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Jazztel estudia recomprar parte de sus 139.764 millones de deuda cotizada

Jazztel está estudiando la recompra de parte de los 139.764 millones de pesetas (840 millones de euros) de deuda en forma de bonos de alto rendimiento que tiene cotizando en el mercado. La clave de la operación está en el precio de los bonos, un 40% de su valor nominal, de forma que la compañía podría sacar la deuda de su balance y ahorrarse el pago de 19.134 millones anuales en intereses desembolsando sólo 55.906 millones.

La operación de recompra de deuda es compleja y bastante inusual en compañías con elevada necesidad de liquidez y sin capacidad para generar recursos propios, como Jazztel. Y, sin embargo, la operadora fundada por Martín Varsavsky la está estudiando. "Tras una cuidadosa consideración de todos estos factores [las vías para mejorar la posición financiera de la empresa a largo plazo], la compañía está considerando la recompra de una parte de nuestra deuda, en el mercado o a través de transacciones privadas".

Esta afirmación está incluida en la nota de los resultados semestrales registrada en la CNMV y viene seguida de todo tipo de cautelas que podrían alentar o frustrar la operación. La razón está en que Jazztel, como empresa cotizada en Estados Unidos, nunca podría recomprar sus bonos si no lo hubiera avisado con anterioridad, pero la alerta no implica que vaya a hacerlo.

La cuarta operadora del mercado español de telefonía fija rehusó añadir más información a la que consta en la presentación de resultados. Sin embargo, analistas bursátiles consultados por este diario aseguran que la operación tiene sentido y beneficiaría a la empresa.

Jazztel ha colocado en el mercado tres emisiones de bonos de alta rentabilidad (entre el 13,5% y el 14%) en los últimos dos años y medio. En total, la operadora tiene 840 millones de euros (139.764 millones de pesetas) en bonos, una cifra que pesa en el balance no sólo porque dispara la deuda y el riesgo asociado al valor, sino porque estas emisiones le cuestan a Jazztel 19.134 millones de pesetas (115 millones de euros) al año en pago de intereses.

La crisis de las empresas tecnológicas ha hundido el precio de los bonos en el mercado de Luxemburgo, hasta el punto de que cotizan en el entorno del 40%. Es decir, Jazztel podría comprar ahora 139.764 millones de pesetas de deuda (el nominal de los bonos y lo que tendría que pagar a los bonistas al vencimiento) a 55.906 millones.

El ahorro es de 83.858 millones y la adquisición cambiaría completamente el perfil de riesgo de la empresa, explica uno de los analistas consultados, ya que sacaría la deuda del balance, con la consiguiente mejora de la calificación crediticia. A la vez, aceleraría la entrada en beneficios netos de unos resultados hoy muy presionados por la carga financiera.

La recompra de los bonos también eliminaría el pago de intereses tanto si amortiza la deuda como si se la queda, porque entonces ella misma cobraría los 19.134 millones de pesetas anuales.

En estos momentos, Jazztel destina al pago de intereses de los bonos una de cada dos pesetas que ingresa.

El único problema que encuentran los analistas a la operación está en la liquidez. Jazztel dispone de 114.806 millones de pesetas de efectivo, 60.174 millones de los cuales son tesorería, así que tendría dinero suficiente para la recompra de deuda.

Sin embargo, estos fondos se captaron para financiar el plan de negocios y algunos inversores podrían poner reparos al cambio de estrategia. También pesa el hecho de que, con esta tesorería, Jazztel está financiada hasta su entrada en rentabilidad operativa y asumiría un gran riesgo si gasta parte del dinero antes de tiempo y tiene que volver a apelar a los mercados en la situación actual.

Con estas cautelas, los analistas consideran que Jazztel debería esperar hasta que el precio de los bonos fuera lo suficientemente bajo como para permitir las dos cosas: recomprar la deuda y financiar el plan de negocio hasta el break-even.

Fuentes del mercado explican que hay un tercer inconveniente más para la operación, y es la fiscalidad. La matriz de Jazztel está en el Reino Unido y en este país la recompra de deuda podría tener que tributar como beneficio entre el nominal de los bonos y el precio a que sean adquiridos, lo que mermaría el atractivo de la transacción.

 

El riesgo lastra las acciones de la operadora

El objetivo primordial de la operación de recompra de deuda es mejorar la calidad del balance de Jazztel, eliminar riesgos y permitir que la cotización de las acciones de la compañía despegue. La actual crisis que azota a las empresas de telecomunicaciones y tecnología se ha cebado en cualquier operadora con la más mínima posibilidad de no superar la tormenta y Jazztel, con su pesada carga financiera, ha sido considerada como tal.

El castigo bursátil ha llegado hasta el punto de que Jazztel no sólo tiene una capitalización bursátil inferior a su efectivo (42.248 millones frente a 114.806 millones), sino que vale en Bolsa lo mismo que cobró por Ya.com, 42.000 millones en metálico que todavía siguen en la caja de la empresa. Es el resultado de una caída del 70% desde que comenzó a cotizar en la Bolsa española y del 97% desde sus máximos en el mercado estadounidense Nasdaq.

En este clima de crisis de confianza, los propios bonos de Jazztel hacen competencia a las acciones. La rentabilidad garantizada llega hasta el 14% y los bonistas tienen asegurado el cobro de dos o tres años de intereses, ya que la operadora ha constituido una reserva indisponible, dotada con 25.598 millones de pesetas a cierre de semestre, donde guarda el efectivo para ello.

La recompra de deuda no es la panacea a los problemas de las empresas de tecnología, pero alivia algo la carga de desconfianza. Así lo demuestra la evolución de una de las pocas empresas similares a Jazztel que ha optado por esta solución. Se trata de la operadora estadounidense de voz y datos XO Communications, que confirmó el pasado día 14 haber comprado parte de su deuda. La compañía no cuantificó ni cuánto ni qué impacto tendrá en sus cuentas y aun así acumula una subida del 14% desde el 2 de agosto, cuando Crédit Suisse First Boston adelantó que había comenzado la operación.

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