_
_
_
_
_

Bush estrena mandato entre la confianza de los mercados y el miedo a la recesión

El republicano George Bush tomará hoy las riendas de un país cada vez más preocupado por la desaceleración económica y que está dividido a la mitad ideológica y culturalmente. El ex gobernador de Tejas ha prometido que actuará como presidente "de todos los estadounidenses, incluso de los que no me han votado". Pero su discurso unificador contrasta con el nombramiento para cargos del máximo nivel de políticos con posiciones conservadoras muy extremas. La brecha entre la América conservadora (rural y religiosa) y la América progresista (urbana y laica) quedó patente durante las tormentosas elecciones de noviembre y amenaza con crecer todavía más.

El republicano George Bush será investido hoy como presidente de Estados Unidos en una ceremonia multitudinaria durante la que pedirá a los ciudadanos que defiendan "ideales mayores a nosotros mismos". Además reiterará la idea de que se siente "en paz", a pesar de la tormentosa batalla electoral que mantuvo con el candidato demócrata Al Gore.

El republicano , que consiguió menos votos populares que Gore, ha prometido "ser el presidente de todos los estadounidenses, incluso los que no me votaron" y trabajar para reunificar el país.

Las elecciones de noviembre pusieron en evidencia que los estadounidenses están completamente divididos a la mitad. A un lado está la América urbana, intelectual, laica y progresista que votó por Gore. Al otro está la América rural, religiosa y conservadora que apostó por Bush.

La polémica en torno al resultado electoral encrispó las ya complejas relaciones entre ambos grupos. Y algunos de los nombramientos anunciados por Bush amenazan con aumentar aún más la brecha. El clima político se ve enrarecido, todavía más, por los signos de desaceleración económica y el creciente temor de los ciudadanos a que el país entre en recesión.

El nombramiento más conflictivo dictado por Bush es el de John Ashcroft, designado como fiscal general y responsable del Departamento de Justicia. Un fervoroso cristiano evangélico que defiende la pena de muerte y la libertad en la compra de armas, rechaza las leyes del aborto y apoya la pena de muerte.

Protestas

Cientos de asociaciones unieron sus fuerzas para intentar bloquear su confirmación en el Senado. Desde ecologistas hasta sindicatos, pasando por grupos pro-aborto y asociaciones de defensa de los derechos civiles.

Decenas de miles de ciudadanos piensan acudir hoy a Washington para protestar su nombramiento. De paso, intentarán deslegitimar la victoria electoral de Bush y denunciar las políticas que, seguramente, piensa aplicar.

El programa de Gobierno de Bush incluye algunas propuestas muy polémicas como una macrobajada de impuestos de 1,6 billones de dólares en 10 años y un plan para semiprivatizar las pensiones públicas.

Para sacarlas adelante, el nuevo presidente tendrá que hacer gala de enormes dotes de diplomacia porque el Congreso está dividido prácticamente a la mitad. Y nombramientos como el de Ashcroft son vistos por los demócratas como una señal de falta de tacto político por parte del nuevo presidente.

Bush rechaza estas acusaciones y promueve su discurso de líder unificador con frases como "el sueño americano es para todos" (chapurreada en español).

Hoy volverá a repetir un discurso parecido en una ceremonia cuyo coste rondará los 40 millones de dólares y que ha sido financiada por decenas de compañías que han firmado cheques por valor de 100.000 dólares a cambio de recibir entradas para los eventos de la ceremonia inaugural.

Empresas como Microsoft y la tabacalera Philip Morris (ambas demandadas por el Gobierno de Clinton), American Airlines (que pretende comprar TWA) o AT&T (que también tiene varios expedientes pendientes con los reguladores).

 

Un presidente con poca experiencia internacional

La mayor potencia económica y militar del planeta estará liderada a partir de ahora por un hombre cuyos viajes al extranjero pueden contarse con los dedos de una mano.

