Olvídate de tu tarjeta: llegan las 'shared cards' para compartir con amigos
Están proliferando para compras colectivas.
Cuando hablamos de la revolución tecnológica que nos ha tocado vivir ya no nos referimos tanto a los dispositivos, o a la conectividad que podemos disfrutar en cualquier parte del planeta, como a la transformación que están sufriendo algunos sectores que han visto cómo su negocio tradicional era superado por una oleada interminable de nuevas prácticas.
¿Quién nos iba a decir que compartiríamos coche para viajar? ¿O pagaríamos tarifas planas de música, series, películas o videojuegos? ¿Y tarjetas bancarias virtuales que podríamos compartir con nuestros amigos y familiares? De eso van estos nuevos servicios que están proliferando y que nos invitan a que dejemos en casa la tarjeta de plástico.
Shared cards las llaman
La idea que hay detrás de este nuevo producto es muy sencilla: ¿para qué correr riesgos dejando la numeración de nuestra tarjeta en todas las web en las que compramos si podemos gestionarlo todo con una virtual que tiene límites y que es más segura?
El concepto que hay detrás de estas tarjetas es parecida a la que ya vimos hace años con PayPal, cuando nos pagaban (o pagábamos) a una dirección de email y no a una cuenta bancaria o una tarjeta de débito/crédito. A diferencia de ese método, que solo permitía transacciones dentro de la plataforma, las shared cards nos dejan que lo hagamos en cualquier web que acepte pagos con tarjeta.
Presupuesta y gasta lo necesario
Las webs que ofrecen estos servicios de sharing cards (como Provacy) no nos ofertan solo una tarjeta virtual para sustituir a la original, sino que nos permite crear una para cada necesidad que tengamos. Por ejemplo, si queremos compartir la suscripción a un servicio en streaming con varios amigos, podemos crear una que tenga un tope máximo de gasto (que se corresponde con el precio que pagamos todos los meses) y compartirla con ellos para hacer el pago todos juntos.
Si, por el contrario, queremos que nuestro hijo tenga un presupuesto marcado que puede gastar, podremos crear otra tarjeta virtual y dársela para que la utilice en sus compras online o en aquellos establecimientos que acepten este método de pago. Y es que su funcionamiento es idéntico al de una tarjeta bancaria solo que al introducir la numeración virtual, es el intermediario el que redirige a nuestra VISA, Mastercard o la que sea que tengamos asociada a la cuenta para cobrar lo gastado.
Como veis, se trata de un concepto novedoso, realmente útil, que permite incluso crear tarjetas regalo y que nos puede salvar de que la numeración completa de la tarjeta caiga en las manos equivocadas. Aunque siempre nos quedará el resquemor de si el servicio en el que tenemos las sharing cards son fiables del todo. ¿No?