Los socios de la UE intentan flexibilizar las metas fiscales
El comisario de Asuntos Económicos y el presidente del Banco Central Europeo se resisten a aceptar cualquier relajación en los objetivos de austeridad fiscal de la UE. Pero el impacto de los atentados de EE UU en el devenir económico mundial puede doblegar por fin a Pedro Solbes y Wim Duisenberg. Mañana, tras la reunión del Consejo Europeo extraordinario y la de Ecofin, los ministros de Economía pueden obtener, por fin, su ansiada libertad de gasto condicional.
Han sido meses de gresca institucional sobre la letra pequeña de los compromisos de consolidación fiscal que los Quince sellaron en 1997 en el Pacto de Estabilidad. El comisario Pedro Solbes, consciente del riesgo de una relajación prematura, mantiene, oficialmente al menos, su negativa a tolerar cualquier desvío en los compromisos de equilibrio fiscal. El desafío de la zona euro era lograrlo antes de 2003.
El BCE también ha instado al escrupuloso respeto en los presupuestos nacionales hacia los objetivos de consolidación fiscal.
Pero Alemania, el país de la UE más azotado por el enfriamiento de la actividad económico mundial, clama desde hace meses, con el apoyo de Italia, por una lectura menos estricta del pacto y una revisión de los objetivos acorde con el enfriamiento económico actual.
Mañana viernes, en la ciudad belga de Lieja, los ministros de Economía de la zona euro y el comisario Solbes volverán a analizar la situación presupuestaria de los Estados miembros. Pero esta vez será a la luz del impacto de los recientes acontecimientos en EE UU, según adelantó ayer el ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, presidente de turno del Eurogrupo. Una circunstancia excepcional que debilita las llamadas a favor de la austeridad. Al debate se sumarán, además, los ministros de Reino Unido, Suecia y Dinamarca, países que no forman parte de la zona euro.
El Eurogrupo informará de sus deliberaciones al Consejo Europeo extraordinario que, acto seguido, tendrá lugar en Bruselas. Los jefes de Estado y de Gobierno ya dejaron abierta la puerta a la flexibilidad presupuestaria durante su último encuentro en Gotemburgo (en junio) al defender el recurso a políticas expansionistas "cuando sea necesario".
El ministro francés, Laurent Fabius, ya se ha asido a las conclusiones de aquel consejo y ha presentado esta semana un Presupuesto para 2002 con generosa alegría en el gasto, según los analistas. Berlín, que como París afronta una reválida electoral el próximo año, parece dispuesto a emular a Fabius.
Pero sin una señal clara del Consejo, Alemania dispone de poco margen de maniobra, pues el deterioro de sus finanzas públicas se precipita ya hacia el límite del 3% de déficit fiscal que permite el Pacto de Estabilidad. Sólo una "circunstancia excepcional" permite superar esa barrera.
Reynders, en vísperas del encuentro de mañana, siembra cizaña entre Francfort y Bruselas. El BCE y la CE deben aclarar, afirmó ayer el ministro, su valoración sobre la evolución económica y su impacto en las políticas presupuestarias.
"Durante años", se defienden fuentes comunitarias, "hemos utilizado los mismos criterios en el análisis del déficit fiscal y nadie los había cuestionado". Bruselas recuerda que son los ministros quienes diseñan la política presupuestaria, aunque la Comisión no parece admitir un pacto de estabilidad a la medida de cada economía o situación. "Queremos un acuerdo con los ministros para que los criterios de evaluación sean comunes y transparentes".
El FMI, a favor de relajar los objetivos
Los deseos alemanes de una interpretación más holgada del Pacto de Estabilidad han encontrado un aliado en el Fondo Monetario Internacional.
La presidencia belga del Eurogrupo, siempre atenta al dictado alemán, invitó al FMI a la reunión de los ministros de Economía antes del verano, para que presentase, a puerta cerrada, su informe sobre la situación de la zona euro. El estudio contenía entre sus 15 conclusiones un llamamiento para "salvaguardar la credibilidad del Pacto de Estabilidad" adaptándolo a las necesidades del momento.
El FMI concluye que exigir ahora la reducción de déficit a los países que, como Alemania, Francia o Italia, no lograron el equilibrio fiscal durante los años de bonanza puede retrasar la recuperación del ritmo económico en la zona euro. El fondo se inclina a favor de que estos países cumplan sólo los objetivos de gasto de sus programas de estabilidad, dejando los ingresos y el déficit al albur de la evolución económica. Un privilegio que Bruselas reserva, de momento, para las haciendas con superávit.