Efectos económicos del ataque a EE UU
No tengamos miedo a que lo ocurrido el martes pueda dar lugar, como se ha dicho, a una depresión mundial.
Estados Unidos acaba de sentir un zarpazo terrorista de descomunales proporciones; las Torres Gemelas de Nueva York, símbolo de su poderío económico, fueron abatidas por el choque brutal de dos aviones civiles secuestrados. Y sobre el Pentágono, símbolo de su poderío militar, hicieron estallar otro avión de línea regular comercial. Las víctimas se cuentan por miles; todos pudimos ver por la televisión el horror de esta tragedia, provocada por un crimen terrorista execrable. Parecía imposible que existieran personas capaces de cometer tal salvajada.
Para contestar a la pregunta sobre la incidencia que en la economía mundial pue-de tener el acto terrorista es necesario centrar la cuestión.
No se trata de una guerra nuclear de un país contra Estados Unidos que haya destruido sus núcleos vitales y arrasado gran parte de su industria, de su territorio, y hecho desaparecer un porcentaje importante de su población. Desde el punto de vista humano, todos les acom-pañamos en el dolor que los estadounidenses sienten en estos momentos por las víctimas que el terrorismo ha causado entre ellos, pero hemos de analizar fríamente el tema y darnos cuenta de que el poderío económico y militar de Estados Unidos permanece intacto después del ataque terrorista. Qué más quisieran los terroristas que haber conseguido paralizar la primera nación del mundo; dos torres y un ala del Pentágono no llegan a representar ni una gota de agua en el poderoso océano que constituye el potencial económico de Estados Unidos. Sus fábricas tienen intacta su capacidad productiva; y pasadas las primeras horas del desconcierto, la fortaleza del pueblo americano se recuperará, si cabe con mayor brío para el bien de todo el mundo.
Lo sucedido puede servir para que todos los pueblos democráticos unan sus esfuerzos para combatir la nueva plaga que azota a la humanidad: el terrorismo.
No tengamos miedo a que lo ocurrido pueda dar lugar, como se ha dicho, a una depresión a nivel mundial. Es posible que hasta finales de este año la actividad económica continúe en descenso, pero no por el acto terrorista, pues sin él hubiera sucedido lo mismo, y el año próximo, como está previsto, volverá a sonreírnos con un repunte de la actividad económica y de la generación de empleo. Que nos pongamos a trabajar tranquilamente como si nada hubiera sucedido será la mejor contestación que podemos dar a los terroristas; eso sí, haciendo un esfuerzo todas las naciones democráticas para perseguir a todos los terroristas en su territorio, cualquiera que sea el lugar donde sus actos se hayan cometido.