Alemania, en policrisis, inventa el ‘Made for Germany’
Trump aprieta las tuercas a la economía alemana, que como mínimo perderá un 0,2% de su PIB por los aranceles
La economía alemana mengua de nuevo. La culpable, según el consejo de sabios que asesora a Berlín, es la guerra comercial del presidente Trump. “Sus aranceles, erráticos, inconstantes e imprevisibles”, ahogan las exportaciones, claves para el crecimiento de la economía alemana. La política comercial de Donald Trump empeorará ahora su policrisis: Alemania perderá anualmente un 0,2% de su PIB por los aranceles del 15% impuestos por EE UU a la UE.
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La economía alemana mengua de nuevo. La culpable, según el consejo de sabios que asesora a Berlín, es la guerra comercial del presidente Trump. “Sus aranceles, erráticos, inconstantes e imprevisibles”, ahogan las exportaciones, claves para el crecimiento de la economía alemana. La política comercial de Donald Trump empeorará ahora su policrisis: Alemania perderá anualmente un 0,2% de su PIB por los aranceles del 15% impuestos por EE UU a la UE.
En 2026 podría salir del túnel. Para lograrlo, el canciller Friedrich Merz se ha sacado del bolsillo la iniciativa Made for Germany, una red de poder económico para invertir en este país. Exactamente, 631.000 millones de euros hasta 2028. ¿Una nueva forma de cooperación entre economía y política? ¿De dónde saldrá el dinero? El Gobierno dispone de un fondo especial de medio billón para infraestructuras los próximos 12 años. El objetivo es reforzar su seguridad (relajando el tope de la deuda para financiar los gastos militares) y modernizar su economía. Pobre Alemania rica. Pero ¿quién cree todavía en Alemania?
“Nosotros”, responde el jefe de Mercedes, Ola Källenius. “Nosotros creemos en Alemania”. Källenius es uno de los ejecutivos que participan en la iniciativa Made for Germany, gestionada por la cancillería. Según Källenius, más de la mitad de las inversiones actuales de Mercedes se destinan a Alemania; pero se hace teniendo en cuenta el tablero internacional para “adaptarse a la nueva realidad geopolítica y aprovechando inteligentemente la red de producción global”.
Sobre todo, la industria del automóvil germana sufre bajo los caprichos y los tumbos de Trump. Casi 9% menos Mercedes vendidos, un 11% menos de facturación en el segundo trimestre de 2025. El resultado de Mercedes-Benz se ha hundido un 70%, afectada por los aranceles de EE UU y la caída de las ventas en China. También Porsche registró una caída de su beneficio del 65% en el primer semestre. Las razones son las mismas: aranceles, China y la transición hacia la movilidad eléctrica. “Nos enfrentamos a retos considerables en todo el mundo”, dice Oliver Blume, jefe de Porsche. Y añade: “Y no es una tormenta que esté de paso…”. La situación es compleja. Porsche importa todos los coches que vende en EE UU desde Europa. Mercedes produce en las plantas de Tuscaloosa y Charleston (EE UU), pero también exporta desde Alemania y desde México a EE UU, o desde EE UU a China. Más claro que el agua: con los aranceles, todos salen perdiendo.
Made for Germany es un modelo esbozado por el consultor Alexander Geiser, junto al jefe de Deutsche Bank, Christian Sewing, y otros altos ejecutivos alemanes como Roland Busch (Siemens) y Mathias Döpfner (Axel Springer). Un total de 61 directivos se han comprometido ante el canciller alemán a invertir 631.000 millones en Alemania a lo largo de los próximos tres años.
El Süddeutsche Zeitung apunta la sospecha de que un círculo poderoso se ha posicionado en torno al Gobierno en un vínculo de intereses no aclarados. En ese sentido, el consorcio farmacéutico Merck ha declarado al periódico: “Desde nuestra perspectiva, la competitividad de Alemania debe contemplarse como parte de Europa”. También surgen críticas procedentes de las pequeñas y medianas empresas, no representadas en el encuentro en Berlín. El 90% de las empresas alemanas son familiares, que emplean al 60% de los trabajadores.
