Sharon obstaculiza el plan de Bush para crear una alianza internacional
El primer ministro de Israel, Ariel Sharon, proporcionó un serio revés a los planes de Estados Unidos al advertir que no estaba dispuesto a que se sacrificara a su pueblo en favor de recabar el apoyo del mundo árabe. Pese a ello, la ofensiva diplomática para tejer una alianza internacional contra Afganistán sigue adelante.
En un inédito enfrentamiento entre dos aliados tradicionales, la Casa Blanca calificó ayer de "inaceptables" los comentarios de Sharon contra los planes estadounidenses para combatir el terrorismo internacional. En la noche del jueves, el dirigente israelí lanzó una seria advertencia al mundo occidental para que no buscara el apoyo del mundo árabe a sus planes a expensas de Israel.
"Instamos a las democracias occidentales y especialmente al líder del mundo libre, Estados Unidos, a no repetir el terrible error de 1938, cuando las democracias progresistas de Europa optaron por sacrificar Checoslovaquia [ante los nazis] por una solución temporal y conveniente", dijo Sharon.
El presidente de EE UU, George Bush, se ha declarado dispuesto a reconocer al Estado palestino, lo que le ha reconciliado con muchos países árabes y ha provocado fuertes críticas de Israel.
Pese a los intentos de EE UU en las últimas semanas, la tregua teóricamente pactada entre israelíes y palestinos para Oriente Próximo brilla por su ausencia. Ayer se produjo un nuevo enfrentamiento en Hebrón, donde Israel ha reforzado su presencia con el envío de tanques y soldados y que se ha saldado con la muerte de seis palestinos. Sharon justificaba el jueves las actuaciones de su ejército al asegurar que "Israel no será otra Checoslovaquia; Israel combatirá el terrorismo". Ayer, un asesor de Sharon matizó sus declaraciones y aseguró que el dirigente israelí no pretendía calificar de "deshonesta" la actuación de EE UU.
Apoyo de Pakistán
Israel se convierte así en un inesperado disidente de la alianza internacional contra el régimen de los talibán de Afganistán. El primer ministro británico, Tony Blair, recabó ayer el apoyo de Pakistán al eventual Gobierno de transición que intenta establecer la oposición afgana.
Tras su entrevista con las autoridades paquistaníes en Islamabad, Blair aseguró el apoyo del Gobierno que preside Pervez Musharraf a un Gobierno afgano de amplia composición si el actual régimen de los talibán cae como consecuencia de las represalias de EE UU.
Para reforzar esta iniciativa, el ex rey afgano Mohammad Zahir Shah, que lidera la oposición al régimen de Kabul junto con la Alianza del Norte, decidió ayer iniciar negociaciones con Pakistán a través de un enviado para tratar de buscar una solución a la crisis que atraviesa la región.
Este paso es importante porque Pakistán podría frenar las iniciativas de la oposición afgana, al ser el principal defensor del régimen de los talibán y permitiría así el regreso de las decenas de miles de refugiados afganos que han huido a Pakistán huyendo de los talibán.
A la ofensiva diplomática le acompaña también la militar. El Departamento de Defensa de EE UU, cuyo titular, Donald Rumsfeld, viajó ayer a Uzbekistán, anunció el envío de un millar de soldados de la División de Montaña a ese país, cuyas autoridades se comprometieron a permitir el uso de sus aeropuertos y de su espacio aéreo para operaciones de rescate y de ayuda humanitaria en Afganistán, pero no en la esperada operación de represalia contra los talibán. Uzbekistán tiene una posición estratégica al limitar al norte con Afganistán.
El régimen de Kabul se declaró ayer dispuesto a juzgar a Osama Bin Laden, que se refugia en su territorio, si EE UU le ofrece pruebas concluyentes de su responsabilidad en los ataques terroristas del pasado 11 de septiembre. Ante el rechazo de EE UU a ningún tipo de negociación, el embajador afgano en Pakistán [único país que reconoce al régimen de los talibán] aseguró que la ofensiva de EE UU es plantear una guerra contra el islam.
Sin pruebas de atentado contra el avión ruso
Las investigaciones sobre el accidente que causó la caída de un avión ruso procedente de Israel al mar Negro siguen sin despejar las muchas dudas que le rodean. El Gobierno ruso solicitó ayuda a Estados Unidos y a Israel para buscar las causas del accidente que ha causado la muerte de al menos 70 personas.
La Casa Blanca aseguró ayer que no dispone de pruebas que apunten a un atentado terrorista como causa de la caída del avión ruso. Fuentes militares estadounidenses están convencidas de que el aparato fue derribado por un misil antiaéreo disparado accidentalmente durante unas maniobras militares en Ucrania.
Fuentes del Gobierno ucranio, que inicialmente negaron esta posibilidad, reconocieron ayer que la hipótesis del misil no podía ser "totalmente" excluida. Expertos militares rusos dijeron que el avión, que volaba entre Tel Aviv y Novosibirsk, pudo ser abatido por un misil de defensa antiaérea S-200, cuyo alcance no supera los 320 kilómetros de distancia y los 30.000 metros de altitud.
Mientras, los equipos de socorro anunciaron que habían recuperado ya 16 cadáveres de aguas del mar Negro y varios fragmentos del fuselaje del avión. Miembros de la investigación consideraron "muy difícil" el rescate de las dos cajas negras.