Señales positivas en un mundo agitado
El dibujo momentáneo de la economía española deja un escenario con luces y sombras
La economía española sigue avanzando con paso firme, a pesar de la incertidumbre –ahora menor– y de los descalabros comerciales. En el último trimestre, según los datos provisionales del INE, el PIB creció un 0,7%, un dato que se ve tristemente ensombrecido por el ruido político y comercial. España aguanta los envites del nuevo orden arancelario gracias en buena parte a su escasa dependencia de las exportaciones a Estados Unidos, con las excepciones de varios sectores, como el aceitero, que sufrirán con el pacto complaciente de la Comisión.
Trimestre a trimestre, mientras que los vecinos comunitarios renquean –algunos, como Alemania, ven su modelo peligrar–, España se consolida como el motor económico del Viejo Continente. Y las razones de este liderazgo, al menos en estos tres meses, son motivo de esperanza: señalada por su sobredependencia del turismo y del consumo público, la actividad repunta esta vez por el consumo privado y la inversión. Son estas dos métricas deseables para impulsar el crecimiento y avanzan un deseado cambio de paradigma. No se puede entender este sin el aumento poblacional, la correlativa buena marcha del mercado de trabajo y la moderación de las condiciones monetarias.
Apuntado esto, a la economía le quedan notables retos por afrontar a la vuelta del verano: primero que, a pesar de que la población activa está en récord, la tasa de paro sigue en niveles demasiado altos. Con el paro en niveles no vistos desde 2008, España sigue a la cabeza del desempleo comunitario, con una tasa del 10,28%. Después, y como ya han remarcado los informes Draghi y Letta, las economías comunitarias tienen que aumentar su productividad, una necesidad que choca con el dato a la baja por trabajador.
El dibujo momentáneo de la economía española deja un escenario con luces y sombras. Está por ver si el cambio del modelo productivo avanza, o si se queda en una anécdota trimestral. Igualmente, y si bien relativamente aislados comercialmente de Estados Unidos, las consecuencias del acuerdo comercial se harán sentir, al igual que las crecientes tensiones geopolíticas. No hay mayor enemigo de la economía que la incertidumbre, y esta es el signo de estos tiempos. Por lo pronto, España avanza en la buena dirección. Sería de esperar que los encargados del timón aguanten el rumbo. Las amenazas no son pocas.