Bush deberá asumir importantes retos en la arena internacional: desde la crisis de Oriente Próximo a la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para compensar su falta de experiencia, se ha rodeado de políticos que ya trabajaron para su padre: el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Estado, Colin Powell, y la asesora de seguridad Condoleeza Rice.

Un equipo con el que la política internacional puede cambiar de forma sustancial. Para empezar, EE UU sólo desplegará tropas en el exterior cuando estén en juego sus intereses nacionales (una definición que deja fuera las misiones de carácter humanitario).

Además, Bush está decidido a implantar un sistema de defensa antimisiles que es visto con reticencia por China y Rusia. Y piensa reforzar sus ofensivas contra Irak y frente al llamado "terrorismo internacional" (con Osama bin Laden como principal objetivo).

En materia económica, mantendrá las políticas pro-libre comercio (aunque no está claro cómo afrontará las relaciones con China), será más agresivo al exigir reformas en el FMI y endurecerá la ofensiva diplomática frente a la OPEP.

El reto más apremiante será, sin embargo, la crisis de Oriente Próximo. Powell ha dicho que adoptarán una posición de "esperar y ver" hasta que se celebren las elecciones en Israel el próximo 6 de febrero. Y un grupo de 52 congresistas, ex embajadores y analistas de bancos de inversión le han recomendado que recorte el nivel de implicación de EE UU en el conflicto hasta que la posibilidad de un acuerdo sea realmente clara.

 

Dos líderes con estilos de vida muy diferentes

Adiós a Barbra Streisand y Steven Spielberg. Hola a Chuck Norris y Bo Derek. Se acabaron las veladas en la Casa Blanca con la flor y nata de Hollywood. Y empiezan las barbacoas acompañadas con tacos mejicanos y música country.

El traspaso de poderes en la presidencia no sólo se dejará notar en la agenda de Gobierno, sino también en lo que estará o no de moda para quienes quieran sintonizar con el nuevo líder estadounidense. Un grupo que incluye a políticos, artistas, abogados, empresarios, académicos y todo tipo de personajes dispuestos a hacer gala de sus dotes camaleónicas con tal de mantener sus buenas relaciones con la Casa Blanca.

El demócrata Bill Clinton vivió arropado durante ocho años por la flor y nata de Hollywood. El republicano George Bush reconoce que ve más partidos de béisbol que películas y que, si tiene que elegir, se queda con Austin Powers (una afirmación que seguramente ha puesto los pelos de punta a la élite del Séptimo Arte).

Carácter campechano

Clinton combinaba una sólida formación intelectual con un estilo carismático que le permitía conectar con los ciudadanos. Bush estudió en las Universidades de Harvard y Yale, pero nunca dejó que ello le dejase marcado. Ni en el terreno intelectual, ni en el estilo personal.

El republicano mantiene un marcado acento tejano que es ridiculizado insistentemente por los humoristas televisivos. Además comete importantes fallos gramaticales y tiene una capacidad absoluta para pronunciar los nombres de algunos líderes extranjeros.

Sin embargo, sus aparentes carencias intelectuales no han perjudicado su ascenso político. Bush ha aprovechado sus tropezones para presentarse ante los ciudadanos como una persona campechana, directa y sincera. Y muchos lo ven como un soplo de aire saludable tras el intelectualismo de Al Gore y las mentiras de Clinton.

 

Clinton

cautiva hasta el último minuto

Cerró ayer el 'caso Lewinsky' con acusación de venganza de una damnificada, y deja el cargo con un nivel de aprobación popular de los más altos de la historia.

Bill Clinton llegó a la Casa Blanca soñando con aunar los logros políticos de Franklin Roosevelt y el carisma de John Kennedy. Y lo habría conseguido, de no ser por la ola de escándalos que salpicaron su presidencia.

