Argentina, vuelve la ortodoxia
Los porteños, como llaman en Argentina a los nativos de Buenos Aires, son famosos, entre otras cosas, por su sentido de la autocrítica, y cuando se les pregunta por qué Argentina no acaba de salir de sus eternas crisis políticas y económicas, responden: "Dios derramó tantos bienes sobre este país que tuvo que poner a los argentinos para compensarlos".
En efecto, no se comprende cómo un país con toda clase de bienes, desde el petróleo a los minerales, con escasa población para su extensión, una clase media culta y una intelectualidad brillante, sin apenas analfabetos, tenga que afrontar las crisis que afronta y cuyo último episodio fue la remodelación ministerial que tuvo que adoptar el presidente Fernando de la Rúa (también conocido por Fernando de la Duda) el pasado domingo.
La remodelación, con la designación del, hasta ahora, ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, para Economía supone la vuelta de la Escuela de Chicago al país. López Murphy es un ultraliberal, a quien el Financial Times describe, acertadamente, como "un halcón en el terreno de la política fiscal". Economista graduado en EE UU, es un ortodoxo del liberalismo económico. La entusiasta reacción de los mercados a su nombramiento habla por sí sola. Sus recetas para salir de la crisis que atenaza a Argentina desde hace 32 meses son claras y diáfanas: mantener la paridad entre el dólar y el peso, rebaja de impuestos y recortes del gasto público. Es decir, la ortodoxia liberal en acción.
La pregunta es si podrá llevar a cabo su programa, a pesar de las promesas que ha recibido del presidente. No hay que olvidar que, ante todo, Argentina es un sistema federal y que, por ejemplo, en la reducción del gasto público, López Murphy tiene un campo de maniobra limitado al depender de la colaboración de los gobernadores de las provincias, casi todos de la oposición peronista. El tema de fondo es la absoluta incompatibilidad entre los dos partidos integrantes de la coalición gobernante, un suave centro-izquierda, representado por el radicalismo de De la Rúa, y unas posiciones mucho más extremistas, representadas por el Frepaso, que llevaron en octubre a la dimisión del vicepresidente y líder de esta formación, Carlos Álvarez.
En todo caso, la apuesta de De la Rúa es arriesgada, pero también es, quizás, la única posible en un momento en el que la crisis turca ha vuelto a dejar con el trasero al aire a las economías emergentes. El ocupante de la Casa Rosada sabe que los mercados internacionales y los inversores extranjeros esperaban un giro de 180 grados en la dirección de la política económica y ese giro sólo era posible con un político como López Murphy. Además, el nombramiento se puede complementar, en un futuro no muy lejano, con la designación de Domingo Cavallo, el autor de la paridad dólar-peso en los noventa, como presidente del Banco Central. Sería la confirmación del retorno de las teorías de los Von Hayeks y Friedmans al país. En teoría, el futuro debería ser de color rosado para Argentina, por el respaldo de un crédito cercano a los 40.000 millones de dólares del FMI para hacer frente a sus problemas inmediatos. La depreciación del dólar frente al euro debería ayudar a las exportaciones. Queda sólo el factor apuntado al principio. ¿Habrá que seguir compensando las abundancias naturales argentinas con las carencias de sus políticos? El tiempo lo dirá.