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Irlanda quiere consolidar su nueva estructura económica

En apenas un lustro, Irlanda ha logrado revertir su tradición de país de emigración y de base eminentemente agraria. Su transformación en un centro de elaboración y exportación de productos de nuevas tecnologías ha cambiado la fisonomía del país.

Las altas tasas de crecimiento, inversión y exportación alcanzadas en la última década constituyen una de las grandes sorpresas de la economía mundial. Hacia 1986, los analistas económicos europeos consideraban a Irlanda como el "enfermo" de Europa, y no vaticinaban sino perspectivas aún peores.

Pero la historia discurrió por carriles completamente inesperados. Entre 1994 y 1999 el producto interior bruto (PIB) irlandés aumentó a un promedio del 8,5% anual, frente al 2,3% de la Unión Europea (UE) y el 2,9% de las naciones de la OCDE. El año pasado, esa evolución alcanzó su tope al crecer 10,5%.

En la base de este desarrollo se conjugaron varios factores, entre los cuales el ciclo alcista de la economía mundial ha sido preponderante. En los últimos 15 años, Irlanda ha recibido inversiones directas por un total de aproximadamente 1,2 billones de pesetas, de las cuales el 80% procede de EE UU.

Si bien representa apenas el 1% del PIB de la UE, Irlanda recibe el 10% de la inversión directa de Estados Unidos en las industrias de la Europa de los Quince. Este boom de capitales externos se ha dirigido fundamentalmente a la creación de un sector con mano de obra especializado y orientado a la exportación, y se concentra en áreas de alta tecnología. So-bre todo en electrónica, informática (hardware y software), productos farmacéuticos y de servicios financieros. Este cambio histórico, que disminuyó el peso del sector agrícola en la economía nacional, llevó a un fuerte auge exportador y a un creciente superávit del comercio exterior.

El 70% de los productos manufacturados en Irlanda se destina a la exportación. En el sector industrial de capital extranjero, ese porcentaje de la exportación sube al 85%. Si bien el sector agroalimentario sigue siendo el bastión de la economía de es-te poco poblado país de 3,6 millones de habitantes, en los últimos 25 años la dependencia de Irlanda del sector primario se ha reducido notablemente. En cifras, la población activa empleada en el sector servicios repre-senta hoy el 58%, frente al 38% que trabaja en la industria y el 4% que lo hace en tareas agrícolas.

Estos datos son un buen indicativo de la desigualdad de la distribución de la población. La capital, Dublín, alberga a 1,5 millones de habitantes, mientras que los dos millones restantes se distribuyen en otras cuatro ciudades. Los habitantes del campo son una minoría.

La implantación de empresas de capital extranjero ha marchado en paralelo y, en parte, ha favorecido el surgimiento de compañías locales, básicamente en los sectores de la nueva tecnología. Actualmente, cuatro de cada cinco fabricantes de software son de capital local, sobre un total de 150 firmas que fabrican esos productos.

El papel del Estado irlandés en el cambio ha sido, junto con las ayudas de la UE, de primer orden. Por un lado, centralizando en la agencia de desarrollo Ireland Enterprise (IE) las tareas de apoyo y subsidios a las empresas en formación de cualquier sector. En los próximos cinco años, la IE aportará 25 millones de euros anuales en ayuda a empresas, una buena parte de los cuales proviene de los fondos europeos. Por otra parte, la política de reducción de impuestos a la industria ha sido y sigue siendo un elemento clave del éxito del modelo irlandés.

 

Baja el riesgo de recalentamiento

El ministro irlandés de Finanzas, Charlie McCreevy, dijo ayer en Bruselas que la desaceleración económica de EE UU y la crisis de la fiebre aftosa en la UE reducen "el riesgo de recalentamiento" de la economía irlandesa.

"Las perspectivas se mantienen favorables para Irlanda. El crecimiento del país será superior al del resto de Europa", afirmó McCreevy. Irlanda creció el año pasado al 8,8%, según los datos de la UE.

McCreevy también destacó algunos aspectos de su gestión: superávit presupuestario equivalente al 5% del PIB, deuda del 39% respecto al PIB y tasa de desempleo del 3,6%.

El ministro irlandés explicó, además, que su Gobierno estudia medidas para contener el crecimiento del IPC. La tasa armonizada de inflación se situó en febrero en el 3,9%, según McCreevy.

El Ejecutivo irlandés confía en que las relaciones comerciales con la UE sigan a un buen ritmo, pese al rechazo de la Comisión Europea al Presupuesto de Irlanda por su carácter expansivo, en lugar de la austeridad recomendada por las autoridades de la UE.

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