaron las entidades británicas a finales de los ochenta, y en Finlandia (21.000), equivalente al 41%. No en vano, este país cuenta con menos de la mitad de las sucursales abiertas a principios de los noventa.

El informe subraya que tanto en Italia como Portugal y España el aumento del número de oficinas tiene que ver con la tardía liberalización de la expansión geográfica de las entidades. En España, el aumento es atribuible en exclusiva a las cajas de ahorros, que empezaron a extenderse fuera de sus territorios de origen en 1989.

Los bancos españoles comenzaron a reducir empleo en 1980 y a partir de 1991 se intensificó esta tendencia, con un saldo total de 43.078 empleos menos entre 1990 y 2000 mientras que en el mismo periodo las cajas crearon 24.087.

El análisis de La Caixa destaca la existencia de dos estructuras diferentes entre los sistemas bancarios europeos. Por un lado, un modelo caracterizado por una menor densidad de oficinas, pero de mayor tamaño y, por otro, un sistema con alta densidad de oficinas, pero mucho más pequeñas. España sería el ejemplo más claro de este último modelo, con 9,9 oficinas por cada 10.000 habitantes, frente a Reino Unido que, con sólo 2,4 oficinas por cada 10.000 habitantes ejemplifica el sistema opuesto.

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