Consternación mundial por el rechazo de EE UU al Protocolo de Kioto
La comunidad internacional reaccionó ayer con indignación al anuncio del miércoles del presidente de EE UU, George Bush, de desmarcarse definitivamente del Protocolo de Kioto, firmado en 1997. El objetivo del acuerdo es alcanzar en 2012 una reducción media del 5,2%, respecto a los niveles de 1990, de la emisión de gases contaminantes. Se intenta combatir así el calentamiento terrestre.
El secretario de Estado británico de Medio Ambiente, Michael Meacher, calificó la decisión estadounidense de "extremadamente grave", aunque pidió a la UE que "siga adelante" y ratifique el protocolo el año próximo. La comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallstrom, descartó sanciones comerciales contra EE UU, aunque calificó de "muy preocupante" el anuncio de Bush.
Wallstrom señaló que la próxima semana viajará a Washington para "intentar negociar una solución". En este sentido también se pronunció el portavoz del Gobierno japonés, Yasuo Fukuda, que destacó que su país "trabajará para EE UU acepte el protocolo". El vicepresidente de la Mesa Intergubernamental para el Cambio Climático, Tomihiro Taniguchi, se mostró ayer esperanzado: "No creo que sea la decisión definitiva. EE UU todavía está revisando su política energética". Seguramen-te, Taniguchi no había escuchado al portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer: "No hay lugar para el equívoco. El Tratado de Kioto no es interesante para EE UU".
Contra el medio ambiente
Esta es la última de las numerosas decisiones de Bush en las que pesan más los intereses empresariales que la política medioambiental.
Con anterioridad, el presidente de EE UU revocó el límite de arsénico en el agua potable, ha apoyado las prospecciones petrolíferas en el refugio natural de Alaska y ha roto una promesa electoral reconociendo que no obligará a las centrales eléctricas a recortar sus emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Además, Bush ha puesto en duda que las emisiones de CO2 sean las responsables del efecto invernadero.