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GUERRA AL TERRORISMO

EE UU intensifica las negociaciones para un nuevo Gobierno en Afganistán

Estados Unidos parece ser consciente de que los bombardeos, por sí solos, no acabarán con el régimen de los talibán y que sólo una alternativa democrática y multiétnica será capaz de traer estabilidad al país.

El secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, apostó ayer por incluir al sector más moderado del régimen talibán en el nuevo Gobierno que está tratando de armar para el país. Washington pretende compatibilizar sus acciones bélicas sobre Afganistán con las iniciativas diplomáticas para la formación de un Gobierno multiétnico y de amplia base que sustituya al actual régimen.

Pero las reacciones a su propuesta no fueron muy favorables. La Alianza del Norte, opositora al régimen de Kabul, vetó ayer cualquier participación talibán en el futuro Gobierno de Afganistán, aunque aceptó, eso sí, un posible papel de Pakistán en la normalización del país. Su argumento es que los talibán "no pueden participar en el futuro Gobierno porque son un instrumento en manos terroristas".

Estados Unidos parece ser consciente de que los bombardeos, por sí solos, no acabarán con el régimen de los talibán y que sólo una alternativa democrática y multiétnica será capaz de traer estabilidad al país. La tesis de Reino Unido, su principal aliado en esta ofensiva, es que será necesario provocar "un cambio suficiente de liderazgo como para garantizar que se rompan los vínculos de Afganistán con el terrorismo internacional".

Pakistán, que en su día apoyó a los talibán en su guerra contra grupos ahora reu-nidos en torno a la Alianza del Norte, apuesta por que el ex rey Zahir encabece el futuro Gobierno afgano. El antiguo monarca es de la etnia pashtún, como los talibán, y son también una minoría importante en el norte de Pakistán. A Islamabad le interesa que los pashtún controlen el poder en Afganistán frente a las minorías étnicas que componen la Alianza del Norte.

En una o dos semanas, se reunirá en Roma el Consejo Supremo afgano para la unidad nacional, constituido el 1 de octubre entre el derrocado monarca en el exilio Mohamed Zahir Shah y la Alianza del Norte. El consejo nombrará un Gobierno provisional de transición en Afganistán para evitar el vacío de poder y proceder a la convocatoria de elecciones.

Pero la reconstrucción del país será costosa. El Ministerio británico de Asuntos Exteriores calcula que ascenderá a miles de millones de dólares y que tendrá una duración de al menos 10 años.

De momento, lo que sí es real son los intensos bombardeos estadounidenses sobre Afganistán, que ayer alcanzaron un puesto de la Cruz Roja. EE UU ha incorporado a los ataques aviones AC-130 de fuerte capacidad armamentística.V

Pese a su aislamiento internacional, el régimen talibán sigue sin dar señales de plantearse la rendición tras 10 jornadas de bombardeos ininterrumpidos. Los talibán aseguran disponer de 40.000 combatientes, pero se niegan a dar cifras sobre las bajas en sus filas. Sólo denuncian la muerte de más de 300 civiles y reconocen el bombardeo de todos sus aeropuertos. El líder religioso del régimen, el mulá Mohammed Omar, lleva cuatro días sin emitir comunicados y todos los lugares donde se sospecha que se ha refugiado han sido bombardeados por EE UU.

La Alianza del Norte aseguró ayer que la primera fase de esta ofensiva ya ha terminado y que se trataría ahora de que las tropas estadounidenses apoyaran los avances militares de la oposición. El ministro de Exteriores del depuesto Gobierno afgano, pero aún reconocido por la ONU, Abdalá Abdalá, aseguró ayer que sus tropas tendrán "bajo su control en los próximos días" la ciudad de Mazar-i-Sharif, baluarte estratégico en el noroeste del país.

Los avances militares de la Alianza del Norte parecen escasos, por lo que Estados Unidos ha tratado de asegurarse, al menos, el apoyo de Pakistán a su ofensiva. El presidente Pervez Musharraf ratificó su cooperación con la alianza internacional.

 

El conflicto de Cachemira agrava la tensión entre India y Pakistán

Por si Asia central tuviera poco con el conflicto de Afganistán, la violencia que acecha desde hace años a Cachemira se ha recrudecido en las últimas semanas. El secretario de Estado, Colin Powell, pidió ayer a Pakistán e India que pongan fin a los enfrentamientos entre ambos países en esa zona fronteriza, que duran ya más de 12 años.

El conflicto de Cachemira resulta clave en las relaciones indo-paquistaníes, dada la rivalidad nuclear entre ambos países.

India está molesta por el apoyo de Estados Unidos a Pakistán como aliado clave en su lucha contra los talibán, y ha asegurado que no dará marcha atrás en sus "acciones de castigo" contra las incursiones paquistaníes en la región. El ministro de Interior indio aseguraba recientemente que no podía entender cómo un Estado terrorista [en alusión a Pakistán], que nos ha dado problemas durante una década, se ha convertido en el principal aliado de EE UU en su guerra contra el terrorismo.

Pakistán culpa a India de la violencia en Cachemira por su negativa a poner en práctica una resolución de Naciones Unidas de 1948, que pedía la convocatoria de un referéndum en la región para que los habitantes de Cachemira decidieran sobre su futuro. De ahí las advertencias de Islamabad de que responderán a cualquier ofensiva india. "Pakistán seguirá ejerciendo el control. Pero si se abre el fuego, responderemos y la responsabilidad será por completo de India", aseguró ayer el general Rashid Quereshi.

El pasado 1 de octubre tuvo lugar un atentado suicida contra la Asamblea de Cachemira por parte de un extremista islámico en el que murieron 38 personas. Desde entonces, la violencia en la frontera entre India y Pakistán ha ido en aumento. Nueva Delhi se opone, además, a cualquier mediación internacional en su problema de "terrorismo fronterizo" con Pakistán.

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