Esta camiseta se come el 'olor a Humanidad' gracias a unas bacterias en su tejido
Se llama Skin II y puede tener muchas aplicaciones comerciales.
Todos nos hemos preguntado alguna vez si no habrá alguien capaz de inventar una prenda que pueda acabar con los malos olores. Ya sabéis, tras esos momentos de ejercicio prolongado, o en aquellas personas que, aun manteniendo una estricta rutina de higiene, tienen problemas de olor corporal. Pues bien, todas esas plegarias tienen ya respuesta gracias a una joven diseñadora británica parece haber encontrado la solución.
Se llama Rosie Broadhead y ha llevado a cabo un trabajo final para el master de futuros materiales de la Universidad de las Artes Central Saint Martins de Londres que puede cambiarlo todo. Al menos en lo que a tejidos biológicos se refiere, ya que este Skin II es capaz de comerse el mal olor corporal.
Microbiología para un tejido que cuida nuestra piel
La clave de este nuevo tejido es la inclusión en ciertas zonas (las más críticas) de una serie de bacterias que son capaces de atrapar la moléculas que se producen de mal olor para neutralizarlas. Para ello, ha contado en su diseño con la colaboración de microbiólogos para conseguir que las virtudes de este Skin II vayan mucho más allá.
Estas zonas críticas (como podéis comprobar en la imagen superior por sus distintas texturas) son las que todos imagináis: las axilas, la parte inferior de los pechos, la columna vertebral en la espalda, los costados y la cara interna de los brazos. Lugares donde, puestos a sudar, se concentran los focos principales del mal olor. Sobre todo cuando hacemos ejercicio de manera continuada.
El mal olor es un punto importante pero no lo es todo. Este tejido tiene la ventaja de que, gracias a sus bacterias probióticas, cuidan nuestra piel manteniéndola más saludable y fomenta la renovación celular, lo que va a mejorar considerablemente el sistema inmunológico de la piel. Además, este nuevo tejido está fabricado para que no tengamos que lavarlo periódicamente en la lavadora, lo que repercute directamente en un menor uso y ahorro de agua.
De momento este tejido existe y falta por ver si podrán darle un uso comercial en los próximos años. Sin duda, las ropas deportivas podrían beneficiarse de un avance así, aunque puestos a blindarnos ante cualquier riesgo odorante, podría acabar utilizándose en las prendas más imposibles. ¿No os parece?