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La cumbre del clima saca adelante el pacto de Kioto sin EE UU

Más de 170 países reunidos en la conferencia mundial del clima en Bonn sellaron ayer un acuerdo que, a la vez de constituir un paso fundamental para enfrentar el calentamiento de la atmósfera, es también una prueba fehaciente de las posibilidades de la concertación internacional y un importante revés para EE UU, que de antemano había anunciado que no ratificará el Protocolo de Kioto.

Tras una larga noche de negociaciones, la operación de rescate del Protocolo de Kioto, que gira sobre la reducción de emisiones de gases invernadero, llegó ayer finalmente a buen puerto en Bonn. El ambiente eufórico lo resumía uno de los delegados: "Podemos volver a nuestros países con la cabeza en alto", decía el jefe de la delegación indonesia.

Sobre todo los ministros de Arabia Saudí y Japón merecieron cálidos aplausos en la sesión final: ambos países hicieron de tripas corazón al dar su visto bueno a un acuerdo que no prevé mayores indemnizaciones para los países productores de petróleo y que mantiene, aunque no pone en marcha, un sistema de sanciones para quienes incumplan sus compromisos de reducir las emisiones de gases contaminantes (Tokio hubiese preferido que el acuerdo fuese de cumplimiento voluntario).

"Se vivió un espíritu de toma y daca", destacó Jan Pronk, el presidente de la conferencia, quien a la postre pudo desvirtuar con resultados las muchas críticas que suscitó su estilo negociador.

A cambio de sacar adelante las reglas de la puesta en práctica del Protocolo de Kioto -una cuestión sobre la que la comunidad internacional llevaba cuatro años sin ponerse de acuerdo-, la Unión Europea aceptó que medidas de gestión forestal y agrícola (los llamados sumideros) puedan conducir a sustanciales descuentos en los compromisos nacionales para disminuir las emisiones.

En este acuerdo que los ambientalistas de Green-peace llaman Kioto light (y, pese a ello, apoyan como "un paso fundamental" en la protección del planeta), se prevén ayudas financieras a los países en desarrollo (más de 450 millones de euros anuales, en gran parte de la UE) y se fijan las reglas de los proyectos de desarrollo en el Tercer Mundo y del llamado comercio de emisiones.

"En medio de crecientes críticas al proceso de globalización, se ha demostrado que las negociaciones multilaterales en el marco de las Naciones Unidas tienen sentido", recalcó Pronk.

La UE destacó que el acuerdo -que ahora tiene que ser ratificado por al menos 55 países que sumen el 55% de las emisiones globales- mantiene abiertas las puertas a EE UU. Paula Dobriansky, la subsecretaria de Estado que encabezó la delegación estadounidense, sin embargo, incidió una vez más en que Was-hington no considera "razonable" el Protocolo.

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