Bush declara que los atentados son un acto de guerra y la OTAN ofrece su apoyo
El presidente George Bush comunicó ayer a sus conciudadanos y al resto del mundo que los ataques sufridos el martes "son un acto de guerra" dirigido no sólo contra EE UU, sino "contra la libertad y la democracia" en todo el mundo.
Bush reconoció que encontrar a los culpables "tomará algún tiempo" y prometió actuar con "paciencia". Pero también dijo que cuando se les haya identificado, "actuaremos con determinación" y "no haremos distinción entre los terroristas y quienes les cobijan".
Una frase con la que lanza un aviso claro al régimen de los talibán de Afganistán, que sigue protegiendo al saudí Osama Bin Laden, el primero en la lista de sospechosos.
EE UU considera los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono como una agresión bélica contra un miembro de la OTAN que justificaría una respuesta coordinada de la alianza.
El Consejo del Atlántico Norte decidió anoche, en reu-nión extraordinaria, considerar legítima cualquier repre-salia armada que adopte EE UU si Washington demuestra que el ataque del pasado martes procedió del exterior. Los 18 aliados de Estados Unidos en la Alianza "están listos para proporcionar [a EE UU] la asistencia que pueda ser necesaria", anunció ayer el secretario general de la OTAN, Georges Robertson. Los atentados de Nueva York y Washington "deben ser considerados como acciones cubiertas por el artículo 5 del Tratado", dijo Robertson en una breve declaración tras la reunión.
Se trata de la primera ocasión, en los 52 años de historia de la Alianza, que se aplica el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, que estipula que en el caso de un ataque, cada aliado deberá asistir al Estado miembro que haya sido víctima de la acción "con las medidas que juzgue necesario".
Lo que no está claro todavía es contra quién se tomarán las represalias. El senador republicano Orrin Hatch dijo ayer que "todo apunta a Osama Bin Laden". Pero la portavoz del Departamento de Justicia, Mindy Tucker, dijo que no cree "que los miembros del Congreso tengan suficiente información para sacar conclusiones". Y un diario paquistaní citaba ayer a Bin Laden diciendo que él no ha tenido nada que ver con los ataques.
El FBI había recibido ayer unas 700 pistas a través de Internet. Y las más sólidas parecen llegar de Boston (ciudad de la que partieron dos de los aviones secuestrados).
Los agentes confiscaron ayer un vehículo en esta ciudad y colocaron a varias personas "bajo custodia" tanto en Boston como en el sur de Florida. Pero por ahora no son considerados sospechosos, sino posibles testigos.
Dos diarios de Boston informaron que la policía local había identificado a cinco sospechosos de origen árabe y un coche de alquiler que contenía un vídeo en árabe con instrucciones sobre cómo pilotar aviones comerciales y una copia del Corán.
En Washington DC, tanto Bush como los miembros del Congreso se esforzaron sobre todo por lanzar mensajes de "unidad frente a la tragedia" a una ciudadanía que sigue los acontecimientos minuto a minuto con una mezcla de horror e incredulidad.
Los estadounidenses han perdido de golpe su sensación de invulnerabilidad y nadie tiene muy claro cuáles serán las consecuencias. Bush ha prometido que el ataque no se saldará con la destrucción de derechos civiles de los ciudadanos.
El presidente ha pedido al Congreso una "autoridad presupuestaria" extraordina-ria para ayudar a Washington y Nueva York en las tareas de rescate y reconstrucción, y "para proteger nuestra seguridad nacional". Los legisladores, que hace sólo unos días ponían el grito en el cielo por la progresiva desaparición del superávit fiscal, parecen dispuestos a dársela.
Los daños serán cuantiosos. La Bolsa de Nueva York seguía sin abrir sus puertas ayer y nadie sabe cuándo lo hará. Miles de empresas (incluidos los principales bancos y firmas de inversión neoyorquinos) han visto sus oficinas reducidas a cenizas.
Las pérdidas materiales seguramente ascenderán a miles de millones de dólares. Y las humanas se temen tan elevadas que nadie se atreve a dar una cifra oficial. Los equipos de rescate continuaron ayer su ingente tarea. El número oficioso de víctimas crece por minutos. A las 266 personas que volaban en los aviones secuestrados se han sumado ya 202 bomberos y 259 policías neoyorquinos. En el Pentágono se esperan entre 100 y 800 bajas. Y el alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani sigue diciendo que la cifra será "horrenda".
Bush dice que los terroristas intentaban destruir el modo de vida americano y que "han fracasado en su intento". Pero los daños causados en la intentona son inmensurables.