Telefónica asume un dolor a corto plazo a cambio de una ganancia difusa
Es comprensible que los inversores estén más centrados en el recorte de dividendos

Dar un giro a Telefónica con un valor de mercado de 22.000 millones de euros y una deuda neta de 28.000 millones de euros, siempre iba a ser difícil. El nuevo presidente ejecutivo, Marc Murtra, ha optado por hacerlo recortando los dividendos en un 50% el próximo año para ayudar a reducir el apalancamiento y financiar inversiones. Sin embargo, la caída del más del 10% en Bolsa tras el anuncio de la estrategia ayer sugiere que los inversores ven el dolor, pero no la ganancia a largo plazo.
Murtra, que se hizo cargo de la empresa española de telecomunicaciones en enero, enfrenta decisiones difíciles para fortalecer el balance. Quiere reducir la deuda neta a 2,5 veces el ebitda para 2028, en comparación con las 2,9 veces actuales. Al mismo tiempo, espera crecer mediante fusiones y adquisiciones en los mercados principales de la empresa y ampliar su oferta en ciberseguridad y computación en la nube. Se trata de ambiciones loables para un grupo que opera en el mundo de las telecomunicaciones europeas, caracterizado por un bajo crecimiento. La cuestión es cómo financiarlas y si el coste a corto plazo justifica las recompensas a largo plazo.
En este momento, lo primero está mucho más claro que lo segundo. Empecemos por los nuevos objetivos, que no parecen especialmente ambiciosos. Murtra se ha fijado como objetivo un crecimiento anual compuesto de los ingresos y el ebitda de entre el 1,5% y el 2,5% entre 2025 y 2028. En el punto medio, el objetivo no es realmente más alto que la tasa media de expansión que los analistas esperan para las empresas similares a Telefónica, incluidas Orange y Telecom Italia durante el mismo periodo. Eso es según los cálculos de Breakingviews utilizando datos de Visible Alpha.
Mientras tanto, el hecho de que Murtra espere que las ventas y el ebitda crezcan al mismo ritmo sugiere que no habrá mejoras en los márgenes, a pesar de todo lo que se habla de eficiencia. Y los posibles impulsores futuros, como las adquisiciones y el impulso de la ciberseguridad, parecen más ambiciones que planes firmes en los que los accionistas puedan confiar. Otras fusiones y adquisiciones en Gran Bretaña, España y Alemania, por ejemplo, dependen de la aprobación de las autoridades antimonopolio.
Es comprensible, pues, que los inversores estén más centrados en el recorte de dividendos y otros obstáculos a corto plazo. En los resultados financieros también publicados el martes, la empresa rebajó su previsión de flujo de caja libre para todo el año de 2.600 millones de euros a 1.900 millones. El grupo atribuyó esta revisión a la baja en parte a cuestiones técnicas, como el calendario de devoluciones fiscales. Sin embargo, la impresión general es la de una empresa con un largo camino por delante. Con pocos motivos para mantener el interés de los inversores, tal vez no sea de extrañar que algunos hayan decidido no seguir apostando por ella.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.

