El cambio climático también nos enferma
Factores como la contaminación en las ciudades, las altas temperaturas y desastres naturales cada vez más frecuentes tienen un impacto directo en la salud de la personas
El cambio climático ya no es una amenaza futura, sino presente, que incrementa los riesgos para la salud. Una de sus consecuencias directas, por poner un ejemplo, es que insectos transmisores de enfermedades como mosquitos y garrapatas aparezcan en zonas donde antes no existían, tal y como explica Gema Fernández Rivas, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
“En España, en los últimos años, ha habido brotes de fiebre del Nilo Occidental y casos autóctonos de dengue. En Europa, en lo que llevamos de 2025, también se han registrado casos de chikungunya y dengue, especialmente en Francia e Italia”, afirma Fernández. A esto se suma el impacto en pacientes con patologías crónicas, que presentan complicaciones cardiovasculares y respiratorias cada vez más frecuentes ante eventos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y olas de calor.
Aunque las altas temperaturas no generan enfermedades por sí mismas, precisa Jordi Bañeras, cardiólogo en el Hospital Universitario Vall d’Hebron y miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), sí pueden descompensar a personas que ya padecen condiciones crónicas. “Las altas temperaturas provocan reagudizaciones de enfermedades cardíacas, incluyendo episodios de insuficiencia cardíaca, falta de aire e incluso pueden precipitar infartos de miocardio”, indica.
Los días con más polución hay más infartos de miocardio
Otro factor es la contaminación. Bañeras apunta que esta tiene un impacto muy significativo en la salud cardiovascular, más que el calor extremo asociado al cambio climático, ya que contribuye a la aparición de nuevas patologías.
El especialista añade que, aunque dicha contaminación puede generarse por la actividad humana, debido a los motores de combustión de los vehículos o la industrialización, también proviene de desastres naturales, los cuales, a su vez, están influenciados por el cambio climático.
Entre estos fenómenos, los incendios forestales son especialmente relevantes porque liberan partículas finas en suspensión, las conocidas PM2,5, que se relacionan directamente con un aumento de enfermedades cardiovasculares.
El gasto
La contaminación atmosférica provoca al año 62.000 ingresos hospitalarios urgentes en España, con un coste de 850 millones de euros anuales.
“Hemos demostrado en España que los días con más contaminación hay más infartos de miocardio en todo el territorio nacional”, afirma Bañeras, en referencia al estudio Impacto de la contaminación por partículas finas (PM2,5) en la frecuentación y mortalidad hospitalaria por infarto agudo de miocardio en España, realizado por la SEC y la Fundación Española del Corazón (FEC).
Cerca de siete millones de personas mueren cada año por la exposición a las partículas finas contenidas en el aire contaminado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otro estudio del Instituto de Salud Carlos III, junto con las universidades de Girona y Alcalá de Henares, concluyó que la contaminación atmosférica en España provoca cada año unos 62.000 ingresos hospitalarios urgentes a corto plazo, con un coste estimado de más de 850 millones de euros anuales.
“A veces se plantea la contaminación atmosférica como un problema y el cambio climático como otro distinto, cuando no es así”, sostiene el cardiólogo del Hospital Universitario Vall d’Hebron. La contaminación generada por el ser humano alimenta el cambio climático, el cual, apunta, provoca a su vez fenómenos naturales que incrementan aún más la contaminación. “Es un círculo vicioso, y tiene un impacto grave sobre la salud”, prosigue Bañeras.
La contaminación de los suelos y las aguas también afectan tanto a la seguridad alimentaria como a la calidad del agua potable, elevando el riesgo de enfermedades infecciosas y crónicas.
Además, el calentamiento global podría tener un efecto sobre el ámbito psicológico de las personas, como sostiene un metaanálisis publicado en 2024 en World Psychiatry por investigadores del Clínic Barcelona-Idibap, que concluyó que podría aumentar los casos de suicidio en un 7% de cara a 2050.
Medidas para paliar los efectos
Gema Fernández Rivas, portavoz de la Seimc, apunta que, frente al aumento de fenómenos extremos son necesarias medidas concretas de prevención y respuesta sanitaria. Destaca la urgencia de inversión en salud pública y sistemas hospitalarios para reforzar laboratorios, urgencias y vigilancia epidemiológica, así como la implementación de planes de vigilancia vectorial y control ambiental, incluyendo el uso de trampas, fumigación focalizada y coordinación entre sanidad animal y humana bajo el enfoque integral one health. Y “planes de comunicación y educación pública” que ofrezcan a la población información clara “sobre cómo protegerse”.
Por su parte, Jordi Bañeras, cardiólogo en el Hospital Universitario Vall d'Hebron y miembro de la SEC, resalta que, en el caso de la contaminación, es fundamental una combinación de medidas colectivas e individuales, desde políticas que reduzcan las emisiones de vehículos e industrias hasta decisiones personales como caminar o usar la bicicleta en trayectos cortos, sin olvidar que la contaminación afecta no solo el aire, sino también a los alimentos y el agua, incluyendo microplásticos y metales pesados que se acumulan en el organismo.