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Las claves: un Bizum europeo por una menor dependencia exterior

Los servicios financieros están controlados fundamentalmente por empresas estadounidenses

Saltaba ayer la alerta: Hacienda empezará a controlar las transferencias instantáneas a través de la plataforma Bizum. Esta se ha convertido ya en un elemento más del lenguaje, como pueden ser los pañuelos clínex o la cinta adhesiva celo, y en toda una amenaza al modus operandi de ese amigo que pertenece a la cofradía del puño cerrado y que, casualmente, nunca tiene suelto (lo que le faltaba, que para una vez que paga, el fisco venga a controlarlo). Ante el levantamiento general por la noticia, la Agencia Tributaria ha tenido que salir a aclarar que controlará las transferencias profesionales y con empresas, y no la de José Manuel por el concepto “cañas”. Bizum, chascarillos fuera, es española, una rara avis en unos servicios financieros controlados fundamentalmente por empresas estadounidenses. Y, precisamente para acabar con esa dependencia, la banca avanza en el gran proyecto paneuropeo de los últimos años, la creación de un bizum que conecte a todas entidades de la zona euro. Sobre esos bizums sí que habrá un férreo control, también tributario.

Un pequeño balón de oxígeno para Talgo

Talgo ha pactado con Deutsche Bahn reducir el macropedido de 79 trenes que le realizó en 2019 la alemana a 60 unidades. El acuerdo da un ligero respiro a la fabricante porque, dada su actual capacidad, se enfrentaba con cierta probabilidad a tener que afrontar indemnizaciones millonarias por incumplimiento (como las que sobrevuelan aún con Renfe). El golpe inicial, pues, se ha evitado, pero la imagen y, a renglón seguido, la cotización, sufren de estos balones de oxígeno. La firma, que consiguió cerrar dos años agónicos la semana pasada con la entrada de la SEPI, cayó ayer un 1,75% en Bolsa. En lo que va de año ya es un 17,65%.

Soluciones comunitarias para un problema mundial

Bruselas despliega sus armas para combatir la crisis de la vivienda que, con todos sus matices nacionales, es de dimensión comunitaria (y prácticamente mundial). La Comisión llega lento, tarde, pero plantea cuestiones claves, como una armonización regulatoria de los alquileres turísticos –pueden alcanzar el 20% en ciertas zonas– o una adecuación de las ayudas de Estado a las subvenciones a la construcción de viviendas. La pregunta, de Australia a Austria, es si hay un factor común qué está moviendo los precios y qué se puede hacer. Algunos apuntan, como ya lo hizo Thomas Piketty, que el problema común es que el retorno del capital –de las inversiones en ladrillo– es mayor que el crecimiento económico y, por lo tanto, demasiado atractivo como para ignorarlo. Y de aquellos polvos...

La frase

Estamos trabajando en el muro antidrones, y para ello hablamos de miles de millones en gasto
Donald Tusk, primer ministro polaco

Todo el mundo quiere ganar dinero, pero no salir en la foto

Las criptomonedas se han abierto paso a codazos en el mundo financiero clásico, pero, aunque ya no sean percibidas como algo de frikis, no acaban de superar algunas reticencias: de las 110 entidades que han obtenido la autorización en la Unión Europea para operar con criptoactivos, solo 20 han solicitado prestar asesoramiento sobre estos productos. O, lo que es lo mismo, la gran mayoría compra, vende, pero prefiere no mojarse con el asesoramiento, que puede amenazar su imagen. De esas 20, 11 proporcionan recomendaciones de inversión y nueve ofrecen gestión de carteras criptos. Es una historia más vieja que el tiempo: todo el mundo quiere ganar dinero, pero cosa bien distinta es salir en la foto.

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