La concentración en los mercados y la gestión de carteras
Es de vital relevancia llevar a cabo actuaciones que mitiguen el riesgo de esta configuración de las Bolsas

La revolución de la inteligencia artificial con la expansión de los grandes modelos de lenguaje en distintos sectores de la actividad económica supone un desafío tanto para el modelo de crecimiento económico como para la estrategia de inversión en las carteras de los inversores. La gran influencia de los gigantes tecnológicos como Google, Microsoft, Meta, IBM, Amazon o Nvidia en la inversión o el modelo de monetización destaca sobre la velocidad de adopción por parte del resto de compañías y agentes económicos. Esta evolución está provocando una concentración en las siete compañías más grandes del índice S&P 500 (tal y como destaca Adam W. Sandback, en Revolution and Risk: How to Pilot the AI Revolution en CFA Enterprising Investor). La concentración no tiene por qué estar asociada a manías necesariamente, pero sí supone un desafío para los inversores. Revisemos causas, consecuencias históricas y estrategias para las carteras.
La principal razón de la creciente concentración se encuentra en la creación de índices bursátiles ponderados por capitalización de mercado, beneficiosa para el inversor promedio, ya que proporciona una forma sencilla y eficiente de invertir. Sin embargo, desde hace años se ha ido observando cómo en varios de estos índices se incrementa el nivel de concentración entre las primeras posiciones que los conforman, llegando a niveles raramente vistos en la historia. Por ejemplo, entre 1880 y 2010, las 10 principales acciones del S&P 500 representaron una media del 24% del índice, mientras que recientemente dicha cifra se incrementó considerablemente, desde el 19% a cierre de 2010 al 38% observado a cierre de 2024 (Finaeon, S&P 500, y Citi Global Insights). Aunque ha corregido algo últimamente, continua a junio de 2025 en niveles elevados (35,60%). De estas 10 compañías solo Berkshire Hathaway no pertenece a servicio de comunicaciones o tecnología. Otro ejemplo de concentración no vinculada a un solo sector es la que destaca Goldman Sachs con el término Granolas (Glaxo, Roche, ASML, Nestlé, Novo, L’Oreal, LVMH, Astra, SAP y Sanofi) 11 compañías que concentran el 17% del índice Stoxx 600 que en 2025 ha moderado su concentración frente al 25% que presentaba en 2024.
Sin embargo, no siempre la concentración es preocupante. Es cierto que la alta concentración en los principales componentes de los índices implica que el desempeño de los primeros influirá significativamente en la evolución del mercado. Lo anterior será menos preocupante si está sustentado por unos beneficios que acompañen el ritmo de crecimiento de sus cotizaciones impulsando al mercado en su conjunto. El liderazgo de estas compañías más grandes puede enmascarar la evolución del resto. Un claro ejemplo de ello es la comparativa entre los índices S&P 500 y S&P 500 equiponderado en los últimos dos años. Mientras que la rentabilidad del ponderado por capitalización en 2023 y 2024 fue del 26,29% y del 25,02% respectivamente, en el equiponderado tan solo fue del 13,2% y del 12,4% respectivamente. Un 25,71% menos en los dos últimos años.
El ejemplo anterior, donde unas compañías enmascaran la evolución del resto del mercado hace eco en diversos casos en la historia que nos recuerda que la concentración siempre acaba de la misma forma. En el estudio Market Concentration and Lost Decades, de Bill Pauley y Kevin Bales, de abril de 2025, los autores repasan distintas situaciones históricas y sus consecuencias. La falta de persistencia en el tiempo de los componentes de los índices es la más destacable: en los setenta y ochenta concentraciones dominadas por industriales y compañías de energía, los ochenta y noventa dominados por farmacéuticas y telecomunicaciones y los 2000 por tecnológicas. La discrepancia entre peso de capitalización y de beneficios sobre el índice es otro factor a tener en cuenta. En especial en el caso actual, donde las diez compañías de más peso llegan a suponer más de un 37% del índice son sus beneficios que no llegan a la tercera parte del índice. Por último, los autores reflejan cómo, desde 1964, cuando la concentración para el índice S&P 500 de las 10 grandes se ha situado por encima del 23% el retorno relativo a cinco años, se ha situado a favor de las 490 más pequeñas. Los autores destacan cómo periodos de máxima concentración desembocan en décadas perdidas, con retornos negativos a diez años en los índices bursátiles.
Este fenómeno no es exclusivo de EE.UU. Aunque hemos utilizado el S&P 500 como ejemplo inicialmente, según un análisis de T. Rowe Price utilizando los índices MSCI de cada país, EE UU no es el país en donde más concentración se observa, siendo superado por mercados bursátiles como el francés o el alemán entre otros, aunque a menudo por razones distintas. Por tanto, la concentración podría implicar que, aunque los inversores puedan parecer diversificados al invertir en tantas acciones que componen los índices, sus carteras siguen dependiendo en gran medida de solo unas pocas.
Es de vital relevancia, dada las implicaciones en la gestión del riesgo en entornos de máxima diversificaron, llevar a cabo actuaciones que mitiguen el riesgo de concentración en algunos mercados. Si bien es cierto que parte de la concentración que observamos en el mercado está relacionada con mejoras efectivas en los resultados empresariales y en la rentabilidad de ciertas compañías, aspectos que, en principio, el mercado bursátil tiende a reconocer y valorar.
Desde el punto de vista del inversor, lo más prudente sería asumir que este entorno plantea riesgos específicos que conviene tener en cuenta en la estructura de cartera, donde una diversificación adecuada sigue siendo una herramienta fundamental en la construcción de nuestras carteras de inversión. Los síntomas a tratar en nuestras carteras se manifiestan en la concentración geográfica y en la excesiva dependencia de grandes capitalizaciones.
La gestión activa, más consciente de las anomalías dentro de los índices, la popularidad de algunas temáticas de inversión, así como la necesidad de monitorizar fielmente fundamentales y precios, tiene en estos momentos una importancia no solo en la generación de retornos sino en la gestión del riesgo en las carteras.
Jorge Hernández y Pablo Martínez, miembros del Comité Asset Managers de CFA Society Spain.

