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Aznar madura el cese en septiembre de cuatro ministros

José María Aznar se ha tomado el mes de agosto para decidir el alcance de una remodelación de Gobierno que, según diversas fuentes allegadas al presidente, puede suponer la destitución de los ministros de Fomento, Sanidad, Agricultura y Ciencia y Tecnología. La continuidad de Josep Piqué al frente de Exteriores se da como segura.

La resistencia inicial a cambiar el Gobierno va a ser reconsiderada por Aznar durante el mes de agosto, periodo que dedicará al descanso en Menorca y también a estudiar en su cuaderno azul los pros y los contras de introducir unos cambios que un sector de su partido considera inaplazables. Los ecos de la reflexión que se propone iniciar el presidente llegaron el pasado jueves 26 hasta la fiesta de cumpleaños de su esposa, Ana Botella, donde algunos de los invitados más cercanos al matrimonio percibieron la corta vida ministerial que les quedaría a los responsables de tres carteras.

A los nombres de Celia Villalobos, Miguel Arias Cañete y Francisco Álvarez Cascos, en medios de la dirección del PP se suma también el de la titular de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés. La continuidad en Exteriores de Josep Piqué se da como segura, pese a la fuerte sacudida política del caso Ercros, amortiguada temporalmente desde la Fiscalía General del Estado. Piqué ya ha mantenido reuniones con periodistas para anticiparles la importancia que concede el Ejecutivo a la presidencia española de la UE, prevista para el primer semestre del año que viene.

Pérdida de pulso político

Si Aznar es permeable finalmente a los que le han expuesto con cierta alarma la falta de reflejos políticos del Gobierno ante problemas como el de Sintel, RTVE, la contaminación del aceite de orujo o el caso Gescartera, remodelará el Gabinete con la vista puesta también en el congreso que el PP celebrará en enero, en el que se da como segura la salida de Javier Arenas de la secretaría general del partido. Jaime Mayor Oreja es el candidato que más suena para sustituirle.

En el Gobierno es un secreto a voces la mala relación que mantienen Celia Villalobos y Miguel Arias Cañete y la dificultad que ha supuesto, primero para Mariano Rajoy en el caso del mal de las vacas locas, y después para Juan José Lucas, en el caso del aceite de orujo, intentar coordinar las acciones de sus respectivos departamentos ministeriales.

De la gestión que está realizando en Fomento Francisco Álvarez Cascos hay división de opiniones en el PP. El sector del partido que siente nostalgia por la forma en que coordinaba el Gobierno desde la vicepresidencia primera interpreta que ha trasladado al funcionamiento interno del ministerio la misma eficacia.

Su probado autoritarismo se deja notar hasta en los detalles más nimios dentro del departamento y también en empresas como Renfe. Su presidente, Miguel Corsini, uno de los pocos altos cargos procedentes de la etapa de Rafael Arias-Salgado que han conseguido sobrevivir, conoce la importancia que el ministro de Fomento da a los bombones de licor con los que la compañía obsequia a sus clientes en algunos trayectos. Son los preferidos de su mujer, Gema Ruiz Cuadrado.

Corsini también sabe cuáles pueden ser las consecuen-cias para un jefe de estación que no atiende a los perros del matrimonio Cascos como éste cree que se merecen: su destitución fulminante.

Pero más allá de los cambios que decida realizar Aznar por su descontento con la gestión de los ministros citados, el problema de fondo, explica una fuente del PP, "es que estamos funcionando desde hace un año con un presidente dimitido", en referencia a su promesa de no repetir en el cartel electoral.

Son mayoría los que dentro del partido achacan a esta circunstancia la deficiente coordinación política en el Gobierno, acentuada desde que el vicepresidente primero, Mariano Rajoy, asumió también la cartera de Interior. La "falta de orden", como se la califica sin paliativos en el Grupo Popular, hace que los ministros desconozcan dónde está la coordinación política, a pesar de los esfuerzos desplegados por el titular de Presidencia, Juan José Lucas, por hacerse respetar. "Lo que hay en realidad", asegura otra fuente del partido, "es una maraña de actuaciones por libre, sin que nadie muestre a tiempo una carta de navegación".

Superar la descoordinación

En el PP se opina que no basta con que el presidente cambie a los ministros más gastados. También se echa en falta un decreto para reordenar las funciones que competen al Ministerio de la Presidencia, de forma que la coordinación del día a día deje de depender del titular de Interior. Las fuentes consultadas identifican como principales beneficiarios del actual desorden a los integrantes del círculo más cercano a Aznar que, desde La Moncloa, imparten instrucciones a los distintos ministerios sin coste político alguno en caso de error.

Las ocasiones recientes en las que ha sido preguntado por el desgaste al que se encuentra sometido el Gobierno, Aznar ha respondido con evasivas trufadas de pretendida ironía. "Ya veremos a ver... En este momento no va a haber ningún cambio", respondió el pasado 10 de julio delante del presidente de Ecuador, Gustavo Noboa. Tres días después, junto al primer ministro polaco, decía entre risas: "Nuestro grado de depresión es terrible".

 

El selecto club de los íntimos de la familia Aznar

Para los politólogos de La Moncloa, las fiestas familiares de la familia Aznar se han convertido en una especie de barómetro para medir las inclinaciones del presidente del Gobierno.

Es por ello que en este contexto de incertidumbres y rumores la celebración del cumpleaños de Ana Botella, el pasado día 26, se convirtió en un escenario improvisado sobre cuyo entarimado sólo comparecieron cuatro miembros del Gobierno: los dos vicepresidentes, Rodrigo Rato y Mariano Rajoy; además de los titulares de la Presidencia, Juan José Lucas, y de Justicia, Ángel Acebes.

Ellos, junto a algún otro ministro que no pudo asistir, forman hoy el círculo de confianza de José María Aznar y son los más asiduos a las veladas de La Moncloa. El resto del Gabinete no estaba invitado o, por lo menos, así se asegura entre las huestes populares, muy atentas, en estos días prevacacionales, a los gestos de su jefe.

Motivos laborales justificaron la ausencia de algunos primeros espadas del partido, como Jaime Mayer Oreja (aunque sí estuvo su mujer). Y también se disculpó Rodolfo Martín Villa, que figuraba entre el selecto grupo de invitados del mundo empresarial, que estuvo representado, entre otros, por Miguel Blesa, Abel Matutes, las hermanas Koplowitz y Juan Abelló.

A destacar, que tanto en las distendidas conversaciones de las fiestas como en las más serias de los pasillos de ministerios y Cámaras Parlamentarias, se resaltan, cada vez más, la recobrada fortaleza de Rodrigo Rato, que vuelve a tener, para muchos fieles y enemigos, el perfil del sucesor. La minicrisis de Gescartera le ha fortalecido, sigue controlando el partido en Madrid, tiene situados a hombres suyos en las principales empresas del país y, si la economía no se descontrola, será difícil presentar un mejor cartel electoral.

En privado confiesa que no le apetece, pero Aznar y el deber mandan.

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