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El dilema de Francia ante el relevo de Duisenberg al frente del BCE

Wim Duisenberg es la imagen del hombre tranquilo. Su sonrisa bajo el característico flequillo blanco no se inmuta ni en los momentos de máxima debilidad del euro ni ante las insistentes demandas para que la entidad baje los tipos de interés, peticiones que, como dijo en una ocasión "oye, pero no escucha".

El banquero holandés también se mantiene impasible ante las voces de quienes quieren que aclare su permanencia a menos de 150 días de que el euro llegue a nuestras manos. La sucesión de Duisenberg parece despertar más interés que otras muchas cuestiones de la política monetaria europea, especialmente en Francia, que aspira a proporcionar el próximo presidente del BCE.

æpermil;l, mientras tanto, mantiene la calma y la discreción. Duisenberg estrenó su mandato al comenzar a funcionar el BCE, el 1 de junio de 1998. El Tratado de Maastricht establece que el presidente de la entidad permanecerá ocho años en el cargo, por lo que en este caso el plazo concluye en 2006. Sin embargo, existe un supuesto acuerdo concertado en Bruselas cuando se realizó su nombramiento según el cual Duisenberg renunciaría a su cargo a mitad de su mandato, es decir, el 31 de mayo de 2002, para ceder el puesto a un francés.

¿Cumplirá Duisenberg con el trato? "No me cabe la menor duda", afirmaba en junio de 1998 Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco Central francés. "El señor Duisenberg es un caballero y ha dado su palabra". De momento, el propio presidente del BCE ha preferido no despejar la incógnita, consciente, quizá, del impacto, generalmente negativo, que sus palabras tienen sobre la cotización del euro. Sin embargo, Duisenberg, de 65 anos, se ha referido en alguna ocasión a la posibilidad de abandonar el cargo antes de concluir su mandato por motivos de salud, pero en ningún momento ha precisado fechas.

Por su parte, en su entorno hay diversas opiniones. Hans Eichel, presidente del Bundesbank, afirmó recientemente que el presidente "hace bien su trabajo" y que "no hay motivos para un debate sobre su sucesión". Para Otmar Lang, experto en política del BCE del banco alemán Deutsche Bank, consultado por Cinco Días, "es difícil predecir cuándo dimitirá Duisenberg, pero creo que permanecerá en el cargo al menos hasta que los franceses encuentren un candidato", añade.

Letra pequeña del tratado

Para Francia es fundamental que la cuestión se aclare cuanto antes por motivos estratégicos. Lo que muchos desconocen, pero que está en el Tratado de Maastricht, es que la duración del mandato de los miembros del Comité Ejecutivo del BCE (Duisenberg y otros cinco miembros) es diferente para cada uno de ellos. Tan sólo Otmar Issing, economista jefe, y el propio Duisenberg tienen contratos por ocho años. El primero en abandonar su puesto será, curiosamente, Christian Noyer, vicepresidente y único francés en este órgano, que deberá despedirse del cargo el 31 de mayo del próximo año.

Si para esa fecha Duisenberg no ha aclarado su futuro, París deberá decidir si renueva a un francés en el puesto de Noyer y se conforma con la vicepresidencia de la entidad o renuncia a ella a la espera de que Duisenberg abandone el cargo. Alemania, especialmente, no toleraría dos franceses encabezando el BCE.

Francia se enfrenta a otro espinoso problema: la falta de candidato adecuado. Inicialmente, Trichet era considerado el sucesor perfecto, pero, de momento, ha quedado descalificado debido a la investigación por su posible implicación en la crisis financiera de Crédit Lyonnaise.

Además, París podría encontrar competencia. En medios políticos y banqueros se considera que Jean-Claude Jünker, primer ministro de Luxemburgo, sería perfecto para el cargo.

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