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EE UU vuelve a recortar los tipos porque la economía sigue en riesgo

La Reserva Federal estadounidense bajó ayer los tipos de interés interbancarios sólo 0,25 puntos (hasta el 3,75%), pero dejó la puerta abierta para nuevos recortes en el futuro. Pese a la decisión, su diagnóstico sobre la situación económica de EE UU sigue siendo bastante pesimista.

Los inversores de todo el mundo aguantaron ayer la respiración en espera de la decisión de la Reserva Federal estadounidense. Y el dictamen de Alan Greenspan y su equipo estuvo marcado por la prudencia: recorte de 25 puntos básicos tanto en los tipos interbancarios (que se colocan en el 3,75%, el nivel más bajo desde 1994) como en la tasa de descuento (que queda en el 3,25%).

El banco central avisó, sin embargo, que la "balanza de riesgos" sigue inclinada hacia "condiciones que pueden generar debilidad económica futura". Es decir, que deja abierta la puerta para volver a abaratar el precio del dinero.

Próxima bajada

La próxima reunión del consejo monetario está convocada para el 21 de agosto. Pero muchos economistas piensan que seguramente no esperará hasta esa fecha.

Además, el comunicado de la Reserva Federal sigue presentando un panorama económico inquietante.

Según los gobernadores, "los comportamientos que han sido evidentes en los últimos meses -descensos de la rentabilidad empresarial y las inversiones en capital, débil expansión del consumo y menor crecimiento en el exterior- siguen pesando sobre la economía".

Es decir, que la agresiva bajada de tipos orquestada por la Reserva Federal en lo que va de año todavía no ha tenido efectos claros en la economía. La de ayer fue la sexta bajada consecutiva de tipos en lo que va de año (los interbancarios estaban al 6,5% a principios de enero) y dos de ellas se produjeron sin esperar a la reunión oficial del consejo monetario.

Se trata, además, de la tanda de recortes de tipos más agresiva desde 1982. Pero los indicadores económicos siguen lanzando señales confusas.

Por un lado, los estadounidenses mantienen un nivel de optimismo aceptable: el índice de confianza de los ciudadanos subió en junio por segundo mes consecutivo, colocándose al nivel más alto en lo que va de año. Y este dato es fundamental para la reactivación económica del país porque el gasto de los particulares representa dos tercios del PIB. Además, los pedidos de bienes duraderos crecieron un 2,9% en mayo y las ventas de viviendas nuevas aumentaron un 0,8%.

Sin embargo, los indicadores empresariales y de producción siguen siendo muy pesimistas.

El PIB creció sólo un 1,3% en el primer trimestre (frente al 5,6% del mismo periodo del año 2000), las previsiones para el segundo trimestre son aún más modestas y el Consejo Nacional de Análisis Económico avisó hace unos días que EE UU "podría" haber entrado ya en recesión.

La producción industrial lleva ocho meses consecutivos de declive. Las empresas han puesto en marcha agresivos recortes de producción para recortar inventarios. Y de paso han lanzado ambiciosos programas de reducción de costes que incluyen despidos masivos.

La tasa de paro ha subido del 3,9% al 4,4% desde octubre y sólo el sector industrial ha eliminado más de medio millón de puestos de trabajo. La productividad de los trabajadores, que sirvió de pilar al crecimiento no inflacionario de los últimos 10 años, cayó un 1,2% en el primer trimestre.

Y los resultados de las empresas siguen empeorando, con lo cual es previsible que sigan aumentando los despidos y decreciendo las inversiones empresariales.

En Wall Street, las acciones han seguido cayendo a pesar de las bajadas de tipos y en el último año se han evaporado tres billones de dólares de riqueza. Los inversores no se conforman ya con rebajas monetarias, sino que piden señales palpables de que la economía empieza a mejorar.

Quienes creen que la economía repuntará pronto anotan que las bajadas de tipos suelen tardar de seis a nueve meses en dejarse notar en la economía. De ahí que los banqueros centrales tengan que calibrar muy bien sus actuaciones para no excederse con la bajada de tipos, arriesgándose a provocar un repunte de la inflación en el futuro.

Tantear el terreno

El gobernador Lawrence Meyer dijo hace unos días en el Congreso que la Reserva Federal debe tener cuidado para "no crear las condiciones que lleven a una inflación más alta conforme la expansión [económica] gana impulso". Es decir, que reconoce que hay peligro de que a la Reserva Federal se le vaya la mano.

Pero Greenspan ha repetido en sus últimas intervenciones que la inflación no le preocupa y el comunicado emitido ayer por el banco central indica que los precios siguen controlados.

Existen, pues, discrepancias dentro del consejo monetario. Y también entre los economistas privados.

Allen Sinaí, de la firma Decision Economics, cree que "la economía de EE UU está flirteando con la recesión, y probablemente ya está en ella". Y asegura que la situación hoy es más grave que hace un par de meses, debido, entre otras cosas, al empeoramiento de las economías de Japón y la zona euro.

Maury Harris, de UBS PaineWebber, prevé "una modesta recuperación en la segunda mitad del año", con un ritmo de crecimiento del 3,1% en el cuarto trimestre.

Y otros reconocen que es imposible saber si la crisis ha tocado fondo o no. Los economistas esperan con gran interés los efectos de la macrobajada de impuestos aprobada por el Congreso (1,3 billones de dólares en 10 años).

Los primeros cheques con devoluciones de la agencia tributaria llegarán a los buzones en julio, y ello puede estimular el nivel de confianza y consumo de los ciudadanos. Si esto ocurre, Greenspan y su equipo pueden salir airosos de este duro embate.

 

Una crisis global que nadie sabe cuándo llegará a su fin

La economía de Japón lleva una década sin levantar cabeza. La Unión Europea corre peligro de estanflación (estancamiento económico con repunte de la inflación). Y EE UU ni siquiera sabe si está o no en recesión.

La situación tiene desorientados a los economistas, que no logran ponerse de acuerdo sobre cuándo y cómo tocará fondo la crisis. La mayoría cree que la agresiva bajada de tipos permitirá a EE UU repuntar en la segunda mitad del año. Otros dicen que el país ya está inmerso en una "recesión industrial", sus empresas sufren una "recesión de beneficios" y hay "recesión laboral". Con lo cual lo único que parece no estar en recesión es el PIB oficial.

Si las previsiones más optimistas se cumplen, EE UU se recuperará en unos meses y hará de locomotora de la economía mundial (como ya ocurrió en la crisis de 1998). Pero no hay garantías de que esto ocurra. Al fin y al cabo, Alan Greenspan no es infalible. Aunque algunos olvidaron este detalle durante la última fase de bonanza.

El banquero tomó las riendas de la Reserva Federal en 1987 y EE UU atravesó su última recesión en 1990-91. Muchos le acusaron de provocarla por su tardanza en bajar tipos. Y entre los más críticos estuvo el presidente George Bush (padre), que perdió las elecciones en 1992 debido, precisamente, a la crisis económica.

10 años más tarde, Greenspan sigue como banquero central y el inquilino de la Casa Blanca es George Bush hijo, un republicano de corte reaganista que ha aprovechado la crisis para conseguir que el Congreso apruebe la mayor bajada de impuestos en dos décadas. Si la cosa sale bien, Greenspan y Bush se repartirán los laureles. Si va mal, las piedras seguramente caerán en el tejado del banquero central.

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