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Las claves: extender la vida de las centrales nucleares es razonable, si salen las cuentas

Puede ser una oportunidad para aliviar un poco la incertidumbre que sobrevuela el mix energético

Dadas las tensiones en los precios de la energía, y la lógica cautela ante sucesos como el apagón de abril, parece razonable apurar la amortización de instalaciones como las centrales nucleares. Pero ello conlleva costes que las empresas no están dispuestas a asumir, mientras el Gobierno aspira a que tampoco suponga un incremento de la factura de los consumidores. Las eléctricas reclaman que el Ejecutivo y las comunidades eliminen varias de sus tasas, mientras las Administraciones se miran con el rabillo del ojo para no quedarse solas en la renuncia a jugosos ingresos fiscales.

La energía nuclear no es especialmente ecológica, aunque se haya ganado esa taxonomía por mor de las negociaciones entre los países europeos en torno a la transición energética. Pero tampoco conviene acelerar los plazos en demasía, si eso supone renunciar a aprovechar un poco más importantes inversiones. Si las cuentas salen por ambos lados de la ecuación, es una oportunidad para aliviar un poco la incertidumbre que sobrevuela el mix energético.

Los caminos financieros del Señor son inescrutables

Un pastor protestante de Estados Unidos lanzó en agosto de 2022 una criptomoneda porque, según contaba, se lo dijo “el Señor”, que le encomendó que se la entregara a su pueblo “para distribuir la riqueza”. Este designio divino se debió desviar en algún momento, porque él y su mujer acabaron gastándose 1,3 millones de los 3,4 que recaudaron en reformar su casa, pagar viajes y comprar coches y ropa de lujo. Una distribución de la riqueza difícil de entender, aunque también es verdad que el Señor no le dijo cómo debía cumplir su deseo. Otra cosa que se ve que no le recordó fue uno de los 10 mandamientos: “No robarás”.

Así es el mercado, amigo deportista

Ocurre en muchas ocasiones que un sector parece atravesar una etapa boyante, pero que las grandes firmas que lo conforman sufren en Bolsa. Y la respuesta a esta aparente contradicción está en la economía de mercado. Resulta que, en un momento en el que el deporte –el fitness, que dicen los modernos– está en auge; que los prescriptores del correr, del andar o del saltar salen de debajo de las piedras y que las ciudades se paralizan día sí y día también por hordas de runners, los grandes del sector están de capa caída. Es lo que tiene que a uno le salgan competidores, que acaba arrepintiéndose de los largos años de vacas gordas y autocomplacencia. “Es el mercado, amigo”, que decía el exministro popular Rodrigo Rato.

La frase

Una mala estrategia lleva a un mal resultado. La Comisión Europea prefirió apaciguar y adular a Trump aceptando comprar más armas y gas, sobre lo que no es competente, y aranceles unilaterales. Europa sale debilitada del pacto cerrado en una hora en un campo de golf
Josep Borrell, exjefe de la diplomacia europea

La imposibilidad de descansar cuando se convierte en otra obligación

La sociedad actual vive pendiente del móvil, de lo virtual: del aire, en definitiva. La hiperconectividad ha difuminado la separación entre el tiempo libre y el laboral, entre la casa y la oficina (ahí está el teletrabajo), entre la familia y lo demás. Nos falta contacto con la tierra, que es la mejor forma de descargar el estrés que se va acumulando en el cuerpo a lo largo del año. Por eso, aunque tengamos vacaciones y queramos descansar, se hace tan difícil pasar del ritmo acelerado a uno más tranquilo. Hay quien intenta apagar el teléfono o irse a un retiro de silencio: esconderse de todo, en definitiva. Quizá sería más fácil si encontráramos la manera de ir calmando esa ansiedad paulatinamente, y no solo cuando toca, como si fuera una obligación más.

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