Alemania no puede soportar más crisis. Tres años sin crecimiento económico la debilitan. Es la hora de intervenir y reformar. Va del futuro económico, pero también del político. De seguir así, como hasta ahora, el próximo Gobierno (2029) será uno de soluciones fáciles.
En el segundo trimestre de 2025 la economía alemana menguó un 0,1%. Y los investigadores de los institutos económicos pronostican un estancamiento para todo 2025, tras dos años consecutivos de recesión. Las empresas siguen invirtiendo poco. La población consume algo más, pero apenas invierte. Los aranceles estadounidenses frenan y seguirán frenando la economía alemana. Además, durante el primer trimestre las empresas americanas anticiparon sus compras para eludir las tarifas. El arancel del 15% sobre las exportaciones de la UE a EE UU golpeará a la economía alemana, que exportó por 160.000 millones de euros a EE UU (año 2024), su principal socio comercial. El 10% de lo que vende Alemania va a EE UU. En ese sentido, perderá anualmente un 0,2% de su PIB por el arancel del 15% a la UE, según cálculos realizados por Lisandra Flach, del Instituto Ifo de Múnich. “Eso, como mínimo”, advierte Flach. “Las pérdidas podrían ser superiores”. Todo depende de cómo se interprete al final el acuerdo.
El economista Achim Wambach, presidente del Instituto de investigación económica ZEW de Mannheim, explica que la crisis alemana es estructural, porque intervienen tres elementos: el elevado precio de la energía, la transformación hacia la electromovilidad y los conflictos geopolíticos, agravados por la desglobalización. El arancel del 15% estrangulará todavía más a la industria del automóvil y de la maquinaria alemana. Recomienda reducir la carga impositiva a las empresas y a los trabajadores, reducir la regulación y flexibilizar el mercado laboral. El objetivo es incrementar la competitividad de Alemania en producción, investigación y desarrollo. “Cuando una empresa despide a un trabajador, le cuesta una indemnización de varios años; en Dinamarca o Suiza, tres meses. No sorprende que BMW gestione sus proyectos de IA en China.”
Opina que el paquete de 500.000 millones para invertir en infraestructuras es correcto, pero advierte del riesgo de que el Gobierno no haga las reformas necesarias para crecer en el futuro: flexibilizar el mercado laboral, eliminar burocracia y recortar el Estado social. La cuestión es que el Gobierno que lo implemente pagará un coste político, por tratarse de reformas impopulares. El cambio demográfico obligaría, según Wambach a reformar las pensiones, estimular la mayor integración de las mujeres en el mercado laboral, atraer a cualificados extranjeros mediante mejores condiciones fiscales, eliminar el tope de edad de jubilación, desmotivar la prejubilación e introducir un corredor para hacerlo entre los 65 y los 70 años.
En conclusión, Alemania, desprovista de energía y de materias primas, deberá concentrarse en crear las estructuras necesarias para innovar y desarrollar. El aumento en defensa ayudará a crecer y crear empleo. Pero solo si se invierte en ciberseguridad, drones, satélites, etc. “No bastará con comprar cañones”, señala Wambach.
La respuesta de Berlín a la policrisis ha sido el paquete de 500.000 millones, financiado con deuda, al que se suma el aprobado para defensa. Según el consejo de sabios, este incremento del gasto público se reflejará en 2026. Se registrará un incremento del PIB del 1%; el más elevado desde 2022, antes de la guerra en Ucrania y antes de la policrisis económica actual, que se va a reflejar pronto en un desempleo superior a los tres millones de personas.
Alemania está luchando por su modelo de negocio del futuro. Made for Germany es el símbolo que necesita Merz como jefe de Gobierno del cambio. Busca brillar como el canciller económico. Presentó Made for Germany como una gran iniciativa en inversión. Para octubre anuncia un otoño de reformas: proyectos de infraestructuras, bajada de precios de la energía, mejoras en el mercado laboral, reducción burocrática, refuerzo mercado de capitales, etc. “¡Vamos, Alemania!”, reclama.
Lidia Conde Batalla es periodista y analista de la economía alemana