Monchi: "Nos olvidamos que Messi y Ronaldo también son personas"
Su marcha del Sevilla ha levantado conmoción. Encima de la mesa tiene ofertas de clubes europeos, que se han fijado en su habilidad para gestionar y sacar rentabilidad al talento
Es el rey Midas del fútbol. Ramón Rodríguez Verdejo (San Fernando, Cádiz. 1968) ha conseguido lo impensable: elevar a categoría de galáctico la figura del director deportivo. Tuvo una carrera profesional discreta. Entre 1990 y 1999 defendió la portería del Sevilla. Cuando colgó los guantes pasó una fugaz etapa como delegado del club. El puesto de secretario técnico quedó vacante y accedió a él por casualidad. De eso han pasado casi 17 años y Monchi, como le conoce todo el mundo, se ha convertido en el mago de los fichajes. Un cazatalentos de leyenda. Compra jóvenes promesas, maduran en el club y luego muchas de ellas son vendidas a los grandes equipos. Los números hablan por sí solos de su éxito.
Desde el año 2000 ha realizado unas 600 operaciones, que han generado plusvalías de 200 millones para el Sevilla. En este periodo, el club del Nervión ha alzado cinco Copas de la UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España. Él y su equipo –dirige un grupo de 16 personas que peinan casi todas las ligas del mundo– han sido los responsables de fichajes tan rentables económica y deportivamente como Alves, Krychoviak, Gameiro, Baptista, Bacca, Rakitic, Vidal, Keita, Poulsen, Kanouté, Negredo... Su olfato no se limita al césped, también se extiende a los banquillos ya que ha logrado lanzar al estrellato a entrenadores como Juande Ramos o Unai Emery. Agotado física y mentalmente, Monchi ha decidido poner fin a su etapa profesional en el Sevilla. Medio continente se pelea ahora por contratar sus servicios.
- R. Se le puede considerar como un gran director de recursos humanos.
- R. A mí siempre me ha gustado la discreción, pero si algo soy es un gestor de talento. Eso no es fácil, pero tampoco difícil. Elegimos a los futbolistas, los seguimos, tenemos una imagen idolatrada de ellos, pero nos olvidamos a menudo de que son personas. Lo importante es actuar sobre la persona y no sobre el futbolista. Porque cuando la persona no está, tampoco lo está el jugador. Lo importante, y esa ha sido mi prioridad, es que las personas estén contentas con lo que hacen. Gestionar los recursos humanos es complicado, siempre hay que encontrar el mejor escenario posible para que se rinda mejor. A veces nos olvidamos de que jugadores como Messi o Ronaldo son personas, que tienen amigos, familia, que tienen problemas. Unas veces se rinde más, otras menos, hay que buscar el punto de equilibrio.
- R. ¿Cómo se deben gestionar los egos dentro de una organización?
- R. Es un componente más. El ego hay que entenderlo y hacerle ver a la persona o al jugador que el que está a su lado es igual que él. Ha de prevalecer el grupo sobre el individuo, aunque es difícil rebajar esa importancia. Un director deportivo siempre tiene que estar cerca del jugador y ha de saber gestionar su ego. Por ejemplo, Luís Fabiano y Kanouté [dos de sus descubrimientos] tenían egos altos, los dos eran importantes. Cuando uno de ellos metía un gol, yo le daba cariño al otro. Porque cuando un jugador está bien no necesita ayuda, hay que estar cerca del jugador cuando no está tan bien.
- R. ¿Su paciencia es infinita?
- R. La estructura que yo sigo es la antítesis a la lógica, a la jerarquía que se establece con un director de recursos humanos de una empresa. Para empezar, el director de recursos humanos siempre está por encima del empleado, aquí es al revés. Ellos ganan mucho más dinero que yo. Yo dependo e ellos. Hay que tener mucha paciencia e inteligencia, muchas veces contar hasta diez, y ser analista.
- R. ¿Así se consigue el respeto del vestuario?
- R. Se consigue estando cerca del jugador, siempre. El futbolista, cuando está rodeado de gente, visualiza quién quiere al jugador y quién quiere a la persona. Visualiza y tiene en cuenta que cuando deje de ser jugador vas a estar cerca de él. Se trata de que sepa que se le exige cuando se le necesita y se le da cuando él lo necesita.
- R. Usted ha generado además riqueza para el club con el modelo de traspasos.
- R. Es un modelo de negocio, una generación de plusvalías importante, porque con los ingresos ordinarios del club no podríamos mantener la estructura ni hacer fichajes. Lo que hemos hecho ha sido descubrir jugadores, aumentar su valor y generar plusvalías con los traspasos. Vendemos para poder mantener los salarios del club. Nosotros a las siglas de sociedad anónima le añadimos la D de deportiva, somos una SAD, porque a los logros financieros hay que añadir los deportivos.
- R. Qué consejo daría usted como líder de una organización.
- R. Es difícil hacer recomendaciones. No sé si soy buen jefe o malo. Dicen que soy bueno y no sé si eso es bueno o malo. Lo que sí soy es cercano al empleado, a los técnicos, y eso no lo he aprendido en ningún máster, lo he aplicado por pura lógica. Yo siempre digo que las malas decisiones las tomo yo, y las buenas, el equipo. Creo que soy exigente, desde mi creencia en la iniciativa, en dejar que cada uno sea él mismo, y respaldarlo en sus actuaciones. Así me ha ido bien. Me siento muy orgulloso de lo que hemos conseguido en el Sevilla, que de las tinieblas ha aparecido un club que genera cosas.
- R. De hecho, hay una gran conmoción por su marcha. Incluso hasta su hijo le ha escrito una emocionante carta.
- R. Es una decisión con doble explicación. Llevo 29 años aquí, 17 de ellos como director deportivo. Soy muy sevillista, pero necesitaba coger aire y hacer cosas diferentes. Ahora tengo ofertas, porque cuando trabajas en una empresa como el Sevilla te revalorizas. Tengo claro que me voy fuera de España. La oferta de irme a Roma es la más cercana, pero no la única. Lo decidiré sin urgencia. Nunca hay que dejarse llevar por el dinero, sino por el proyecto. Iré donde pueda ejercer como Monchi.