Los planes militares de Washington amenazan las relaciones con China
El aumento de la presencia militar de EE UU en Asia como consecuencia de la acción de represalia que prepara contra los talibán amenaza con tensar sus relaciones con China. El Gobierno de Pekín teme que ese despliegue se convierta en permanente y que los países de la región aprovechen la lucha contra el terrorismo como excusa para el rearme.
La presencia de numerosos conflictos regionales en Asia central, con la preponderancia ahora del régimen talibán, ha llevado al Departamento de Defensa de Estados Unidos a anunciar un incremento de su presencia militar en Asia, ya que esta parte del mundo "está emergiendo como una región susceptible de ser un competidor a gran escala", según un informe del departamento que dirige Donald Rumsfeld al Congreso.
China ha brindado su apoyo a la operación de castigo que prepara por los atentados del 11 de septiembre, pero ha condicionado su conformidad al respecto a la Carta de Naciones Unidas y a que se eviten muertes entre la población civil inocente de Afganistán.
Para la operación, Estados Unidos está desplazando efectivos navales, aéreos y tropas hacia zonas limítrofes con Afganistán que pueden chocar, en algún momento, con los efectivos que China está reforzando en sus fronteras con Afganistán y Pakistán. Además, el Ejército de Liberación Popular ha expresado su preocupación ante un posible estallido de la violencia en la provincia musulmana de Xinjiang, en la que varios comandos terroristas se han formado en campos del millonario saudí Osama Bin Laden. Xinjiang también limita con la conflictiva región autónoma de Tíbet, con la que Pekín mantiene un enfrentamiento por la soberanía desde hace décadas.
Pekín ve una amenaza añadida en que otros países de la zona con los que mantiene enfrentamientos aprovechen la ocasión para rearmarse. Es el caso de Taiwan, al que China considera una de sus provincias, o de Corea del Sur.
Asimismo, el anuncio de la posible participación de Japón en la operación militar internacional ha suscitado los recelos chinos. Para intentar calmarlos, el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, se entrevista hoy con el líder chino, Jiang Zemin, a quien asegurará, entre otras cuestiones, que su participación en la represalia de EE UU no llevará a un rearme de sus efectivos.
El informe de Rumsfeld, elaborado antes de los atentados de septiembre, recomendaba el despliegue de otro portaaviones en la zona, nuevos barcos de guerra, submarinos con misiles de crucero, bases aéreas en la región Pacífico Oeste y el océano Índico y el mantenimiento de las actuales instalaciones en Japón y Corea del Sur. Los temores de China son, pues, justificados.