El duro viaje del Sabadell por Reino Unido termina en doble triunfo
El banco ha obtenido un buen precio por la venta de TSB y ha reforzado su defensa contra la opa lanzada por el BBVA

La década que el Banco de Sabadell ha sido dueño del banco británico TSB ha resultado ser tortuosa en ocasiones. El banco español pagó inicialmente 1.700 millones de libras en 2015 y posteriormente sufrió una baja rentabilidad y un demoledor fallo informático en 2018. Sin embargo, al final, el consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno, ha conseguido una doble recompensa. Ha obtenido un buen precio de su compatriota Banco Santander, a la vez que ha reforzado su defensa contra la opa lanzada por el BBVA.
El acuerdo se ha concretado a un ritmo vertiginoso en las últimas semanas, después de que sus rivales expresaran interés en el banco hipotecario británico, según personas familiarizadas con el asunto. El precio en efectivo de 2.650 millones de libras, anunciado a última hora del martes, ha satisfecho a ambos grupos de inversores: las acciones del Santander subieron un 2,23% en la sesión de ayer, mientras que las de Sabadell lo hicieron un 5,22%.
Es fácil entender por qué. Desde la perspectiva de Ana Botín, quien dirige el Banco Santander, valorado en 108.000 millones de euros, el principal atractivo reside en los 400 millones de libras de recortes de costes. Esto equivale a aproximadamente la mitad de los gastos totales de TSB y al 13% de los costes combinados de la entidad objetivo y la filial local del Santander en el país.
La rentabilidad del capital invertido, según la compradora, supera el 20%. Esto está muy por encima de la rentabilidad sobre el capital tangible (ROE) de aproximadamente el 16% que los analistas prevén para Santander como grupo el próximo año, según estimaciones de Visible Alpha. El acuerdo también permite a Botín expandir su negocio en el Reino Unido sin tener que atraer depósitos volátiles que buscan rentabilidad, y disipa las dudas sobre el compromiso del Banco Santander con Gran Bretaña.
El Sabadell, por su parte, puede destacar el conveniente múltiplo de valoración que ha logrado: 1,5 veces el valor contable tangible, en comparación con un múltiplo de 1,2 de media para sus pares del Reino Unido, según las cifras de la presentación de la compañía. En general, ha sido un camino difícil. Incluyendo solo la inversión de 2015 y el precio de salida acordado, la tasa interna de retorno (TIR) a lo largo de la década es de un mísero 5%, según los cálculos de Breakingviews.
El reparto de dividendos de unos 500 millones de euros eleva esa cifra en algunos puntos porcentuales. Pero también hay argumentos para tener en cuenta los costes de una fallida transición del sistema informático en 2018, que interrumpió el acceso bancario de los clientes.
En general, parece dudoso que la propiedad del Banco Sabadell haya generado una rentabilidad de dos dígitos similar a la que suelen aspirar los directores ejecutivos de los bancos.
Sin embargo, en comparación con 2020, cuando TSB registraba pérdidas y su valor parecía insignificante, la salida de González-Bueno parece una victoria. El precio que ha conseguido también supera las valoraciones más recientes de los analistas para TSB en aproximadamente una cuarta parte, según datos recopilados por Sabadell. A los inversores les gusta claramente el compromiso del banco de distribuir los beneficios directamente a través de un dividendo extraordinario.
Por último, hay una ventaja oculta para el Sabadell. La subida de precios de ayer supone un problema para el presidente del BBVA, Carlos Torres, quien quiere comprar la entidad española por unos 14.000 millones de euros. Tras la venta de TSB, las acciones del banco objetivo están ahora un 10% por encima de la oferta, principalmente basada en acciones, que está sobre la mesa. Desde hace tiempo parecía evidente que Torres tendría que esforzarse más para tener alguna posibilidad de éxito con su oferta. Este acuerdo no ha hecho más que reforzar esa realidad.