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Las redes sociales explican por qué los mercados siguen enloquecidos

La distopía digital incuba periodos de locura humana, en una época en la que especular es más fácil que nunca

En épocas anteriores, cuando los inversores perdían sus fortunas en el mercado bursátil, solían renunciar a la especulación. “Una vez mordido, dos veces tímido” era la regla. Hoy en día, los grandes reveses financieros ya no frenan los espíritus animales. Tan pronto como la llamada “burbuja de todo” estalló en 2022, volvió con fuerza. Esta vez, la culpa no fue de una laxa política monetaria....

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En épocas anteriores, cuando los inversores perdían sus fortunas en el mercado bursátil, solían renunciar a la especulación. “Una vez mordido, dos veces tímido” era la regla. Hoy en día, los grandes reveses financieros ya no frenan los espíritus animales. Tan pronto como la llamada “burbuja de todo” estalló en 2022, volvió con fuerza. Esta vez, la culpa no fue de una laxa política monetaria. Más bien, parece que las redes sociales han creado las condiciones ideales para el comportamiento gregario. Al tiempo, se ha perfeccionado la tecnología para la especulación.

Tras el estallido de la burbuja de las puntocom en 2000, los inversores rehuyeron las acciones tecnológicas durante años. La laxa política monetaria de la Reserva Federal, destinada a aliviar los efectos económicos de la caída de la Bolsa, infló un bum inmobiliario que se derrumbó en 2008. En la pandemia, unas condiciones monetarias aún más laxas, combinadas con las ayudas masivas del Gobierno, crearon las condiciones para una burbuja en diversas clases de activos, desde el arte contemporáneo hasta las sociedades de adquisición con fines especiales (SPAC). Millones de operadores aficionados se reunieron en el grupo WallStreetBets de Reddit para debatir sobre las acciones meme en alza, como GameStop y AMC Entertainment.

Esta burbuja se debilitó en 2021 y colapsó al año siguiente, después de que la Fed subiera los tipos. El fondo cotizado en Bolsa ARK Innovation, que poseía una cartera de acciones tecnológicas de riesgo, cayó un 80% desde su máximo a principios de 2021. En el “invierno de las criptos” que siguió, el precio del bitcoin se desplomó. Sin embargo, la primavera estaba a la vuelta de la esquina. Los espíritus animales se reactivaron rápidamente. Aunque muchas de las SPAC nunca se recuperaron por completo, el bitcoin y el índice Nasdaq Composite de acciones tecnológicas se dispararon a nuevos máximos.

Aunque el exceso de liquidez creado durante la pandemia siguió circulando por el sistema financiero, la política monetaria no fue el principal motor de la especulación. El tipo de interés efectivo de la Reserva Federal se mantuvo por encima del 5% entre mayo de 2023 y septiembre de 2024, pero el mercado de valores siguió avanzando. El entusiasmo por la inteligencia artificial fue un factor importante. Pero también parece que las redes sociales han transformado de forma fundamental la forma en que se genera y distribuye la información, de una manera que favorece especialmente la formación de burbujas, independientemente de las condiciones financieras.

Conocimiento común

En su nuevo libro When everyone knows that everyone knows: common know­ledge and the mysteries of money, power and everyday life (Cuando todo el mundo sabe lo que todo el mundo sabe: el conocimiento común y los misterios del dinero, el poder y la vida cotidiana), el psicólogo cognitivo Steven Pinker describe cómo los seres humanos llegan a un estado que él denomina “conocimiento común”. Según Pinker, este concepto, también conocido como conocimiento público, realidad compartida y terreno común, permite a las personas coordinar sus actividades. Se puede comunicar directamente mediante una declaración pública o indirectamente a través de convenciones. Las palabras son una forma de conocimiento común. También lo es el dinero: un vendedor acepta un billete de un dólar como pago porque sabe que ese mismo dólar será aceptado por otros.

