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Bruselas obligará a bajar las comisiones por transferencias

Las comisiones bancarias por transferencias transfronterizas y por retirada de efectivo en cajeros automáticos del extranjero se abaratarán en la zona euro a partir del próximo 1 de enero. Obligatoriamente. Bruselas ultima un reglamento que forzará a las entidades a equiparar el precio de esos servicios con las tarifas que aplican en el mercado nacional.

La unión monetaria es una realidad desde el 1 de enero de 1999, pero los ciudadanos sufren todavía los perniciosos efectos de algunas barreras comerciales entre los 12 Estados miembros que la conforman. Las transferencias bancarias internacionales dentro de la zona euro, en concreto, siguen soportando unas comisiones muy superiores a las de una operación equivalente dentro de los respectivos mercados nacionales.

Peor aún. Esas comisiones, a pesar de la desaparición del riesgo del tipo de cambio entre las 12 monedas, han aumentado desde 1999 un 1,55%, según acusó ayer la Comisión Europea con la publicación de un segundo informe sobre el coste de los servicios bancarios transfronterizos en la zona euro (el estudio no refleja todavía la situación en Grecia, que se incorporó a la moneda única el 1 de enero de este año).

Además, en el 38% de las transferencias en que se basa el estudio (352 operaciones de 100 euros cada una), las entidades repercutieron el costo de la operación tanto al ordenante como al beneficiario, a pesar de que desde 1997 la doble comisión está prohibida en la Unión Europea. Desde ese año, el banco receptor de la transferencia no puede repercutir ningún costo al beneficiario, a menos que el ordenante lo haya solicitado expresamente.

Los clientes soportan, de media, una comisión de 17,36 euros en total (unas 2.900 pesetas) por cada transferencia internacional de 100 euros. Casi 500 pesetas más que para una transferencia nacional (14,26 euros de comisión media).

La utilización de tarjetas de débito en un país distinto al del Estado que las expidió provoca una discriminación similar. Los bancos españoles, por ejemplo, cargan una comisión, según el estudio, de 3,74 euros (622 pesetas) por cada retirada en efectivo de 100 euros (16.638 pesetas) en un cajero automático del extranjero. La comisión media en la zona euro asciende todavía a 4,17 euros. La banca española es, sin embargo, una de las pocas que no cobra comisión por efectuar pagos con tarjeta en el extranjero.

Bruselas se propone corregir esta situación por la vía reglamentaria. "Dado que todos los esfuerzos no legislativos han resultado inútiles hasta ahora, hay que considerar otras acciones", ha amenazado ya el director general de Mercado Interior de la Comisión, John Mogg.

El reglamento en ciernes obligará a equiparar las comisiones de los pagos nacionales y transfronterizos en euros en toda la Unión Europea. A la baja, por supuesto. La opinión pública de los Estados que permanecen fuera de la eurozona (Reino Unido, Suecia y Dinamarca) percibirá de este modo, según Mogg, las ventajas económicas de una operación en euros respecto a otra entre sus divisas respectivas.

Las entidades disponen hasta el próximo 1 de enero para igualar las tarifas de todos los pagos electrónicos. En transferencias y cheques, la Comisión concede, sin embargo, un año más. Bruselas no persigue acabar con la competencia entre las entidades. Sólo busca que "un cliente pague la misma comisión por las transferencias de hasta 50.000 euros con independencia de que la orden de pago sea transfronteriza".

 

Las entidades piden tiempo para adaptarse

Las federaciones bancarias de la Unión Europea sostienen que la reducción de las comisiones bancarias exige tiempo y, sobre todo, una mayor integración de los sistemas electrónicos de pago de la zona euro. Comisión y Parlamento Europeo desoyen estas explicaciones que sólo encuentran cierta comprensión en el Banco Central Europeo.

El pasado 18 de junio, las entidades ofrecieron, como gesto de buena voluntad, fijar en tres euros la comisión interbancaria para todas las transferencias en euros. La Comisión ha acogido con muchísima reticencia la propuesta. Estima que podría vulnerar las normas de competencia y, además, mantendría todavía la comisión final cercana a los 12 euros (1.996 pesetas), porque esa no incluye los gastos de manipulación.

Además, las entidades sólo se comprometen a aplicar esa tarifa a las transferencias totalmente automatizadas, en las que el ordenante facilite el número internacional de cuenta bancaria (IBAN) del beneficiario y su código de identificación (BIC). Unos datos que, según la Comisión, rara vez conoce el cliente, a quien, según el estudio publicado ayer en Bruselas, ni siquiera se le informa correctamente en el mostrador de las condiciones del pago que ordena. Esta información figura sólo por escrito.

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