Tras ocho años de mandato, más de la mitad de los ciudadanos creen que no es una persona de fiar. Sin embargo, deja el cargo con apoyo popular en uno de los niveles más altos de la historia. Según la CBS, un 68% de los ciudadanos aprueba su trabajo en la Casa Blanca, a pesar de el 60% cree que no "comparte los valores" de la mayoría de los estadounidenses.

La dualidad entre el político y la persona está, pues, perfectamente clara para los ciudadanos. Y en el aspecto político sus índices de popularidad son superiores, incluso, a los de su sucesor.

Según una encuesta de Bloomberg, un 51% de los ciudadanos opina que Clinton ha sido beneficioso para la economía del país y sólo el 30% cree que George Bush conseguirá hacer otro tanto (el 22% afirma que el republicano dañará la situación económica).

Primer presidente de la generación Baby Boom (los nacidos tras la II Guerra Mundial) y primero en asumir el cargo tras la Guerra Fría, Clinton ha liderado el país durante la mayor fase de crecimiento económico de su historia.

Sin embargo, su legado quedará mancillado por una larga lista de escándalos. Los más polémicos fueron los manejos financieros del caso Whitewater y el caso Mónica Lewinsky, que convirtió a la Casa Blanca en el hazmerreír de todo el mundo

Cerrado el caso Lewinsky

Clinton logró cerrar el caso Lewinsky ayer mismo, sellando un pacto con el fiscal Robert Ray. El demócrata reconoce que declaró engañosamente bajo juramento y asume pagar una multa de 25.000 dólares y la pérdida de la licencia para ejercer de abogado durante 5 años. A cambio, se asegura que no será demandado por perjurio tras dejar el cargo.

Linda Tripp, la amiga de Lewinsky que grabó y difundió las conversaciones telefónicas con ésta, perdió ayer su empleo en el Pentágono y acusa a Clinton de haber forzado su despido por venganza (el Pentágono lo niega).

El caso estuvo a punto de costarle el cargo a Clinton, que pasará a la historia como el segundo presidente de EE UU destituido por la Cámara de Representantes. Al final logró mantener su puesto porque sus detractores no lograron suficientes votos en el Senado y, sobre todo, porque a los ciudadanos les preocupaba más su cuenta bancaria que la vida personal del presidente.

El carismático y controvertido líder asumió la presidencia en 1993, cuando el país empezaba a repuntar de la recesión sufrida durante el mandato de George Bush padre. Y se va en un momento en el que la economía amenaza una recesión a George Bush hijo.

En estos ocho años, EE UU ha generado 22 millones de empleos y ha pasado de tener un déficit de 290.000 millones de dólares a registrar tres ejercicios de superávit fiscal récord. Sin embargo, no está tan claro que todos estos éxitos sean achacables sólo a Clinton.

Robert Andelson, del Instituto Americano para la Investigación Económica, dice que "Clinton se benefició de las políticas que ya había puesto en marcha Bush (padre)". Si el país vuelve a caer en recesión, añade, "será por culpa de Clinton y no de Bush (hijo)".

Robert Reischauer, presidente del centro de estudios Urban Institute, sí cree que al menos un 40% de la bonanza es achacable a decisiones de Clinton como la promoción del libre comercio o el respeto riguroso a la independencia de la Reserva Federal.

El resto del mérito corresponde a factores como el fin de la Guerra Fría (que permitió liberar recursos para industrias productivas), la explosión tecnológica y el auge de las Bolsas.

Clinton lo sabe, pero no está dispuesto a desperdiciar los réditos de este boom económico. Un capital que piensa utilizar para retener su liderazgo en el Partido Demócrata (mal que pese al derrotado Al Gore) y "seguir sirviendo" a los estadounidenses en el futuro.

 

La era de Internet, el Nasdaq y la nueva economía

Los congresistas republicanos casi se mueren de la risa cuando el vicepresidente Al Gore dijo que él había inventado Internet. Una afirmación sin duda exagerada, pero que tiene detrás una verdad innegable: el tándem Clinton-Gore tuvo clarísimo desde el primer día que las nuevas tecnologías eran la clave para generar riqueza y que Internet revolucionaría la economía y la cultura del país (desde la educación a la política, pasando por las relaciones personales).

