La NASA descubre con un telescopio de rayos X algo insólito en la “mano cósmica”
Gracias al Observatorio Chandra los astrónomos han detectado filamentos desconcertantes, restos parcheados y límites que desafían las expectativas.


En el Universo existen imágenes que sorprenden por su belleza y que, a la vez, desconciertan a los científicos. Una de ellas es la famosa “mano cósmica”, una nebulosa que parece extender sus dedos hacia el infinito. Ahora, gracias a nuevas observaciones realizadas por el telescopio de rayos X Chandra de la NASA y el radiotelescopio australiano ATCA, se han revelado detalles inéditos que podrían cambiar lo que sabemos sobre los restos de supernovas y los campos.
Un pulsar en el corazón de la mano
En el centro de las imágenes obtenidas por la NASA se encuentra el pulsar B1509-58, una estrella de neutrones que gira a gran velocidad y que mide apenas 19 kilómetros de diámetro. A pesar de su diminuto tamaño, este objeto es capaz de generar una nebulosa compleja conocida como MSH 15-52, que se extiende a lo largo de más de 150 años luz, lo que equivale a unos 1,4 billones de kilómetros.
La forma de esta nebulosa, captada en rayos X por el observatorio Chandra, recuerda a una mano humana, con una palma bien definida y dedos extendidos hacia la parte superior derecha de la imagen. Esta estructura no es simplemente una curiosidad visual: es el resultado de partículas altamente energéticas que se propagan desde el pulsar y se alinean con los campos magnéticos circundantes.

El origen explosivo de la estructura
El pulsar B1509-58 nació tras el colapso de una estrella masiva que agotó su combustible. Cuando esto ocurrió, el núcleo de la estrella se hundió sobre sí mismo, mientras que sus capas externas fueron expulsadas violentamente al espacio en forma de supernova. Hay que decir que este pulsar gira casi siete veces por segundo y posee un campo magnético aproximadamente 15 billones de veces más intenso que el de la Tierra. Esa combinación de rotación rápida y magnetismo extremo le convierte en uno de los generadores electromagnéticos más potentes de la galaxia.
Una imagen compuesta con múltiples capas
La nueva imagen publicada por la NASA combina datos de rayos X (en azul, naranja y amarillo), observaciones de radio del ATCA (en rojo) y datos ópticos del gas de hidrógeno (en dorado). Las zonas donde se superponen los rayos X y las ondas de radio aparecen en tonos púrpura, revelando regiones de interacción entre distintos tipos de emisión.
Además, se han identificado filamentos complejos en las emisiones de radio que se alinean con la dirección del campo magnético de la nebulosa. Estos podrían ser el resultado del choque entre el viento de partículas del pulsar y los restos de la supernova.
Misterios sin resolver
A pesar de los avances, los científicos siguen enfrentándose a enigmas importantes para el futuro de la exploración espacial. Por ejemplo, algunas estructuras prominentes en rayos X, como el chorro que aparece en la parte inferior de la imagen y las zonas internas de los “dedos”, no tienen una contraparte visible en las ondas de radio. Esto sugiere que partículas extremadamente energéticas están escapando de una onda de choque cercana al pulsar, similar al estampido sónico de un avión supersónico, y se desplazan a lo largo de las líneas del campo magnético para formar los dedos.
Otro aspecto desconcertante es el borde nítido de emisión en rayos X en la parte superior derecha de la imagen, que parece corresponder a la onda expansiva de la supernova. Lo extraño es que, a diferencia de lo que ocurre en otros remanentes jóvenes, no se detecta ninguna señal de radio en esa zona, lo que plantea nuevas preguntas sobre la interacción entre la materia expulsada y el medio interestelar.
Un estudio que es un ejemplo de colaboración
El trabajo ha sido liderado por Shumeng Zhang, de la Universidad de Hong Kong, junto a Stephen C.Y. Ng y Niccolò Bucciantini, del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia. Los resultados han sido publicados en la revista científica The Astrophysical Journal y representan un paso importante para comprender cómo interactúan los vientos de los pulsares con los restos de supernovas.
El programa Chandra es gestionado por el Marshall Space Flight Center de la NASA en Huntsville, Alabama, mientras que las operaciones científicas se coordinan desde el Smithsonian Astrophysical Observatory en Cambridge, Massachusetts.

