Decálogo del liderazgo digital
El liderazgo es una competencia profesional que es necesaria para el desempeño de una actividad en un entorno social. Es propia de directivos, de emprendedores, de profesores universitarios y, en general, de todas las personas que inician una actividad, toman decisiones o hacen frente a propósitos. Porque el liderazgo no es más que la capacidad de llevar a buen puerto los proyectos que se tienen en la vida. En la empresa, la dirección general ha dejado de una fuente de ventaja competitiva: se presupone al jefe que tiene capacidades, que se ha formado en una buena escuela, que tiene experiencia. La nueva economía es abierta, global, digital y transparente. Por eso se requieren nuevas competencias que potencien el liderazgo y los nuevos estilos de dirección. Es lo que Elena Pisonero denomina pasar de la dirección al liderazgo.
En este contexto, el libro #Lidertarios. Creando imprendedores en la era digital de Fernando Polo y Juan Luis es una obra interesante, adecuada y de ágil lectura. Los dos hermanos son una referencia en la economía digital y cuentan con una extensa trayectoria en la gestión de proyectos (¡y personas!) en este nuevo contexto económico y estratégico. Por eso, me ha gustado su libro. Abundan las buenas ideas, pero me quedo con este decálogo que he extraído del libro.
La estrategia está sobrevalorada: "en la era digital, las barreras de entrada se reducen y es aún más fácil copiar, emular, mejorar productos, conocimiento servicios. El largo plazo que define a la estrategia pierde valor" (p.18).
La empresa social no es responsabilidad social ni marketing verde. Hay necesidad de un capitalismo consciente (p.38) que acelere la creación de propuestas de negocio que generen valores compartidos. La cuenta de resultados sí se ve afectada por los buenos y los malos comportamientos, que reducen el valor de la acción y destrozan la reputación corporativa.
La visión es la tarea del líder. Consiste en fijar un propósito, permitir el desarrollo personal y profesional de las personas e incrementar la autonomía (p.48). Con estos tres propósitos, cualquier CEO tiene su función justificada.
Ser únicos, no ser los mejores (p.57). La calidad es una condición atribuida. No depende de nuestro esfuerzo o trabajo, sino que depende en buena medida de lo que opina el cliente, el distribuidor o cualquiera de las personas que está en contacto con nosotros. No podemos controlar esto, pero sí podemos definir y afinar en la propuesta de valor.
Los imprendedores moverán tu empresa. Me tatúo esto: "el consenso mata la innovación, la espontaneidad, la frescura" (p.79). Hay que dar paso a la meritocracia, a la creación de redes, a la participación y a las nuevas ideas. En el entorno digital, cuando crees que los sabes todo, aparece un disruptor desde otra industria y acaba con tu negocio.
La diversidad no es una opción: es el mundo en que vivimos (p.90). La empresa digital por su naturaleza tiene que ser multicultural, diversa e híbrida. De otro modo, estará limitando sus posibilidades de éxito a un mercado local, que además ya no existe. Nuestro mercado es el mundo entero.
La gestión sin jefes (p.139). No hablamos de utopías, sino de buscar liderazgos distribuidos que permitan desarrollar a cada cual sus capacidades y participar activamente en los proyectos profesionales. Solo así podremos promover la confianza, borrar el ruido y transparentar las decisiones.
La cultura corporativa abierta no encaja con el eslogan de venta de dentífricos (sic, p.156). La era digital y su epítome de redes sociales personales requiere una cultura corporativa compartida, real, sintética. Si un directivo piensa que puede mantener una campaña de arriba hacia abajo y controlar los mensajes de Twitter, las fotografías de Instagram o los grupos de Whatsapp es que no ha entendido nada. Si buscamos dinamizar las redes y abrazar una cultura digital, procuremos que lo que somos coincida con lo que contamos.
Radicalmente transparentes (p.187). La transparencia es propia de la condición digital. El modelo cerrado que guarda secretos tiende a desaparecer. No podremos guardar nada bajo llaves, luego lideremos el proceso. Más confianza, más compromiso. Esto no va de publicar nóminas, que es puro morbo, sino de contar a todos el estado de las cuentas, los avances comerciales o los proyectos en marcha. Solo así podremos entender la transparencia en que vivimos.
Tres ejes de la comunicación: leer, escribir y hablar en público. No se entiende la cultura digital sin estos elementos. Leer dota de ideasalcerebro. Conversar enriquece estas ideas. Hacer las completa.
Seguimos aprendiendo. No dejen de leer el libro.
@juanmanfredi
Coda. La cita de Ralph Nader: la premisa de la función es producir más líderes, no más seguidores.