Dejando manos libres a la industria en materia reguladora, apoyando la moratoria de impuestos al comercio electrónico y costeando programas para conectar a colegios y comunidades a la Red, Clinton ha cumplido con pulcritud su papel de primer presidente de la era de Internet.

La explosión tecnológica de los últimos años ha transformado la forma de hacer negocios de las empresas estadounidenses. Y este fenómeno, unido a la supresión de barreras comerciales, ha cimentado aumentos de productividad que permitieron al país crecer a ritmos del 4%, con la tasa de paro más baja en 30 años y sin repunte de la inflación.

Un milagro económico que fue bautizado como nueva economía y que hace sólo unos meses todavía prometía bonanza sin fin. Sin embargo, los últimos datos indican que el nuevo paradigma no ha puesto fin a los tradicionales ciclos económicos.

Ni tampoco a los tropezones bursátiles. La euforia de la nueva economía se tradujo en aumentos de dos dígitos en los índices bursátiles durante varios años consecutivos. Millones de ciudadanos decidieron que la mejor forma de hacer dinero era cobrar en opciones e invertir en acciones. Y el número de hogares con parte de sus ahorros invertidos en Bolsa pasó del 31,6% en 1989 al 48,8% en 1998.

Sin embargo, la burbuja explotó en marzo y los expertos auguran una recuperación lenta y dolorosa. Sobre todo para aquellos que tomaron dinero prestado para comprar acciones.

 

Muchos sueños

se quedaron en el tintero

El carismático Bill Clinton ha movido al Partido Demócrata hacia posiciones de centro-moderado y, además, ha sido capaz de cooperar con los congresistas republicanos en asuntos claves como el acuerdo de equilibrio presupuestario. Sin embargo, no algunos de sus proyectos más ambiciosos se quedaron en el tintero:

Sanidad para todos. Clinton llegó a la Casa Blanca decidido a conseguir que todos los estadounidenses disfrutaran de cobertura médica. Su esposa, la hoy senadora Hillary Clinton, orquestó un plan de reforma que fue rechazado de plano por los republicanos y por las compañías aseguradoras, las gestoras sanitarias privadas HMOs y las asociaciones médicas.

Al grito de "¡Clinton quiere nacionalizar la Sanidad!", el frente opositor logró descarrilar la reforma y los inquilinos de la Casa Blanca aprendieron dos lecciones importantes: que la primera dama debía mantener un perfil político más bajo y que las reformas más ambiciosas debían ser implantadas de forma gradual.

Pobreza. El Gobierno demócrata ha repetido hasta la saciedad que Estados Unidos tiene en estos momentos el menor nivel de pobreza en dos décadas. Pero un 11% de los ciudadanos (32,2 millones de personas) sigue viviendo por debajo del umbral de la pobreza, a pesar de que la economía del país va camino de alcanzar el décimo año de crecimiento ininterrumpido. El porcentaje de pobres es del 16,9& en el bloque de menores de 18 años, del 23,6% en la minoría negra y del 22,8% en la comunidad hispana.

Oriente Próximo. A pesar de sus denodados esfuerzos por forzar la negociación, Clinton se irá de la Casa Blanca sin conseguir intermediar un acuerdo de paz en Oriente Próximo.

Las negociaciones se encuentran empantanadas por los actos de violencia y pocos creen posible que se alcance un compromiso antes de que Israel celebre sus elecciones presidenciales el 6 de febrero.

Además, el ultraconservador Ariel Sharon lidera los sondeos de intención por amplio margen. Si se confirma su triunfo, el Gobierno de George Bush tendrá que asumir el papel de mediador en un clima político todavía más extremista.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_