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LA RIOJA

Los precios de la uva se derrumban al situarse en los niveles de 1996

Las pequeñas y medianas explotaciones del sector vitícola riojano empiezan a sufrir un serio castigo por las espectaculares alzas registradas en la campaña de 1999. Los precios de la uva se están desplomando hasta niveles de hace seis años. Los fuertes excedentes que se arrastran desde hace dos años auguran un negro panorama para la próxima vendimia, prácticamente a dos meses vista.

æscaron;nicamente el desplome de los valores tecnológicos en los mercados bursátiles admite comparación con la situación que empiezan a sufrir los viticultores riojanos. Ambos compartieron la ilusión de que el mercado podía con todo, por muy alto que fuera el precio.

En la campaña de 1999, los precios de la uva en La Rioja alcanzaron una media en torno a las 375 pesetas kilo y se registraron numerosas operaciones por encima de las 400 pesetas. Los bodegueros pusieron entonces el grito en el cielo, pero, en la práctica, se disputaron las mejores cosechas aceptando los precios que pedían los viticultores.

Un auténtico río de oro inundó las pequeñas y medianas empresas vitícolas, cuyos propietarios, según los comentarios que comenzaron a circular, se hicieron con espectaculares tractores, lujosos automóviles y espléndidos pisos en la capital. Era el premio a los desastres sufridos en el primer quinquenio de la década de los noventa, cuando la uva llegó a cotizarse a menos de la mitad de lo pagado a finales de los años ochenta.

Sin embargo, la reacción de los mercados exteriores fue inmediata. Los principales clientes del rioja respondieron a la subida de precios reduciendo sus compras más de un 40%. Los excedentes fueron acumulándose y, como ocurre siempre en la fría lógica del mercado, la abundancia generó automáticamente la desvalorización.

Caída de la cotización

Ha bastado la rebaja en el precio para que el vino de Rioja haya recuperado, en los cinco primeros meses de este ejercicio, lo que había perdido durante el año 2000 en los mercados exteriores.

El problema ahora es que aplicar la reducción a los excedentes implica una fuerte caída para la cotización de la próxima cosecha. Los viticultores riojanos se muestran aterrados, porque conocen en sus propias carnes que, si el mercado de su denominación de origen no tiene freno a la hora de subir, tampoco lo tiene en las bajadas .

En un intento de revalorizar los mejores frutos de la cosecha, el Consejo Regulador ha endurecido este año la normativa sobre rendimientos , lo que supondrá un aumento en los porcentajes de descalificación.

El presidente del organismo regulador, Ángel Jaime Baró, ha pedido a las bodegas que compensen el esfuerzo del sector productor para ofertar un fruto de calidad excepcional.

Negocio ruinoso

En este contexto, y cuando apenas faltan dos meses para la vendimia del 2001, la cooperativa de Alesanco, uno de los enclaves vitícolas de la Rioja Alta, ha aceptado vender una partida de la cosecha de 1999 a 1.050 pesetas la cántara (unidad de 16 litros). Son excedentes de una cosecha que llegó a rozar las 10.000 pesetas por ese mismo volumen hace ahora menos de dos años.

Aunque, seguramente, esa caída del 90% resulte excepcional, no deja de constituir un serio aviso. Sobre todo, porque no existen demasiadas garantías de que, en algunos casos, la caída pueda resultar incluso superior.

Los empresarios del sector vinícola de la comarca tienen muy claro que la evolución en los mercados internacionales está condicionada por el precio.

De hecho, la excelente relación entre el precio y la calidad del producto ha venido siendo la mejor tarjeta de presentación de la Denominación Calificada en los mercados internacionales.

Sin embargo, habida cuenta de las alegrías anteriores, el ajuste se presagia duro.

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