Pinker cree que el uso de los medios electrónicos ha generado redes cada vez más amplias de conocimiento común. Esto parece optimista. La comunicación en línea ha contribuido a convertir el lenguaje en un campo de batalla, en el que las personas evitan ciertas palabras por miedo a ser malinterpretadas. Las universidades, fuente tradicional de conocimiento en la sociedad occidental, se ven acosadas por boicots y protestas. Como admite Pinker, la línea entre los hechos y la rectitud es difusa. Las afirmaciones empíricamente verificables suelen ser suprimidas. Las convenciones se rompen. Las teorías conspirativas se descontrolan. El dinero se ve arrastrado a este vórtice de desacuerdo. ¿Qué constituye el dinero: la moneda fiduciaria, el oro o las criptomonedas? La respuesta depende de la tribu con la que uno se identifique.

Otro libro publicado recientemente, The digital reversal: thread-saga of media evolution (La inversión digital: saga de hilos sobre la evolución de los medios), de Andrey Mir, presenta una visión radicalmente diferente a la de Pinker. Mir, un autodenominado “ecologista de los medios de comunicación”, cree que la conectividad a internet y las redes sociales están transformando la civilización. Afirma que estamos dejando atrás un mundo de cultura literaria y volviendo a una cultura oral –lo que él denomina “oralidad digital”– en la que predominan los sentimientos comunicados electrónicamente.

Mir sugiere que el antiguo orden se caracterizaba por la separación entre lo conocido y el conocedor, el individualismo y la búsqueda de la verdad absoluta. El nuevo orden implica una inmersión total en una realidad inducida digitalmente y se caracteriza por el tribalismo y las verdades negociadas. En el mundo físico, el cerebro estaba condicionado a buscar recompensas diferidas que requerían mayores esfuerzos, dice Mir, mientras que en el mundo digital “el cerebro se reconfigura, buscando recompensas instantáneas por poco esfuerzo”. Nuestra percepción del tiempo se ha comprimido: “En el mundo digital, se pueden obtener más respuestas y afirmación de estatus si se es rápido en una conexión viral, como si se tratara de un esquema Ponzi”.

La utopía de Pinker del conocimiento común, en la que los grupos convergen sin saberlo en la sabiduría de las multitudes, hace tiempo que desapareció. En su lugar, la distopía digital descrita por Mir incuba períodos incesantes de locura humana, tal y como describe Charles Mackay en su clásico libro de 1841 Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas. En este mundo, no es tan sorprendente que Palantir esté valorada en alrededor de 100 veces sus ingresos de los últimos 12 meses, o que legiones de investigadores tecnológicos esperen con fervor la inminente llegada de la superinteligencia, una máquina divina destinada a gobernar a la humanidad.

Al tiempo, nunca ha sido tan fácil especular. Aplicaciones como la que ofrece Robinhood Markets permiten operar en tiempo real con acciones y criptomonedas con solo deslizar el dedo por la pantalla. Ofrece mercados de predicción para resultados deportivos y electorales, eliminando la distinción tradicional entre juego y especulación, junto con “acciones tokenizadas” que siguen a empresas no cotizadas como OpenAI y SpaceX. Los clientes pueden apalancar sus apuestas con préstamos de margen, opciones y futuros. Robinhood informó de que en octubre contaba con 27,1 millones de “clientes financiados” con un total de activos de 343.000 millones de dólares en su plataforma, una media de alrededor de 12.500 por usuario.

Pinker escribe que las burbujas terminan cuando se agotan los tontos mayores y se instala el escepticismo. Cita el concepto de “duda reverberante” de su colega el científico cognitivo Douglas Hofstadter, descrito como “una cascada, una estampida, en la que el más mínimo atisbo de duda se ha amplificado hasta convertirse en la más grave avalancha de dudas”.

Las personas más inteligentes, dice Hof­stadter, son aquellas que ven con más claridad que otras cuándo hay motivos para temer. Puede que reaccionen antes ante el peligro percibido, pero al menos escapan a tiempo. Los que siguen jugando al juego especulativo viven según el lema “retirarse o ser retirado”, popularizado en WallStreetBets. Para ellos, el segundo resultado es mucho más probable.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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